Tras el cierre repentino de la fábrica de snacks Gonzalo en Guaymallén, Mendoza, a principios de diciembre, los exempleados se enfrentaron a un panorama desolador: la pérdida de sus empleos sin indemnización y la incertidumbre económica en vísperas de las fiestas. Sin embargo, una luz de esperanza surgió de un acuerdo judicial que les permite vender el stock de mercadería restante para cubrir parte de los salarios adeudados.
Un acuerdo que brinda alivio en tiempos difíciles
La jueza a cargo del concurso de acreedores de la fábrica Gonzalo autorizó a los exempleados a retirar la mercadería en stock, tres camionetas de la empresa y cheques emitidos por clientes. Esta decisión, aunque no resuelve la totalidad de la deuda salarial ni la falta de indemnización, proporciona un alivio inmediato a las 30 familias afectadas, permitiéndoles obtener ingresos a través de la venta de los productos.
Los trabajadores, en su mayoría con edades entre 40 y 60 años, habían manifestado su deseo de conformar una cooperativa para continuar con la producción. Sin embargo, este primer acuerdo se centra en la comercialización del stock existente como una medida para afrontar la crisis económica inmediata. Las camionetas serán fundamentales para la distribución de los productos, mientras que los cheques servirán para cubrir parte de los salarios de noviembre y el medio aguinaldo de diciembre.
El ocaso de una empresa emblemática
La fábrica Gonzalo, fundada en 1952 por los hermanos Gonzalo y José Antonio García Rodríguez, se había convertido en un ícono de la industria mendocina. Durante 72 años, sus papas fritas, chizitos y otros snacks fueron parte de las celebraciones y reuniones familiares en la provincia. Su historia, que comenzó como un pequeño emprendimiento, dio un salto significativo gracias al apoyo de José Angulo, fundador de la cadena de supermercados Vea.
A lo largo de las décadas, la empresa se adaptó a las demandas del mercado, incorporando tecnología y ampliando su personal. En los últimos años, bajo la dirección de José Antonio García Requena, la marca se enfocó en estrategias de marketing digital, incluyendo campañas virales en redes sociales. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la fábrica cerró sus puertas a principios de diciembre de 2024, dejando a sus empleados sin trabajo y a Mendoza sin uno de sus productos más emblemáticos.
Un futuro incierto para los trabajadores
Aunque el acuerdo judicial representa un paso importante para los exempleados de Gonzalo, el futuro sigue siendo incierto. La venta del stock permitirá cubrir una parte de las deudas salariales, pero no garantiza la estabilidad económica a largo plazo. La falta de indemnización y la incertidumbre sobre la posibilidad de conformar una cooperativa dejan a los trabajadores en una situación vulnerable.
El cierre de la fábrica Gonzalo no solo impacta en la vida de sus exempleados, sino que también refleja la situación de muchas empresas en Argentina que luchan por sobrevivir en un contexto económico desafiante. La historia de esta fábrica, que durante décadas acompañó a los mendocinos en sus momentos de celebración, se convierte ahora en un símbolo de la crisis que atraviesa el sector industrial del país.
A medida que los exempleados se organizan para vender la mercadería y obtener ingresos, la comunidad mendocina se solidariza con su situación. Se espera que este caso sirva para visibilizar la importancia de proteger los derechos laborales y de buscar soluciones que permitan a los trabajadores afrontar las crisis empresariales con dignidad y esperanza.