¿En qué deriva una nación cuando su líder desconoce a sus héroes? El reciente lapsus presidencial, al llamar ‘Juan José’ a San Martín, trasciende un simple error. Revela una preocupante laguna en la cultura general de quien dirige los destinos de una nación. No es solo confundir un nombre, es ignorar el legado de un hombre que, como sentenció Mitre, eligió ser libertador en el exterior y no un pretoriano en el interior. ¿Estamos, entonces, renegando de nuestra propia historia?
Este artículo no se limita a enumerar errores presidenciales, sino que busca generar una reflexión profunda sobre el valor de la memoria y el conocimiento en quienes ostentan el poder. Si el líder de una nación desconoce a sus héroes, ¿qué futuro puede construir? Si olvida los sacrificios de quienes forjaron la patria, ¿qué valores puede transmitir a las nuevas generaciones? La respuesta, lamentablemente, se vislumbra con claridad: un futuro construido sobre la arena movediza de la ignorancia, un presente marcado por la banalización de la historia.
El Legado Desconocido
Bartolomé Mitre, en su monumental biografía de San Martín, plasmó el dilema existencial del Libertador: ¿ser el líder de un ejército que impusiera su voluntad en su propia tierra, o cruzar los Andes para liberar a otros pueblos? San Martín, con una visión profética, eligió el camino más arduo, el de la renuncia y el sacrificio, la entrega total a un ideal trascendente. Ricardo Rojas nos recuerda que Bolívar, con similar grandeza, dejó atrás Caracas para unirse a la gesta emancipadora. Ambos, titanes de la historia, se encontraron en Guayaquil, sellando el destino de América Latina. Esta epopeya, que debería resonar en el corazón de cada argentino, parece ser un eco distante para el actual presidente.
Horacio Verbitsky, en su lúcido ensayo ‘San Martín, nuestro contemporáneo’, planteaba la vigencia ineludible del legado sanmartiniano en tiempos oscuros. Hoy, esas palabras adquieren una resonancia aún más poderosa. Ante la embestida de la ignorancia enquistada en el poder, la memoria se alza como un arma de resistencia, un escudo contra el olvido. Evocar la figura de San Martín, en este contexto, trasciende un mero ejercicio de nostalgia; se convierte en un acto de rebeldía, en una declaración de principios.
En un intento de desagravio al Libertador, propongo un recorrido musical a través de temas dedicados a su figura. Un ‘tutorial musical’ para el presidente, un recordatorio elocuente de que la historia no es un conjunto de datos inconexos, sino un legado palpitante que nos interpela en el presente.
- San Martín (Los Chalchaleros)
- El gurí libertador (Chamamé, Autor desconocido)
- Sueño americano (el cruce de los Andes) (Juan Reynoso)
- El gigante de los Andes (Carlos Alberto Lastra, Jorge Roberto Palmer y Oscar Cacho Valles)
- Al más Grande de la Patria (Gabriel Eugenio Pérez Lucena)
- Los sesenta granaderos (Hilario Cuadros)
- El ave y el libertador (Juan Reynoso)
- El negro de San Martín (J. Fulginiti/ A. Magaldi)
- Sajuriana (Danza tradicional)
- Perdón, mi general (Bernardo Ranalletti y Julio Cáceres)
- Marcha de San Lorenzo (Carlos Javier Benielli – Cayetano Silva)
- Himno al libertador general San Martín (Segundo M. Argañaraz – Arturo Luzzatti)
La Banalización del Discurso
Pero el problema, como una metástasis, se extiende más allá del desconocimiento de la historia. La liviandad con la que se ejerce el poder, la banalización del lenguaje, la falta de respeto por las instituciones republicanas, son síntomas inequívocos de una enfermedad que carcome los cimientos de nuestra República. Celebrar el ‘baile a Brasil’ calificándolo de ‘morboso’ es una muestra palmaria de esta degradación. ¿Qué evoca la palabra ‘morboso’ en la mente del presidente? ¿Acaso ignora sus sinónimos: ‘nocivo’, ‘patológico’, ‘malsano’, ‘insano’, ‘pernicioso’? ¿O, simplemente, elige las palabras al azar, despojándolas de su significado intrínseco, convirtiéndolas en meros significantes vacíos?
¿Cómo puede el presidente comprender la complejidad intrínseca de los desafíos que enfrenta el país si no comprende el significado de las palabras que utiliza? ¿Cómo puede construir un discurso coherente y persuasivo si banaliza el lenguaje? ¿Cómo puede inspirar confianza en sus ciudadanos si desconoce el valor de la palabra, si la reduce a un mero instrumento de manipulación?
El poder no es un juego, ni un espectáculo circense, ni un escenario para exhibir ocurrencias banales. Es una responsabilidad mayúscula que exige conocimiento profundo, compromiso inquebrantable y respeto absoluto por la historia y los valores que nos definen como nación.
Esta máxima, que parece haber sido desterrada de la conciencia del actual gobierno, debería ser grabada a fuego en la memoria de todo funcionario público, desde el más encumbrado hasta el más humilde. Porque gobernar no se reduce a administrar recursos materiales; implica, ante todo, construir un proyecto de país arraigado en valores sólidos y principios éticos irrenunciables.
Un Futuro en Juego
Ante este panorama desolador, teñido de sombras y despropósitos, ¿qué futuro aguarda a la Argentina? ¿Un porvenir signado por el olvido y la desmemoria, por la banalización sistemática de la historia y la degradación progresiva del lenguaje? ¿O un futuro de resistencia tenaz y reconstrucción esperanzadora, de defensa inclaudicable de la memoria colectiva y reivindicación orgullosa de los valores que forjaron nuestra patria?
La respuesta, una vez más, reside en las manos del pueblo. En cada ciudadano que elige recordar antes que olvidar, que elige reflexionar antes que repetir consignas vacías, que elige comprometerse activamente antes que resignarse pasivamente. Porque la memoria no es un mero relicario de antigüedades empolvadas, sino una herramienta poderosa para construir un futuro más justo y próspero. Y el conocimiento no es un privilegio reservado a una élite ilustrada, sino un derecho fundamental de todo ciudadano, una llave que abre las puertas a la libertad y al progreso.
Ha llegado el momento de despertar del letargo colectivo, de alzar la voz con valentía contra la ignorancia rampante y la banalización corrosiva, de defender con uñas y dientes la memoria histórica y reivindicar con fervor los valores que nos hicieron grandes. Porque el futuro de la Argentina, nuestra amada tierra, está en juego, pendiendo de un hilo. No podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, que sea dilapidado por la ignorancia supina enquistada en el poder.
Invitamos a la reflexión: ¿Qué acciones concretas podemos tomar para fortalecer la memoria histórica y combatir la ignorancia en el poder? Comparte tus ideas y participa en el debate. Juntos, podemos construir un futuro mejor para nuestra nación.