La marcha convocada por las CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) el pasado jueves 5 de diciembre puso en evidencia la profunda fractura que atraviesa el sindicalismo argentino. La división entre los sectores dialoguistas, que priorizan la negociación con el gobierno de Javier Milei, y los combativos, que impulsan medidas de fuerza, se agudizó tras la renuncia de Pablo Moyano a la CGT (Confederación General del Trabajo). Este escenario de fragmentación sindical plantea interrogantes sobre la capacidad del movimiento obrero para defender los derechos de los trabajadores frente a las políticas de ajuste del nuevo gobierno.
Las CTA toman la calle: un llamado a la resistencia
La movilización a Plaza de Mayo, encabezada por las dos CTA, junto a organizaciones sociales, estudiantiles y algunos gremios de la CGT opositores a la conducción, mostró una fuerte presencia en las calles en rechazo a las políticas económicas de Milei. La consigna “Unidad para la resistencia” sintetizó el objetivo de la marcha: construir un frente común contra el ajuste, los despidos y la precarización laboral que, según denuncian, promueve el gobierno libertario. Hugo Yasky, líder de la CTA de los Trabajadores, enfatizó la necesidad de un plan de lucha que incluya paros y movilizaciones para frenar las medidas que consideran perjudiciales para los trabajadores.
A la convocatoria se sumaron referentes sindicales como Hugo “Cachorro” Godoy (CTA Autónoma), Roberto Baradel (SUTEBA), Sergio Palazzo (Bancarios) y Daniel Yofra (Aceiteros), quienes coincidieron en la necesidad de una acción conjunta para frenar el avance del “modelo neoliberal” que, según argumentan, representa Milei. La marcha también contó con la adhesión de agrupaciones sociales como la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular) y de partidos políticos de izquierda.
La CGT, dividida entre el diálogo y la confrontación
La renuncia de Pablo Moyano a uno de los tres secretariados generales de la CGT, tras el rechazo de la cúpula sindical a su propuesta de un paro nacional, expuso la división interna en la central obrera más importante del país. Mientras algunos sectores, como el que lidera el propio Moyano junto con Camioneros, apuntan a una estrategia de confrontación con el gobierno a través de medidas de fuerza, otros, como los “gordos” e “independientes” de la CGT, privilegian el diálogo y la negociación con las autoridades.
Figuras como Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN) se han manifestado en contra de un paro general, argumentando que no es el momento oportuno para una medida de fuerza de esa magnitud. En cambio, apuestan a la negociación en mesas de diálogo con el gobierno y los empresarios para defender los derechos de los trabajadores y evitar un mayor deterioro de la situación económica. Esta postura ha sido criticada por los sectores más combativos, que la consideran una claudicación frente a las políticas de ajuste.
El fantasma de la “democracia sindical” y la unidad del movimiento obrero
Uno de los puntos de conflicto entre el gobierno y los sindicatos es el proyecto de “democracia sindical”, impulsado por algunos sectores de la oposición, que busca limitar las reelecciones indefinidas en los gremios y transparentar el manejo de los fondos sindicales. Esta iniciativa es rechazada por la mayoría de las conducciones sindicales, que la ven como un intento de debilitar el poder del movimiento obrero. La posibilidad de que el gobierno impulse este proyecto ha generado un punto de unidad entre los distintos sectores de la CGT, aunque persisten las diferencias sobre cómo enfrentar las demás políticas oficiales.
Sin embargo, la unidad del movimiento obrero se ve amenazada por la creciente polarización entre los sectores dialoguistas y combativos. La marcha de las CTA, con la adhesión de algunos gremios cegetistas, podría ser el primer paso hacia la conformación de un nuevo espacio sindical que agrupe a las organizaciones dispuestas a confrontar con el gobierno de Milei. Este escenario de división debilita la capacidad de negociación del sindicalismo en su conjunto y podría favorecer la implementación de las reformas estructurales que impulsa el oficialismo.
¿Hacia una nueva configuración del sindicalismo argentino?
La fractura sindical actual plantea interrogantes sobre el futuro del movimiento obrero en Argentina. ¿Se consolidará la división entre dialoguistas y combativos? ¿Emergerá un nuevo espacio sindical que aglutine a los sectores más críticos del gobierno? ¿Logrará la CGT superar sus diferencias internas y presentar un frente unido frente a las políticas de Milei?
Las respuestas a estas preguntas dependerán de la evolución de la situación económica y social del país, así como de la capacidad de los distintos actores sindicales para articular sus intereses y construir una estrategia común. En un contexto de creciente conflictividad social, el rol del sindicalismo será clave para defender los derechos de los trabajadores y garantizar la estabilidad democrática. La marcha de las CTA es un síntoma de la crisis que atraviesa el movimiento obrero, pero también una oportunidad para redefinir su rol y construir una nueva agenda para el futuro.