El Papa Francisco, conocido por su sencillez y cercanía con el pueblo, ha dado un nuevo giro a su pontificado: la simplificación de los ritos funerales papales. A través de la publicación de una nueva edición del “Ordo Exsequiarum Romani Pontificis”, el libro litúrgico que regula las exequias del máximo jefe de la Iglesia Católica, se ha anunciado una serie de cambios significativos, alejándose de la fastuosidad de ceremonias pasadas y volcándose hacia un ritual más sobrio y centrado en la fe.
Un funeral más sencillo: el deseo del Papa
La decisión de modificar los ritos funerales refleja la filosofía de vida que el Papa Francisco ha impulsado desde su elección en 2013: una Iglesia más humilde y cercana a la gente. En diversas ocasiones, Francisco ha expresado su deseo de un funeral simple y despojado, alejado del esplendor que caracterizó los funerales de sus predecesores. Esta preferencia se alinea con su constante llamado a la humildad y la austeridad dentro de la Iglesia.
La nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, aprobada el 29 de abril de 2024 por el propio Papa Francisco, recoge estas directrices y establece una serie de cambios para que las exequias del Obispo de Roma reflejen mejor “la fe de la Iglesia en Cristo Resucitado”, según palabras del Arzobispo Diego Ravelli, Maestro de Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Ravelli enfatiza que se busca resaltar la figura del Papa como “pastor y discípulo de Cristo, y no como un hombre poderoso de este mundo”.
Cambios concretos en el ritual
Las modificaciones introducidas en el Ordo Exsequiarum son múltiples y afectan diferentes etapas del funeral. Una de las novedades más destacables es la constatación de la muerte del Papa, que ya no se realizará en su habitación privada, sino en su capilla, en un ambiente más solemne y preparado para el inicio del ritual funerario. Inmediatamente después, el cuerpo del difunto se depositará en un único ataúd de madera, eliminando el antiguo protocolo que incluía tres ataúdes de ciprés, plomo y roble.
- Eliminación del catafalco (armazón de madera para la exposición del cuerpo) en el Palacio Apostólico, exponiendo el féretro directamente en la Basílica de San Pedro.
- Eliminación de los tres ataúdes tradicionales (ciprés, plomo y roble), optando por un ataúd sencillo de madera.
- Simplificación de los títulos pontificios, usando términos como “Papa”, “Obispo de Roma” o “Pastor” en lugar de expresiones más grandilocuentes.
- Incorporación de la posibilidad de una sepultura fuera de la Basílica de San Pedro, opción que el Papa Francisco ha expresado públicamente en diversas oportunidades, prefiriendo la Basílica de Santa María la Mayor.
Otro cambio importante reside en la eliminación del traslado del féretro al Palacio Apostólico antes de su exposición a los fieles en la Basílica de San Pedro. El cuerpo del Papa fallecido será expuesto directamente en el ataúd en la basílica, eliminando el uso del catafalco, una plataforma elevada donde se solía colocar el féretro. Este cambio busca una mayor sencillez y un contacto más directo de los fieles con el cuerpo del Sumo Pontífice.
El lugar de sepultura: una decisión personal
El Papa Francisco ha expresado su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, una de sus iglesias predilectas, donde se encuentra el ícono bizantino de la Virgen Salus Populi Romani, a la cual el Papa reza con frecuencia. Esta decisión rompe con una tradición centenaria de enterrar a los papas en la Basílica de San Pedro, y subraya nuevamente su preferencia por la simplicidad y la cercanía con un lugar de profunda significación personal.
Esta opción está contemplada en la nueva edición del Ordo Exsequiarum, que incluye las indicaciones necesarias para una eventual inhumación fuera de la Basílica Vaticana. Se trata de una opción que refleja la personalidad del Papa Francisco y su visión de una Iglesia más humilde y cercana a la gente.
Tras los funerales de Juan Pablo II y Benedicto XVI
La revisión del Ordo Exsequiarum no ha surgido de improviso. La experiencia de los funerales de Juan Pablo II y Benedicto XVI, ambos eventos de gran magnitud, ha sido fundamental para reconsiderar la complejidad de los ritos. El funeral de Benedicto XVI, en particular, que supuso el reto de organizar el funeral de un Papa Emérito, evidenció la necesidad de un ritual más adaptable y menos recargado. La nueva edición del Ordo Exsequiarum se concibe, por tanto, como una respuesta a esta experiencia y a las nuevas sensibilidades teológicas y eclesiales.
El nuevo rito simplificado, revisado por un grupo de expertos en liturgia, incluye también modificaciones en la terminología, optando por títulos más sencillos como “Papa”, “Obispo de Roma” o “Pastor”, evitando términos como “Summi Pontificis” (Sumo Pontífice). La revisión incluye también la modernización de las oraciones y las letanías de los santos.
Una vuelta a la esencia
La simplificación de los ritos funerales papales decretada por el Papa Francisco es mucho más que un cambio en el protocolo. Se trata de una profunda reflexión sobre el significado de la muerte y la trascendencia de la figura del Papa en la Iglesia, un regreso a la esencia de la fe y un reflejo del estilo pastoral que ha caracterizado al Pontificado de Francisco.
Los cambios en los ritos funerales demuestran una intención clara de reducir la pompa y la parafernalia, centrándose en el aspecto espiritual y la sencillez, valores que el Papa Francisco ha venido defendiendo a lo largo de su pontificado. El Papa Francisco deja un legado que trasciende lo material y se concentra en una vivencia espiritual auténtica y humilde.