Las vacaciones, un tiempo generalmente asociado con la alegría y el descanso, se convierten en un periodo de extrema vulnerabilidad para muchas mujeres en Córdoba, Argentina. Un reciente informe revela un aumento alarmante en los casos de femicidios durante los meses de diciembre y enero, lo que exige una profunda reflexión sobre las causas subyacentes y la urgente necesidad de fortalecer las políticas públicas de prevención y protección.
Un patrón que se repite: el verano, escenario de violencia
En los últimos años, se ha observado una preocupante tendencia en Córdoba: los meses de diciembre y enero registran un pico en los casos de femicidios. Las estadísticas demuestran que la violencia de género se intensifica durante el periodo vacacional, coincidiendo con mayor tiempo de convivencia en el hogar y las tensiones propias de fin de año. Este patrón no es casual, las expertas señalan que la combinación de factores como el aumento del consumo de alcohol, las dificultades económicas y la mayor convivencia en espacios reducidos, puede exacerbar situaciones de violencia preexistentes.
La convivencia prolongada, si bien no es la causa de la violencia, actúa como un detonante en hogares donde ya existen dinámicas de poder abusivas. Las mujeres se ven atrapadas en situaciones de mayor control y vigilancia por parte de sus agresores, con menos posibilidades de buscar ayuda o escapar de la violencia.
Betiana Cabrera Fasolis, dirigente de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá), señala: “Las características particulares de la violencia de género hacen que los feriados, las fiestas, los fines de semana y las vacaciones sean los momentos de mayor peligro y vulnerabilidad para las mujeres, niñas y adolescentes”. Esta afirmación resalta la necesidad de prestar especial atención a este periodo y de implementar medidas específicas para proteger a las mujeres en situación de riesgo.
El rol del entorno: clave para la prevención y el apoyo
Ante este panorama desolador, la responsabilidad de la sociedad civil es ineludible. El entorno de la víctima juega un papel crucial en la detección, prevención y apoyo a las mujeres que sufren violencia de género. Familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo deben estar atentos a las señales de alerta y brindar contención a quienes se encuentren en situación de riesgo. Es fundamental romper el silencio y ofrecer una red de apoyo que permita a las víctimas salir del círculo de la violencia.
Guadalupe Rivero, presidenta de la Asociación Con Voz, enfatiza la importancia de la escucha activa y el acompañamiento: “Hay que tratar de escuchar sin juzgar ni culpabilizar a la persona en situación de violencia, dejar de lado nuestros prejuicios y ayudar para que esa persona salga de la situación de violencia”. El apoyo emocional, la validación de sus experiencias y la ayuda para acceder a recursos de asistencia son fundamentales para empoderar a las víctimas y facilitar su proceso de salida de la violencia.
- Escuchar sin juzgar.
- Creer en el testimonio de la víctima.
- Ofrecer apoyo emocional y práctico.
- Acompañar en el proceso de denuncia (si la víctima lo decide).
- Informar sobre recursos de ayuda disponibles: línea 144, centros de atención a víctimas de violencia de género, etc.
La urgencia de políticas públicas integrales
Si bien el rol del entorno es fundamental, la erradicación de la violencia de género requiere de un compromiso estatal ineludible. Es imperativo que el gobierno implemente políticas públicas integrales que aborden la problemática desde una perspectiva multidimensional.
La inversión en programas de prevención, la capacitación de profesionales en la atención a víctimas, el fortalecimiento de la línea 144 y la creación de refugios seguros para mujeres en situación de riesgo son medidas esenciales para combatir la violencia de género. La desfinanciación de programas de asistencia a víctimas, como la línea 144, envía un mensaje peligroso de desprotección y abandono a las mujeres que sufren violencia. Es crucial que el Estado asuma su responsabilidad en la protección de los derechos de las mujeres y garantice una vida libre de violencia para todas.
Además de las medidas mencionadas, es necesario impulsar campañas de sensibilización y educación que promuevan la igualdad de género y desnaturalicen la violencia machista. La transformación cultural es un proceso a largo plazo, pero es esencial para erradicar de raíz la violencia contra las mujeres.
Un llamado a la acción: no más femicidios
El aumento de femicidios durante las vacaciones en Córdoba es una llamada de atención que no podemos ignorar. La violencia de género es una problemática social grave que requiere la acción conjunta del Estado, la sociedad civil y cada uno de nosotros. No podemos permitir que las vacaciones se conviertan en un sinónimo de miedo e inseguridad para las mujeres. Debemos trabajar unidos para construir una sociedad donde la igualdad, el respeto y la justicia sean los pilares fundamentales.
Informarnos, involucrarnos y denunciar cualquier situación de violencia que presenciemos son acciones que pueden salvar vidas. El silencio nos hace cómplices. La lucha contra la violencia de género es una responsabilidad colectiva que exige un compromiso activo y sostenido en el tiempo. No más femicidios. Ni una menos.