La Alcaidía 9 de Liniers, en la Ciudad de Buenos Aires, se convirtió en el escenario de una fuga masiva que dejó al descubierto fallas de seguridad y posibles actos de corrupción dentro de la Policía de la Ciudad. 17 presos, algunos con antecedentes por delitos graves, lograron escapar, desatando una crisis institucional y una intensa búsqueda por parte de las autoridades. Cinco policías han sido imputados por su presunta participación en el hecho.
Reconstruyendo la fuga: Un escape planificado
Según las primeras investigaciones, la fuga no fue un evento fortuito, sino un plan orquestado que aprovechó las debilidades del sistema de seguridad de la alcaidía. Los presos habrían realizado un boquete en una pared, utilizando herramientas rudimentarias, y se cree que contaron con la complicidad o negligencia del personal policial de turno. Cámaras de seguridad captaron a los 17 fugitivos saliendo del edificio en pequeños grupos, con total tranquilidad, lo que sugiere una falta de control por parte de los guardias.
La fiscal Lorena San Marco, a cargo de la Fiscalía de Violencia Institucional e Integridad Policial de la Ciudad, imputó a cinco oficiales por los delitos de “favorecimiento de evasión e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Entre los imputados se encuentran el jefe de turno y varios celadores. Se investiga si los policías facilitaron la fuga intencionalmente o si actuaron con negligencia, permitiendo que los presos escaparan sin oponer resistencia.
Consecuencias políticas: Una crisis en la cúpula policial
El escándalo de la fuga tuvo un impacto inmediato en la cúpula de la Policía de la Ciudad. El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y su ministro de Seguridad, Waldo Wolff, desplazaron de sus cargos al jefe y subjefe de la fuerza, Pablo Kisch y Jorge Azzolina, respectivamente. Este hecho puso en evidencia la fragilidad del sistema de seguridad y la necesidad de una reestructuración profunda dentro de la institución.
El fiscal general de la Ciudad, Juan Bautista Mahiques, calificó la fuga como “un hecho de una gravedad institucional importante”, señalando que se investiga la posible existencia de connivencia entre los policías y los fugados. Esta hipótesis se basa en la facilidad con la que los presos lograron escapar y la demora en la reacción de las autoridades.
La recaptura de un peligroso prófugo: Un alivio momentáneo
En medio de la incertidumbre, la Policía Federal logró recapturar a Matías Petrarca, uno de los fugados y considerado el más peligroso del grupo. Petrarca, de 25 años, está acusado de tentativa de homicidio agravado. Su detención se produjo en la localidad bonaerense de Villa Lynch, tras un operativo de vigilancia y seguimiento. Las autoridades reconstruyeron sus movimientos a través de cámaras de seguridad, descubriendo que incluso llegó a asistir a un boliche para celebrar la Nochebuena.
La recaptura de Petrarca fue celebrada por la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, quien aseguró que se continuará trabajando para dar con el paradero del resto de los prófugos. “Vamos a buscar a cada uno. No hay escondite para los delincuentes”, afirmó Bullrich.
13 prófugos: La búsqueda continúa
A pesar de la recaptura de Petrarca y otros tres prófugos –Axel Romero, Jorge Nahuel Alet y Agustín Esteban Franco–, aún permanecen 13 delincuentes prófugos. Entre ellos se encuentran seis ciudadanos chilenos acusados de robo y encubrimiento agravado. Las autoridades han difundido sus identidades y fotografías, solicitando la colaboración de la ciudadanía para dar con su paradero.
La fuga de Liniers no es un hecho aislado. Se suma a una serie de evasiones ocurridas en dependencias policiales de la Ciudad de Buenos Aires en los últimos meses, lo que ha generado una fuerte preocupación en la sociedad y ha puesto en tela de juicio la eficacia de las políticas de seguridad implementadas por el gobierno porteño. La crisis en las alcaidías porteñas llevó al desplazamiento del director de Alcaidías y del responsable civil del área a principios de mes, tras la fuga de otros 13 presos en Barracas y Pompeya.
Preguntas sin respuesta: ¿Negligencia o complicidad?
La investigación en curso busca determinar si la fuga se produjo por negligencia del personal policial o si hubo complicidad con los presos. La falta de control, la demora en la reacción de las autoridades y la aparente facilidad con la que los fugados lograron escapar, son elementos que alimentan las sospechas de connivencia. Se espera que las declaraciones de los policías imputados y el análisis de las pruebas recolectadas permitan esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades correspondientes.
El caso de la fuga de Liniers expone una problemática más profunda: la crisis del sistema penitenciario y la necesidad de implementar medidas que garanticen la seguridad y el control en las cárceles y alcaidías. Mientras tanto, la búsqueda de los 13 prófugos continúa, dejando en vilo a la sociedad y poniendo a prueba la capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad.