En un año marcado por la incertidumbre económica global, el peso argentino se ha destacado como la moneda más apreciada del mundo, registrando una sorprendente revalorización del 40% en términos reales. Este fenómeno, que contrasta con la devaluación de las monedas de países vecinos como Brasil y México, ha generado un intenso debate entre economistas y analistas. ¿Se trata de un espejismo temporal o de una tendencia sostenible a largo plazo? Para comprender las causas y consecuencias de esta apreciación, es necesario analizar el contexto económico argentino y los factores que influyen en el mercado cambiario.
El peso argentino: un oasis de apreciación en un mar de devaluaciones
Según un informe de GMA Capital, basado en datos del Bank for International Settlements (BIS), el peso argentino lideró la tabla de apreciación de monedas a nivel mundial entre diciembre de 2023 y octubre de 2024. Este dato resulta aún más sorprendente si se considera que el real brasileño, moneda del principal socio comercial de Argentina, sufrió una devaluación del 12,8% en el mismo período. La lira turca, con una apreciación del 16,5%, se ubicó en segundo lugar, muy por detrás del peso argentino.
Esta situación plantea interrogantes sobre la competitividad de la economía argentina, ya que un peso apreciado encarece las exportaciones y abarata las importaciones, lo que podría afectar el saldo de la balanza comercial. Sin embargo, la realidad es más compleja y requiere un análisis más profundo de las variables que influyen en el comercio exterior argentino.
Causas de la apreciación: el cepo cambiario y la inflación
La principal causa de la apreciación del peso argentino radica en el esquema cambiario implementado por el gobierno, que combina un control de cambios (cepo) con un ritmo de devaluación mensual (crawling peg) del 2%. Este porcentaje se encuentra muy por debajo de la inflación acumulada en 2024, lo que genera una brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio real.
En este contexto, el tipo de cambio real multilateral (TCRM), un indicador que mide la competitividad de una economía en relación con sus principales socios comerciales, se encuentra en niveles mínimos desde 2015, acercándose a los valores registrados a fines de 2001. Esta situación, según los economistas, podría tener consecuencias negativas para el sector externo.
Consecuencias y desafíos: competitividad, cuenta corriente y perspectivas futuras
La apreciación del peso ha generado una serie de desafíos para la economía argentina. En primer lugar, se ha observado un deterioro en el saldo de la cuenta corriente, que registró un déficit de USD 700 millones en septiembre, acumulando una salida de divisas por USD 3.636 millones en el tercer trimestre. Esto se debe, en parte, al encarecimiento de las exportaciones y al abaratamiento de las importaciones.
En segundo lugar, la competitividad del sector externo se ha visto afectada, lo que podría tener consecuencias negativas para el crecimiento económico. Sin embargo, existen otros factores que compensan en parte este efecto, como la reducción de la brecha cambiaria, que incentiva la liquidación de dólares por parte del sector agropecuario.
Otro factor a considerar es el turismo. Con un peso apreciado, se espera un aumento significativo de argentinos viajando al exterior, lo que podría generar una mayor salida de divisas. Sin embargo, el sector energético podría compensar esta salida, ya que se proyecta un superávit de USD 7.400 millones para 2025, según el Ministerio de Economía.
Salarios en dólares: un amortiguador para la economía
Un factor clave para analizar la sostenibilidad del tipo de cambio es el nivel de los salarios en dólares. Según GMA Capital, el salario promedio en dólares se encuentra en niveles similares a los del bienio 2008/2009, por debajo de los valores registrados en 2018/2019 y muy lejos de los picos de 2013-2017. Esto sugiere que los costos laborales no son excesivamente elevados en la actualidad, lo que podría permitir mantener un tipo de cambio más apreciado sin generar desequilibrios.
Además, el gobierno está implementando una agenda de desregulación y reducción del gasto público, con el objetivo de alcanzar una meta de gasto consolidado del 25% del PIB. Estas medidas, junto con posibles reformas estructurales como la laboral, podrían contribuir a la sostenibilidad del tipo de cambio a largo plazo.
¿Apreciación sostenible o bomba de tiempo?
La apreciación del peso argentino en 2024 plantea un escenario complejo, con riesgos y oportunidades para la economía. Si bien la reducción de la brecha cambiaria y los salarios en dólares moderados son factores que contribuyen a la estabilidad, el deterioro de la cuenta corriente y la pérdida de competitividad del sector externo son señales de alerta. El futuro del peso dependerá de la capacidad del gobierno para implementar reformas estructurales que impulsen la productividad y el crecimiento económico, así como de la evolución del contexto internacional.
En definitiva, la pregunta sobre si la apreciación del peso es sostenible a largo plazo no tiene una respuesta simple. Los próximos meses serán cruciales para determinar si el peso argentino seguirá siendo un caso excepcional en el mundo o si, por el contrario, la revalorización actual se convertirá en una bomba de tiempo para la economía.