Una exempleada del banco Crédit Mutuel Arkéa en Francia ha sido condenada a prisión por estafar a 16 jubilados, apropiándose de 534.000 euros de sus cuentas. El dinero fue utilizado principalmente en compras compulsivas de ropa, según los reportes judiciales. El caso ha llamado la atención por la habilidad de la mujer para ocultar sus actos durante casi una década.
La estrategia de la estafadora: un robo silencioso
Durante ocho años, entre 2011 y 2019, la exempleada, que trabajaba en atención al cliente, retiró pequeñas sumas de dinero de las cuentas de sus víctimas, personas mayores que confiaban plenamente en ella. Esta estrategia “de hormiga” evitó que los robos se detectaran a tiempo, ya que los movimientos individuales no parecían sospechosos.
La mujer, identificada como compradora compulsiva, empleó diversas técnicas para disimular sus acciones. Según las investigaciones, abrió hasta cuarenta cuentas bancarias en cuatro entidades distintas para desviar y ocultar los fondos robados. Esto dificultó la labor de rastreo y la detección de las transacciones fraudulentas.
La denuncia y la condena
Fue el banco, y no las víctimas, quien descubrió la estafa en 2020 después del despido de la mujer, quien acumulaba 40 años de servicio en la institución. La denuncia se produjo tras analizar las transacciones inusuales en las cuentas de los clientes, aunque estos nunca se percataron de las irregularidades.
Tras un largo proceso judicial, la ex empleada fue sentenciada a un año de prisión efectiva y dos años más en suspenso bajo libertad condicional. Además, se le ordenó reintegrar la totalidad de la suma sustraída al banco, un monto que asciende a 534.000 euros. La justicia rechazó la tentativa de la acusada de responsabilizar parcialmente al banco por las fallas de seguridad.
Las víctimas: un perfil vulnerable
Las víctimas, 16 jubilados con edades comprendidas entre los 70 y 94 años, expresaron su total confianza en la acusada, quien se ganó su credibilidad mediante una actitud de amabilidad y profesionalismo. Algunas de ellas afirmaron que la mujer había gozado de su confianza hasta tal punto que la hubieran autorizado a realizar prácticamente cualquier operación en sus cuentas.
La falta de verificación de los extractos bancarios por parte de los jubilados, una práctica común en personas mayores, contribuyó a que la estafa se prolongara durante tanto tiempo sin ser descubierta. Este caso pone en evidencia la vulnerabilidad de las personas mayores ante este tipo de delitos, donde la confianza y la falta de control son explotados por los estafadores.
El impacto del caso
El caso ha generado un gran impacto público, tanto en Francia como a nivel internacional. Llama la atención por la magnitud del robo, la sofisticada estrategia de la acusada y la total vulnerabilidad de las víctimas. Esta situación ha promovido nuevas alertas por parte de las instituciones bancarias, recomendando mayor supervisión y vigilancia para evitar que estos delitos vuelvan a producirse.
El caso también resalta la importancia de revisar regularmente los extractos bancarios, independientemente de la edad o la confianza que se tenga en las entidades financieras o en sus empleados. La prevención y la educación financiera son herramientas esenciales para reducir el riesgo de este tipo de estafas.
El futuro del caso
Si bien la acusada ha sido condenada a prisión y obligada a devolver el dinero robado, el caso no queda cerrado. La confiscación de su propiedad generó un conflicto legal, ya que su abogada busca alternativas a la prisión directa, como el uso de un brazalete electrónico. La justicia, considerando sus ingresos mensuales por pension y trabajo actual, considera que puede sufragar el pago de un alquiler.
El caso sirve como ejemplo para reforzar la vigilancia bancaria, la protección de los clientes, y también como recordatorio para que la población, especialmente la de mayor edad, sea más cauta y vigilante con sus finanzas. Es fundamental seguir educando sobre las diferentes técnicas que emplean los estafadores para llevar a cabo sus fraudes.