La reciente inauguración del puerto de Chancay en Perú, un ambicioso proyecto impulsado por la empresa estatal china COSCO Shipping, ha generado un intenso debate sobre sus implicaciones geopolíticas y económicas, especialmente para Estados Unidos. La propuesta de un asesor del equipo de transición de Donald Trump de imponer un arancel del 60% a cualquier producto que transite por este puerto ha encendido las alarmas, planteando la interrogante: ¿se trata de una amenaza comercial o una estrategia más profunda para contrarrestar la creciente influencia china en la región?
El plan de aranceles: una respuesta proteccionista
Mauricio Claver-Carone, ex director principal para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, ha sugerido la aplicación de un arancel del 60% a productos provenientes de China y países sudamericanos que utilicen el puerto de Chancay. Su argumento principal radica en prevenir el transbordo de mercancías, un mecanismo que permitiría a China eludir aranceles más altos en el mercado estadounidense. Esta iniciativa se alinea con la estrategia proteccionista de la administración Trump, que buscaba un reequilibrio de la balanza comercial con China mediante la imposición de aranceles significativos.
La medida, según Claver-Carone, también serviría como disuasivo para que otros países latinoamericanos se involucren en proyectos de infraestructura con China. El argumento subyacente es que esta colaboración fomenta la dependencia económica de China y erosiona la influencia de Estados Unidos en la región. La creciente presencia de China en Latinoamérica, detallada en informes de la ONU que muestran su predominio en inversiones y comercio, parece ser un factor clave que motiva esta propuesta.
Las preocupaciones de Estados Unidos: más allá del comercio
Más allá de las implicaciones comerciales, Estados Unidos también ha expresado preocupaciones de seguridad nacional en relación con el puerto de Chancay. Laura J. Richardson, recientemente retirada de su puesto como jefa del Comando Sur del Departamento de Defensa de Estados Unidos, ha señalado en entrevistas que el puerto podría albergar buques de guerra chinos, siguiendo un patrón que se ha observado en otras regiones. Esta perspectiva militariza el debate, posicionando al puerto no solo como un centro logístico, sino también como un posible punto estratégico para el despliegue naval chino en el Pacífico.
Para Perú, la dependencia económica del comercio con China, del cual el puerto de Chancay es un componente esencial, genera inquietud entre analistas. Eduardo Recoba, economista, ha expresado su preocupación por el riesgo para la matriz comercial peruana, particularmente la de cobre, dado que su exportación podría estar en gran medida condicionada a la buena voluntad de China. Esto resalta la complejidad de la situación para Perú, enfrentado a la tensión entre la necesidad de desarrollo económico y los potenciales riesgos de una dependencia excesiva de China.
La perspectiva china: una respuesta de cooperación
China, por su parte, ha presentado el puerto de Chancay como una iniciativa de cooperación económica y una manera de estrechar los lazos comerciales con Latinoamérica. Su objetivo es, según Xi Jinping, crear una ruta comercial más eficiente entre China y el continente americano, lo que reduciría costes de transporte y mejoraría los tiempos de entrega de mercancías. La inauguración del puerto, en la cual participó el mismo Xi Jinping junto a la presidenta peruana Dina Boluarte, se proyecta como un éxito para la estrategia de inversión en infraestructura china en la región.
A pesar de las tensiones comerciales y las preocupaciones expresadas por Estados Unidos, Xi Jinping se ha mostrado dispuesto a cooperar con la nueva administración estadounidense. Sin embargo, la propuesta de aranceles por parte de Claver-Carone evidencia una postura firme para contener el avance económico y estratégico de China. Esta aparente contradicción resalta el delicado equilibrio que existe entre la competencia económica y la búsqueda de cooperación y la prevención de posibles conflictos abiertos entre las dos superpotencias.
un juego de ajedrez geopolítico en Latinoamérica
El nuevo puerto de Chancay en Perú representa mucho más que un simple proyecto de infraestructura. Se convierte en un símbolo de la creciente competencia geopolítica entre Estados Unidos y China en Latinoamérica. La propuesta de imponer aranceles del 60% a productos que pasen por este puerto es una muestra de la tensión comercial existente, pero también revela un intento por contrarrestar la expansión de la influencia económica y estratégica de China en la región. El futuro de las relaciones entre Estados Unidos, China y Latinoamérica está en juego, y el puerto de Chancay se posiciona como una pieza crucial en este complejo juego de ajedrez geopolítico.
El debate sobre el puerto de Chancay se sitúa en el contexto más amplio de las inversiones chinas en infraestructura en América Latina, incluyendo proyectos cuestionados como la estación espacial en Argentina y las represas hidroeléctricas en Ecuador. Estas iniciativas resaltan la estrategia china de combinar infraestructura con tecnología, lo que refuerza su presencia como socio económico en la región y genera incertidumbre respecto a su impacto a largo plazo en las dinámicas geopolíticas.