La provincia de Córdoba se encuentra conmocionada por la fuga de un adolescente de 15 años, conocido como “El Pistolero”, quien acumula 19 detenciones en lo que va del año. Su historial delictivo, marcado por robos violentos principalmente a conductores de aplicaciones de transporte, y su condición de inimputable debido a su edad, lo han convertido en un caso emblemático que expone las falencias del sistema judicial de menores.
Un menor fuera del alcance de la ley
La jueza que lleva el caso ha expresado la incapacidad del sistema para contener al menor, declarando que “no saben qué hacer con él”. Ante la falta de instituciones adecuadas para su rehabilitación y la peligrosidad que representa para la sociedad, se le prohibió acercarse a su barrio, Marqués Anexo, y se le colocó una tobillera electrónica como medida excepcional. Sin embargo, “El Pistolero” logró burlar la vigilancia y se encuentra prófugo desde el jueves pasado, generando alarma entre los vecinos que afirman haberlo visto en la zona.
Este caso ha desatado un debate social sobre la responsabilidad del Estado en la protección de los menores y la necesidad de implementar medidas más efectivas para prevenir la delincuencia juvenil. La ministra de Desarrollo Humano, Liliana Montero, solicitó la colocación de la tobillera como una solución temporal, pero la fuga del adolescente demuestra que se requieren medidas más profundas y estructurales.
La adicción a la adrenalina: un factor determinante
Informes periciales psiquiátricos revelan que “El Pistolero” roba “por adrenalina”, un comportamiento que lo impulsa a cometer delitos sin medir las consecuencias. Julia Reartes, titular de la SENAF, describe al joven como impulsivo, con escasa tolerancia a la frustración y con un historial de autolesiones. Este diagnóstico plantea la necesidad de un abordaje integral que no solo se centre en el castigo, sino también en la rehabilitación y el tratamiento de las adicciones.
La SENAF ha solicitado que el menor sea alojado en el Complejo Esperanza, un centro para jóvenes mayores de 16 años, pero la justicia ha rechazado el pedido. Mientras tanto, se trabaja en un proyecto de ley que busca brindar herramientas más efectivas para tratar casos de adolescentes punibles y no punibles, reconociendo la necesidad de un marco legal más claro y preciso.
¿Falla el sistema o falla la sociedad?
La fuga de “El Pistolero” no es un caso aislado, sino un síntoma de un problema mayor: la falta de recursos y estrategias para abordar la delincuencia juvenil en Argentina. La discusión se centra en si el sistema judicial actual es lo suficientemente robusto para tratar con menores inimputables o si se necesitan reformas legislativas que permitan un mayor control y medidas más drásticas.
Algunos sectores argumentan que la inimputabilidad de los menores fomenta la impunidad y que se deben bajar la edad de imputabilidad. Otros, en cambio, defienden la necesidad de fortalecer las instituciones de rehabilitación y reinserción social, priorizando la educación y el tratamiento psicológico por sobre el encarcelamiento.
El debate también se extiende a la responsabilidad de la familia y la comunidad en la prevención de la delincuencia juvenil. La falta de contención familiar, la pobreza, la exclusión social y el consumo de drogas son factores que contribuyen a la problemática y que requieren una atención integral por parte del Estado.
El caso de “El Pistolero” ha puesto en evidencia la necesidad de un debate profundo y urgente sobre el sistema de justicia juvenil en Argentina. La búsqueda de soluciones no puede limitarse a la recaptura del menor, sino que debe abordar las causas estructurales que dan origen a la delincuencia juvenil.
Es crucial que la sociedad en su conjunto, junto con las autoridades, se involucre en la búsqueda de soluciones a largo plazo que protejan tanto a los menores como a la comunidad. La creación de programas de prevención, la inversión en educación y el fortalecimiento de las instituciones de rehabilitación son pasos esenciales para construir un futuro más seguro para todos.
¿Es posible rehabilitar a un joven adicto a la adrenalina del delito? ¿Cómo equilibrar la protección de los derechos del menor con la seguridad de la sociedad? Estas son algunas de las preguntas que debemos plantearnos como sociedad para encontrar soluciones efectivas a esta problemática.
El futuro incierto de “El Pistolero” y del sistema
Mientras “El Pistolero” continúa prófugo, su futuro y el de muchos jóvenes como él permanece incierto. La falta de un sistema que pueda contenerlo y rehabilitarlo lo expone a un ciclo de violencia y delito del que es difícil escapar.
Su caso se convierte en un llamado de atención para la sociedad y las autoridades, una oportunidad para repensar el sistema de justicia juvenil y buscar soluciones que realmente protejan a los menores y a la comunidad. Es hora de actuar, de dejar de lado la indiferencia y construir un sistema que ofrezca oportunidades reales para que jóvenes como “El Pistolero” puedan encontrar un camino diferente al del delito.