El estudio de LAM, usualmente escenario de debates encendidos y revelaciones sorprendentes, se tiñó de una profunda emoción en la despedida de Nazarena Vélez. Lágrimas, abrazos y palabras cargadas de afecto marcaron el adiós de la panelista, quien emprende un nuevo rumbo profesional en el teatro junto a su hija, Barbie Vélez. Un ciclo que se cierra para dar paso a un sueño familiar gestado entre bambalinas.
Un adiós con sabor a nuevos comienzos
Nazarena, con la voz entrecortada por la emoción, no pudo ocultar su tristeza al despedirse del equipo de LAM, un programa que la acogió durante tres años y que se convirtió en su segunda casa. “Amo LAM, amo estar acá”, repetía una y otra vez, con los ojos brillando por las lágrimas contenidas. Pero más allá de la nostalgia, en sus palabras se percibía la fuerza de una mujer que se reinventa, que apuesta por sus sueños y que encuentra en el teatro la posibilidad de compartir el escenario con su hija, un anhelo largamente acariciado.
Barbie, presente en el estudio, observaba a su madre con admiración y orgullo. La complicidad entre ambas era palpable, un lazo invisible que las unía en este nuevo proyecto. La joven actriz, heredera del talento y la pasión de Nazarena, se prepara para debutar junto a ella en una obra que promete ser un éxito en la temporada de verano en Carlos Paz. Un desafío que las encontrará unidas en el escenario y en la vida.
Yanina Latorre, al frente de la conducción en reemplazo de Ángel de Brito, se convirtió en la voz del equipo. Con palabras cálidas y emotivas, despidió a Nazarena en nombre de todos, recordando anécdotas compartidas y destacando su profesionalismo y su calidad humana: “Gracias, Naza. Lo diste todo: contaste tu vida, te peleaste, te amigaste, fuiste abuela… fue todo hermoso. Sos una gran compañera, te esperamos”. Un mensaje que resonó en el corazón de todos los presentes y que sintetizó el cariño y el respeto que Nazarena se ganó en el programa.
Las demás “angelitas” no pudieron contener las lágrimas. La despedida de Nazarena trascendió la pantalla, generando una conexión emocional con la audiencia, que se volcó a las redes sociales para expresar su cariño y admiración. Mensajes de apoyo, recuerdos de momentos inolvidables y deseos de éxito en su nueva etapa inundaron Twitter e Instagram, convirtiendo el hashtag #ChauNaza en tendencia.
El teatro, un sueño compartido
Para Nazarena, el teatro no es solo un trabajo, es una pasión que corre por sus venas. Desde muy joven, las tablas fueron su refugio, su espacio de expresión y creación. Ahora, tiene la oportunidad de compartir ese amor con su hija, de transmitirle su experiencia y de construir juntas un nuevo capítulo en sus carreras artísticas.
La obra que protagonizarán en Carlos Paz es una comedia familiar que promete risas y emociones. Nazarena, además de actuar, se ha involucrado en la producción, demostrando su versatilidad y su capacidad para llevar adelante proyectos ambiciosos. Un desafío que encara con entusiasmo y dedicación, segura de que el público las acompañará en esta nueva aventura.
La química entre madre e hija se traslada del ámbito familiar al escenario, creando una sinergia única que promete cautivar al público. Ambas se complementan a la perfección, aportando su talento y su carisma para dar vida a personajes entrañables y situaciones divertidas. La obra, escrita por la propia Nazarena, es un reflejo de su propia vida, con toques de humor, drama y mucho amor.
El Teatro Candilejas, emblemático escenario de la escena teatral cordobesa, será testigo de este encuentro mágico entre madre e hija. Un espacio que ha visto brillar a grandes figuras del espectáculo y que ahora se prepara para recibir a Nazarena y Barbie con los brazos abiertos. La temporada de verano promete ser inolvidable, con funciones a sala llena y una energía que contagiará a todos los espectadores.
Más allá del éxito que pueda alcanzar la obra, lo más importante para Nazarena es compartir este sueño con su hija. Un proyecto que las une en lo profesional y en lo personal, fortaleciendo un lazo que se ha forjado a lo largo de los años. El teatro se convierte así en un espacio de encuentro, de creación y de amor compartido.
Mientras las luces del estudio de LAM se apagaban para Nazarena, las del teatro se encienden para recibirla con una nueva luz. Un camino que se abre, lleno de desafíos y oportunidades, en el que la acompañará el amor de su hija y el aplauso del público. Un final que es, en realidad, un nuevo comienzo.