¡Señores y señoras, el circo político argentino ha vuelto a levantar el telón! Y en esta función, la Ley de Ficha Limpia es la estrella principal, con Martín Menem como maestro de ceremonias y el PRO como el payaso que se tropezó con sus propios pies.
En un país donde la corrupción es más común que el dulce de leche, la posibilidad de impedir que políticos condenados ocupen cargos públicos debería ser una obviedad, ¿no? Pero claro, en Argentina, hasta lo más lógico se convierte en un campo de batalla político.
Menem: El encantador de serpientes
Martín Menem, con la labia heredada de su tío, nos promete que la Ley de Ficha Limpia “va a salir”. ¡Qué alivio! Pero no se olviden de la letra chica: “es cuestión de tiempo”. O sea, puede ser mañana, en un año, o cuando las vacas vuelen. ¡Apuesto a que ya tienen las apuestas abiertas en el Congreso!
Y como buen político argentino, Menem no puede resistirse a la tentación de echar culpas. ¿A quién apunta esta vez? ¡Al PRO, por supuesto! “No pudieron sacarla cuando tuvieron 116 diputados”, dice con una sonrisa socarrona. ¡Clásico!
Pero esperen, ¿no es el mismo Menem que preside una Cámara de Diputados donde el oficialismo no tiene mayoría y necesita del apoyo de otros bloques para aprobar cualquier ley? ¿No es el mismo Menem que debería estar trabajando para construir consensos en lugar de señalar con el dedo?
La hipocresía política en su máxima expresión.
El PRO: El payaso que tropezó
El PRO, por su parte, se rasga las vestiduras y acusa al oficialismo de pactar con el kirchnerismo para bloquear la ley. ¡Un momento! ¿No fueron ellos los que gobernaron durante cuatro años sin aprobar la Ficha Limpia? ¿No fue Macri quien eligió como compañero de fórmula a Pichetto, un defensor acérrimo de los fueros?
Parece que la memoria les falla a algunos. O tal vez, solo les falla cuando les conviene.
Ahora, el PRO se presenta como el paladín de la transparencia, pero su historial demuestra lo contrario. ¡Qué cinismo!
¿Y la gente? ¡Que siga el show!
Mientras los políticos se pelean por el poder y se acusan mutuamente de corrupción, la gente sigue esperando soluciones reales a sus problemas. La Ficha Limpia es importante, sí, pero no es la única herramienta para combatir la corrupción.
Necesitamos un sistema judicial independiente, una prensa libre que investigue y denuncie, y una sociedad civil activa que exija transparencia. Pero claro, eso requiere un esfuerzo mucho mayor que simplemente aprobar una ley y lavarse las manos.
Así que, mientras tanto, ¡que siga el show! El circo político argentino siempre tiene una nueva función para entretenernos. Y mientras nosotros nos distraemos con las peleas de payasos, los verdaderos problemas del país siguen sin resolverse.