El regreso de Donald Trump a la escena política estadounidense ha generado una ola de especulaciones sobre la reconfiguración de la política exterior de Estados Unidos, particularmente en América Latina. Su nombramiento de Marco Rubio como Secretario de Estado, un político con fuertes lazos con la comunidad cubana exiliada y un conocimiento profundo de la región, señala un cambio significativo en el enfoque hacia Latinoamérica. La victoria de Yamandú Orsi en Uruguay añade otra pieza al complejo tablero geopolítico regional, creando nuevas dinámicas que Trump deberá considerar en su estrategia.
El nuevo mapa geopolítico de América Latina
La agenda de Trump para América Latina se vislumbra compleja y multifacética. Enfrentará un panorama diverso, marcado por regímenes aliados, dictaduras con vínculos con China, Rusia e Irán, y países con relaciones diplomáticas ambivalentes con Estados Unidos. Su objetivo prioritario parece ser contrarrestar la creciente influencia de China en la región, un objetivo ambicioso que requerirá una estrategia diplomática y económica cuidadosa.
Esta estrategia involucrará una mayor presión sobre los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, posiblemente a través de sanciones económicas y financieras más contundentes que las implementadas durante la administración Biden. Mientras que Biden optó por un enfoque de diálogo, Trump parece decidido a aplicar una política de mano dura, reconociendo la falta de resultados de la anterior.
La situación en Venezuela, en particular, se perfila como un desafío importante. El fraude electoral y la represión a la oposición han sido denunciados ampliamente por organizaciones internacionales. Para Trump y Rubio, Maduro representa una alta prioridad, seguido por Díaz-Canel, cuya implicación en la represión en Venezuela ya es un tema conocido.
Aliados y adversarios en la región
Por otro lado, la administración Trump buscará fortalecer las relaciones con líderes como Javier Milei en Argentina, Santiago Peña en Paraguay, Luis Abinader en República Dominicana y Nayib Bukele en El Salvador. Estas relaciones se basan en la afinidad ideológica y la promesa de beneficios económicos mutuos. Sin embargo, la agenda proteccionista de Trump podría afectar las exportaciones de estos países hacia Estados Unidos.
Sin embargo, la relación no será lineal. Milei y Peña tienen programas económicos y políticos divergentes, lo cual requiere negociaciones cuidadosas. La participación de Milei en cenas con Trump y la visita del canciller paraguayo a Trump antes de viajar a Taiwán, destacan la voluntad de cooperación entre ambos gobiernos, aunque el alineamiento estratégico con Trump no esté del todo garantizado.
Brasil y México, liderados por Lula da Silva y Claudia Sheinbaum, respectivamente, representan otro desafío para la estrategia de Trump. Ambos países tienen sólidas relaciones con China, Rusia e Irán, creando un bloque de naciones ideológicamente diferentes a la visión de Trump. Esta situación requerirá una cuidadosa diplomacia por parte de Rubio para evitar fracturas en las relaciones comerciales entre Estados Unidos, México y Brasil.
Lula y Sheinbaum presentarán dificultades en la relación con Trump debido a sus vínculos con potencias adversarias a Estados Unidos y sus propias agendas internas: Lula se alinea con Xi Jinping y Putin, mientras que Sheinbaum presentará demandas en temas migratorios y el problema del fentanilo.
El desafío de la diplomacia de Rubio
Marco Rubio, con su conocimiento profundo de la región y su capacidad de comunicación, tendrá un papel clave en la gestión de estas complejas relaciones. A diferencia de otros secretarios de Estado, Rubio no solo comprende la geopolítica de América Latina sino que además comparte un lenguaje común con sus interlocutores. Esto le permitirá navegar las complejas dinámicas políticas y construir puentes entre Estados Unidos y los países de la región, aunque el éxito dependa en gran parte de las decisiones políticas de Trump.
La conformación del equipo de Rubio para América Latina será crucial para el éxito de la estrategia de Trump. El anuncio de este equipo en las próximas semanas generará más información sobre el enfoque que Estados Unidos adoptará para cada nación en América Latina.
El regreso de Trump a la política internacional presenta un escenario retador y lleno de incertidumbre para América Latina. Su estrategia, que prioriza contrarrestar la influencia de China y aplicar una política de mano dura sobre ciertos regímenes, tendrá un impacto profundo en la región. La eficacia de esta estrategia dependerá del equilibrio entre la imposición de sanciones, la construcción de alianzas estratégicas, y la destreza diplomática del equipo de Rubio. Sólo el tiempo dirá si esta estrategia será exitosa en el largo plazo.