El reciente G20 en Río de Janeiro dejó a la Argentina en medio de una encrucijada. El presidente Javier Milei, conocido por su retórica anti-establishment y sus vehementes críticas a los organismos internacionales, se encontró navegando aguas turbias entre sus promesas de campaña y las realidades del escenario global. ¿Triunfo estratégico o simple supervivencia política? La participación de Milei en la cumbre genera un debate en torno a su pragmatismo, o lo que algunos denominan un cambio de discurso oportunista.
El show mediático antes del pragmatismo
Antes del G20, Milei desplegó un arsenal retórico contra la ONU y sus organismos. Sus declaraciones incendiarias, cargadas de nacionalismo exacerbado y anticomunismo, prometían una ruptura con el multilateralismo tradicional. Miles de declaraciones previas, declaraciones que ahora parecen haber sido dejadas en un baúl de los recuerdos. Sin embargo, los escenarios globales exigen a veces ajustes en las declaraciones iniciales, un ajuste para poder mantener el prestigio del Estado argentino.
Las redes sociales se inundaron con frases virales de su anterior campaña. Frases llenas de odio contra las organizaciones y países con los que ahora ha tenido que dialogar para la estabilización económica del país. Un cambio de frente que muchos analistas describen como la esencia de la política. ¿Es tan solo política, o está jugando una estrategia mayor?
El abrazo con Lula y el apretón de manos con Xi Jinping
Las imágenes de Milei estrechando la mano de Lula da Silva y de Xi Jinping fueron un golpe para quienes esperaban la ruptura con el sistema internacional. Mientras que Lula da Silva tiene un fuerte discurso progresista, Xi Jinping está en el centro del desarrollo del gigante comunista chino. El hecho de que Milei se haya reunido y entablado conversación con estos líderes mundiales habla volúmenes sobre sus decisiones pragmáticas en favor de una estrategia para la estabilización económica.
La postura de Milei en el G20 ha generado un intenso debate. Algunos lo acusan de ser un hipócrita sin principios, un político que se ajusta al discurso según le convenga. Otros lo ven como un estratega político pragmático, un jugador astuto que conoce los desafíos de gobernar y necesita establecer alianzas, sin importar con quien, para garantizar el bienestar económico del país. Esta imagen se contrapone con los ataques mediáticos de la campaña anterior, algo que ha sido rápidamente recordado en la redes sociales
La firma de documentos y las declaraciones posteriores
La firma de Milei en los documentos finales del G20, incluyendo la iniciativa contra el hambre, junto a las subsecuentes aclaraciones que minimizan su implicación con los puntos más polémicos de la agenda 2030, son una muestra de este pragmatismo. Se pone de manifiesto su dilema: la necesidad de participar y buscar apoyo económico internacional contra la necesidad de mantener una imagen dura y coherente con sus promesas políticas
Mientras que algunos acusan de doble juego, otros defienden estas acciones como necesarias para la supervivencia del gobierno. Se trata de la típica situación donde las acciones tienen que ser contrastadas con el discurso para poder llegar a una conclusión. Esto, sin embargo, podría no satisfacer a sus partidarios más acérrimos, dado que la postura pragmática podría considerarse como un cambio de rumbo que no estaba entre los planes iniciales.
La firma no compromete en demasía las posiciones ideológicas, pero tampoco se sale del juego internacional. Milei juega un juego equilibrado donde su mensaje se contrapone a las declaraciones y acciones.
Las consecuencias y el futuro
El pragmatismo de Milei en el G20 ha tenido un costo. Sus partidarios más ideológicos han manifestado su desencanto por la falta de congruencia entre la campaña electoral y las acciones posteriores. Si bien la acción podría ayudar a la recuperación de la economía, la posible falta de consistencia en el discurso podría poner en jaque su liderazgo. El futuro de la gestión política de Milei dependerá de su capacidad para gestionar este dilema entre la supervivencia y los principios ideológicos, especialmente a largo plazo.
La línea que Milei necesita establecer para la continuidad de su liderazgo necesita mantener un equilibrio. Un equilibrio difícil donde necesita la cohesión de su base política y la ayuda económica del extranjero. Este equilibrio podría ser difícil de alcanzar.
Las decisiones tomadas en el G20 tendrán repercusiones en la política exterior argentina y, aún más importante, tendrán un impacto en las expectativas económicas del país. ¿Es un triunfo o una supervivencia? La respuesta es difícil, y tal vez, ambos. La falta de coherencia entre discurso y acción generará debate por largo tiempo