Tomiko Itooka, la persona más longeva del mundo según el Guinness World Records, falleció a los 116 años en Ashiya, Japón. Su vida, que se extendió por tres siglos, es un testimonio de la longevidad excepcional y ofrece una ventana a la historia y la cultura japonesa del siglo XX.
Una vida que abarcó tres siglos
Nacida el 23 de mayo de 1908 en Osaka, Itooka fue testigo de eventos históricos trascendentales, desde las dos Guerras Mundiales hasta el auge tecnológico del siglo XXI. Su vida, no solo se caracterizó por su longevidad, sino también por su vitalidad y espíritu activo. En su juventud, destacó como jugadora de voleibol, una pasión que mantuvo a lo largo de su vida. Incluso después de entrar en la tercera edad, continuó practicando deportes al aire libre y realizando caminatas en la naturaleza.
Casada a los 20 años, Itooka tuvo cuatro hijos y cinco nietos. Durante la Segunda Guerra Mundial, dirigió la oficina de la fábrica textil de su esposo, demostrando su capacidad para el trabajo y la administración. Tras enviudar en 1979, se mudó a Nara, donde vivió de forma independiente hasta los 113 años, cuando ingresó a una residencia de ancianos.
El secreto de su longevidad: ¿Genes o estilo de vida?
Si bien la genética juega un papel importante en la longevidad, el estilo de vida de Itooka también pudo haber contribuido a su larga vida. Su amor por el deporte, su alimentación -que incluía un refresco lácteo japonés llamado Calpis- y su actitud positiva ante la vida podrían haber sido factores clave. La propia Itooka atribuía su longevidad a la gratitud, afirmando que agradecía cada día.
Su historia resuena con el contexto demográfico de Japón, un país con una de las poblaciones más longevas del mundo pero que también enfrenta una crisis demográfica debido al envejecimiento de su población y la baja tasa de natalidad.
Japón: Un país de centenarios con una crisis demográfica
Japón se destaca por la alta esperanza de vida de sus habitantes, especialmente las mujeres. En la actualidad, más del 88% de los centenarios japoneses son mujeres. Itooka, al alcanzar los 116 años, se convirtió en un símbolo de esta longevidad excepcional, pero su caso también pone de manifiesto los desafíos demográficos que enfrenta el país.
El envejecimiento de la población japonesa tiene implicaciones significativas para la economía y la sociedad. La creciente proporción de personas mayores requiere un aumento en los gastos médicos y sociales, al tiempo que se reduce la fuerza laboral activa. Este desequilibrio demográfico plantea preguntas sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones y la atención médica a largo plazo.
El gobierno japonés ha implementado diversas medidas para abordar esta crisis, como la promoción de la natalidad y la inmigración, pero los resultados hasta ahora han sido limitados. El caso de Itooka, aunque es una celebración de la vida, también sirve como un recordatorio de los desafíos demográficos que Japón debe enfrentar en el futuro.
El legado de Tomiko Itooka
Más allá de los récords de longevidad, la vida de Tomiko Itooka es una fuente de inspiración. Su capacidad para adaptarse a los cambios del siglo XX, su vitalidad y su actitud positiva ante la vida son un ejemplo para todos. Su historia nos invita a reflexionar sobre el significado de una vida larga y plena, y sobre los desafíos y oportunidades que presenta el envejecimiento de la población a nivel global.
El alcalde de Ashiya, Ryosuke Takashima, expresó su gratitud por la vida de Itooka, afirmando que les dio “coraje y esperanza”. Su fallecimiento deja un vacío en la comunidad, pero su legado de resiliencia y optimismo seguirá inspirando a las futuras generaciones.