La inminente vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado una inesperada carrera contra reloj en el conflicto ucraniano. Aliados clave de Ucrania, conscientes de las posibles implicaciones de una administración Trump en el apoyo a Kiev, están intensificando la presión sobre Volodymyr Zelensky para que explore seriamente opciones de negociación con Vladimir Putin. La posibilidad de una drástica reducción o incluso una interrupción del apoyo militar estadounidense a Ucrania bajo un gobierno Trump está impulsando este repentino cambio en la dinámica diplomática.
La presión internacional: un abanico de iniciativas
El panorama internacional se ha visto sacudido por una serie de movimientos que reflejan esta creciente presión. El canciller alemán, Olaf Scholz, realizó una llamada telefónica a Putin, instándolo a entablar conversaciones de paz, una acción que generó malestar en Zelensky, quien teme que abra la puerta a un diálogo desfavorable. Similarmente, Emmanuel Macron ha indicado su disposición a hablar con el líder ruso cuando sea oportuno, aunque sin especificar plazos ni condiciones.
Esta presión no se limita a Europa. Estados Unidos, en vísperas de la cumbre del G20, ha autorizado el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania, un gesto que busca fortalecer la posición de negociación de Zelensky antes de la llegada de Trump. Aunque este movimiento supone una escalada potencial del conflicto, analistas militares como Ruslan Pukhov, del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías de Moscú, creen que no alterará significativamente el curso de la guerra.
La propuesta turca y el rol de los actores emergentes
Turquía, por su parte, está jugando un rol crucial en esta coyuntura. Recep Tayyip Erdogan prepara una propuesta para congelar el conflicto en las líneas actuales, una iniciativa que podría ser presentada durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro. Esta propuesta de congelación sugiere una forma de evitar una mayor escalada y abrir un espacio para negociaciones futuras.
Más allá de Turquía, China y Brasil, ambos presentes en la cumbre del G20, han venido instando desde mayo a una conferencia internacional para resolver el conflicto, subrayando la necesidad de un acuerdo entre ambas partes. Estos movimientos indican una mayor participación de actores internacionales, no solo de occidente, en la búsqueda de una solución negociada.
La posición de Zelenski: entre la presión y la resistencia
Zelensky, a pesar de la presión internacional, ha mantenido una postura firme. Si bien ha expresado públicamente su deseo de terminar la guerra el próximo año, ha dejado claro que la ‘victoria’ para Ucrania significa un país fuerte, ya sea mediante la diplomacia o la fuerza militar. Esta afirmación pone en evidencia la reticencia a ceder territorio o renunciar a sus aspiraciones euroatlánticas, puntos críticos en cualquier negociación con Rusia.
Las demandas de Zelensky por un mayor envío de armas más potentes para contrarrestar los ataques rusos demuestran su intención de llegar a la mesa de negociaciones con la mayor fuerza posible, esperando que ello influya en las condiciones del diálogo. El temor latente a una posible reducción del apoyo estadounidense con la llegada de Trump aumenta la urgencia para obtener resultados tangibles en el campo de batalla antes de cualquier tipo de negociación.
Las complejidades geopolíticas del conflicto
El conflicto en Ucrania trasciende las fronteras del país. Las implicaciones geopolíticas son profundas, incluyendo los costos económicos masivos de la asistencia militar y financiera a Ucrania, y el cambio en el equilibrio de poder en Europa y el mundo. El potencial involucramiento de tropas norcoreanas al lado de Rusia añade un nuevo y complejo elemento a la ecuación, aumentando aún más la presión para poner fin a la guerra.
La posición intransigente de Putin, quien ha resistido las múltiples llamadas a la tregua, hace prever negociaciones complejas. La insistencia del líder ruso en considerar las preocupaciones de seguridad de Rusia y sus conquistas territoriales como precondiciones para cualquier acuerdo pone en relieve la dificultad de alcanzar un consenso. El Kremlin, probablemente, interpreta la presión sobre Zelensky como un signo del desgaste de la estrategia ucraniana y, por tanto, una oportunidad para mantener sus posiciones.
un futuro incierto
El regreso de Trump a la Casa Blanca ha desencadenado una aceleración sin precedentes en la búsqueda de una salida negociada al conflicto en Ucrania. Las tensiones geopolíticas y las diferentes posiciones de los actores implicados hacen que el camino hacia la paz siga siendo incierto. El éxito de las diversas iniciativas diplomáticas y la disposición de las partes implicadas serán cruciales para determinar si se logra un acuerdo o si el conflicto continúa, con el añadido riesgo de una escalada peligrosa en la medida en que las diversas potencias no logren coordinarse.
El tiempo se agota y la presión sobre Zelenski es máxima, poniendo en juego el futuro no solo de Ucrania sino también el del equilibrio de poder internacional.