La emergencia climática se manifiesta de diversas formas, entre ellas los desastres naturales como las inundaciones, sequías y olas de calor. Estos eventos no solo causan devastación material, sino que también tienen un impacto profundo en la salud pública, generando una demanda sin precedentes en los sistemas sanitarios. La respuesta eficaz a estos desafíos requiere repensar la preparación, la intervención y la planificación a largo plazo del sistema de salud.
Respuesta Inmediata a la Crisis: El caso de las inundaciones en España
Las recientes inundaciones en España, particularmente las causadas por la DANA en Valencia y otras regiones, sirvieron como un ejemplo concreto de la presión sobre el sistema sanitario en situaciones de emergencia climática. La respuesta inmediata fue fundamental, movilizando equipos médicos, personal de protección civil y voluntarios para brindar atención en centros provisionales y a través de unidades móviles. Se priorizó el acceso a atención para personas con movilidad reducida, empleando equipos itinerantes y coordinación con servicios de transporte.
La organización logística para el suministro de medicinas esenciales, incluyendo insulina y otros fármacos de uso crónico, fue crucial. Esta tarea se coordinó con las farmacias hospitalarias y locales, con apoyo logístico para llegar a las zonas aisladas, estableciéndose puntos estratégicos de distribución y ambulatorios provisionales. La colaboración intersectorial con servicios sociales y organizaciones locales demostró su eficacia en estas situaciones.
Más allá de la Emergencia: Preparación y Adaptación a Largo Plazo
La respuesta inmediata a la crisis, aunque crucial, es solo una parte del problema. Para afrontar las emergencias climáticas futuras, se necesita una adaptación a largo plazo que involucre una inversión significativa en infraestructura resiliente. Esto implica mejorar sistemas de drenaje, construir refugios con instalaciones médicas en zonas vulnerables y capacitar continuamente al personal sanitario en gestión de crisis. La colaboración con instituciones científicas para fortalecer protocolos de emergencia, que incluyan la implementación de recursos de telemedicina y equipos móviles mejorados, es también vital.
La salud mental es una consideración fundamental en este contexto. Las pérdidas personales y materiales, combinadas con la desinformación y los bulos, generan un impacto psicológico significativo en las personas afectadas. Aunque existen profesionales especializados en intervención psicológica en emergencias, el aumento de recursos y la formación de profesionales de primera línea es esencial. Se necesitan protocolos para la atención psicológica inmediata y el seguimiento a largo plazo, para abordar secuelas como el estrés postraumático.
El Enfoque ‘One Health’: Una Visión Integral
El enfoque ‘One Health’ o ‘Una sola salud’, que reconoce la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental, es crucial en la preparación para desastres naturales. En el contexto de inundaciones, la contaminación del agua y el desplazamiento de animales aumentan el riesgo de brotes zoonóticos. Para integrar ‘One Health’, se requiere fortalecer la vigilancia epidemiológica, fomentar la colaboración entre veterinarios, ambientalistas y expertos en salud pública y desarrollar sistemas de monitorización eficientes.
Implementar un sistema de alerta temprana accesible y llevar a cabo simulacros periódicos con las comunidades locales son medidas fundamentales para la prevención. Se necesitan campañas de educación pública que informen sobre medidas de autoprotección, manejo de residuos y primeros auxilios, adaptando estas campañas a la realidad local de las zonas más vulnerables a las inundaciones.
Hacia un Sistema Sanitario Resiliente al Cambio Climático
En conclusión, la respuesta a la emergencia climática requiere una transformación profunda en la manera en que concebimos la salud pública. Es necesario pasar de una visión reactiva a una visión proactiva, basada en la prevención, la planificación y la colaboración intersectorial. La integración del enfoque ‘One Health’, la inversión en infraestructura resiliente y la mejora de los protocolos de atención son cruciales para construir un sistema sanitario capaz de hacer frente a los desafíos planteados por el cambio climático.
El futuro exige una mayor inversión en investigación, para desarrollar herramientas y estrategias más eficaces en la prevención y gestión de las consecuencias para la salud de los desastres naturales. Se debe impulsar una planificación que considere la adaptación al cambio climático y la gestión del riesgo desde una perspectiva holística y colaborativa, involucrando tanto al sector sanitario como a otros sectores clave en la respuesta a desastres.