El gobierno de Javier Milei ha removido de su cargo al embajador argentino en España, Roberto Bosch. Fuentes gubernamentales confirmaron que el decreto para su regreso a Buenos Aires se encontraba en proceso desde hacía varios días, incluso meses. Esta decisión, aunque sorpresiva para algunos, se inscribe dentro de un proceso más amplio de reestructuración de la Cancillería que la actual administración está llevando a cabo.
Bosch, un diplomático de carrera, había sido el número dos en la embajada bajo el mandato de Ricardo Alfonsín. Su ascenso a embajador se produjo durante la gestión de la anterior canciller, Diana Mondino. La falta de respuestas por parte de la oficina del canciller Gerardo Werthein a las consultas de Clarín sobre este desplazamiento deja abierta la posibilidad de interpretaciones diversas.
Razones detrás del cese
Si bien el gobierno no ha ofrecido una declaración oficial explicando la decisión, varias fuentes apuntan a diferentes factores que podrían haber contribuido al cese del embajador Bosch. Entre estas razones, destacan la falta de una buena relación con sectores empresariales afines al presidente Milei, así como la ausencia de un buen vínculo con figuras clave del pensamiento liberal español, como el economista Jesús Huerta de Soto.
La demora en el envío de un cuadro que Huerta de Soto regaló al presidente Milei se suma a la lista de inconvenientes. Otro punto a considerar es la complicada situación de Bosch con el representante comercial de la embajada, Alejandro Nimo, quien a pesar de tener su cargo gracias a contactos políticos previos, ha sabido establecer vínculos con el empresariado español.
Es difícil disociar la situación de Bosch de la tensa relación entre los presidentes Javier Milei y Pedro Sánchez. La controversia generada por los comentarios de Milei sobre la esposa del presidente español, calificada de corrupta, ocasionó el retiro temporal del embajador español en Buenos Aires. A pesar de la reanudación de relaciones con el nombramiento de un nuevo embajador, estos sucesos crean un contexto de desconfianza política que influye en la gestión diplomática argentina.
Cambios en el consulado de Nueva York
Otro cambio significativo se dio en el Consulado General en Nueva York con el desplazamiento de Pablo Piñero Aramburu. Según se informa, la decisión se relaciona con una fiesta de Halloween organizada en la residencia consular, en medio de políticas de austeridad del nuevo gobierno. Esta decisión deja vacante un puesto que aparentemente estará ocupado por un diplomático con un perfil diferente al del recientemente cesado.
El nombramiento de Gerardo “Gerry” Díaz Bartolomé como nuevo cónsul general en Nueva York refuerza la narrativa del gobierno de cambiar la administración diplomática por una que se adapte más a su ideología y enfoque político, particularmente de figuras con experiencia empresarial en la política exterior. Aunque, Díaz Bartolomé, es un diplomático de carrera y actual jefe de comunicaciones de Cancillería.
Reestructuración de la Cancillería
Las remoción de Bosch y Piñero Aramburu, son parte de una reestructuración más profunda que afecta a toda la Cancillería. La designación del canciller Werthein, tras la salida de Diana Mondino, significó una señal clara del deseo del presidente Milei de darle un nuevo rumbo a la política exterior argentina, con mayor alineamiento a Estados Unidos e Israel, en contraste con Mondino que votó en contra del bloqueo a Cuba en la ONU.
Con la reestructuración en marcha, se especula sobre futuros cambios en embajadas estratégicas, como la de China. Se sugiere que el gobierno buscará nombrar diplomáticos con afinidades ideológicas al actual gobierno.
Además de la renovación de personal diplomático, también se estudian ajustes estructurales dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. La posible fusión de las secretarías de Política Exterior y Comercio Internacional, junto con el análisis de cerrar embajadas en África y Europa del Este, reflejan el propósito de eficientizar y reorganizar las operaciones de la Cancillería, aunque esto implica posibles recortes de personal y el cuestionamiento de la importancia de la relación de Argentina con países de dichas regiones.
En este contexto, es posible concluir que la llegada de Werthein a la Cancillería marca un cambio estratégico y estructural que tiene implicancias de largo alcance para la política exterior argentina. La importancia de estos cambios se mide considerando que la Cancillería es una pieza clave de política internacional para el futuro del país. Los movimientos hechos por el gobierno dejan en evidencia una estrategia diferente a la administración previa.
El futuro inmediato mostrará la dirección que tomará la política exterior argentina bajo la gestión de Milei y Werthein. La búsqueda de eficiencia, sin dejar de lado las relaciones internacionales es un reto que deberán superar.