Escándalo mayúsculo en la provincia de Buenos Aires. El ministro de Transporte, Jorge “El Gordo” D’Onofrio, está en la mira de la Justicia por un descomunal esquema de corrupción que involucra millones de pesos. Según fuentes judiciales, el ingenioso sistema se enfoca en dos puntos: las multas de tránsito y las VTV (Verificaciones Técnicas Vehiculares). ¡Prepare sus palomitas, porque esto es un peliculón!
El festín de las multas: un negocio millonario
La ruta 2 y la 11 se han convertido en el escenario de un festín para una banda organizada, según la investigación judicial. Empleados nombrados políticamente, que se hacen pasar por jueces de faltas, deciden qué multas se cobran y cuáles no. ¡Truchos jueces, y truchos fallos! Pero hay más: la información privilegiada sobre estas infracciones llega a los “gestores”, verdaderos tiburones que acechan a los automovilistas desesperados
Estos gestores, expertos en negocios turbios, ofrecen a los conductores una rebaja en las multas, incluso hasta el 50%. Cobran el dinero por fuera, a través de plataformas como Mercado Pago. Pero en el sistema provincial, ¡zas! La multa aparece eliminada o con un irrisorio descuento, entre 5% y 10%.
Una fuente judicial que participa en la investigación aseguró: “Es un negocio monumental donde todos se llenan los bolsillos. Los gestores se quedan con una parte importante de la multa, y una porción llega hasta las más altas esferas del ministerio. ¿Cómo se reparte el botín? Eso aún se está investigando, pero las cifras superan lo imaginable.”
La VTV: el segundo plato del banquete
Pero la corrupción no se detiene allí. El trámite de la VTV, tan molesto como indispensable, se convirtió en otra fuente de enriquecimiento ilícito. A fines del año pasado, D’Onofrio hizo una concesión un tanto sospechosa que le permite percibir un jugoso porcentaje de la facturación. ¿De cuánto hablamos? Un estimado de alrededor del 10%, ¡aproximadamente 90 millones de pesos mensuales, nada más y nada menos!
El hombre fuerte detrás de la VTV es Facundo Asensio, otro personaje pintoresco, según los investigadores. Nombrado por D’Onofrio, se pasea en una Q8, una 4×4 de lujo, valorada en US$ 200.000. ¿Será que su sueldo público alcanza para adquirir semejante vehículo de alta gama? ¿De dónde sale el dinero para ese lujazo?
Para añadirle pimienta al asunto, tanto D’Onofrio como su novia tienen el permiso para manejar esta camioneta, y otra Toyota SW4 de US$90.000. ¡Qué coincidencia, no?
D’Onofrio en la cuerda floja
El ministro, conocido como “El Gordo”, está en serios problemas. Sergio Massa, a quien D’Onofrio se referenciaba, ya dijo públicamente: “Hace meses que no hablo con él. Le avisé al gobernador que no tiene nada que ver con nosotros”.
En la provincia, las cosas no están fáciles para Kicillof. La provincia intentaría distanciarse del Ministro, ya que responde al sector del Frente Renovador ampliado cercano a Máximo Kirchner. Intendentes que juegan para Kicillof afirman que ya tuvieron suficiente con sus propios problemas: “Ya tenemos demasiado con nuestros propios quilombos”.
El gobernador Axel Kicillof está evaluando seriamente la posibilidad de reemplazar a D’Onofrio antes de que finalice el año. Un compañero de gabinete confía que: “Como mucho, le doy hasta fin de año. Como mucho.”
Mientras la Justicia avanza con su investigación, este escándalo pone en evidencia la gravedad de la corrupción en Argentina, y las consecuencias negativas para la sociedad. Un tema que da para más… ¡Mucho más! Este no es el fin de la historia, amigos lectores. Esperen nuevos capítulos en este thriller político-judicial
Un escándalo que sigue en desarrollo
Esta investigación judicial no solo revela un millonario esquema de corrupción en Buenos Aires, sino que pone en entredicho la transparencia del sistema de recaudación de la provincia. El caso sigue en curso, con muchos más nombres que seguramente saldrán a la luz. Queda por ver cuáles serán las consecuencias para Jorge D’Onofrio y sus colaboradores. Pero lo que es seguro, es que este escándalo provocará una fuerte repercusión política en el año electoral que se aproxima. La lucha contra la corrupción, en Argentina, es una lucha constante y a veces despareja.