El peculiar movimiento que realizan los perros y otros mamíferos al sacudirse vigorosamente después de mojarse ha fascinado a los científicos durante años. Conocido como “wet dog shake”, este comportamiento aparentemente simple esconde una intrincada red neuronal que ha sido recientemente desentrañada por investigadores de la Universidad de Harvard. Este descubrimiento no solo ilumina el mecanismo detrás de este acto reflejo, sino que también abre nuevas posibilidades para el tratamiento de la picazón crónica en humanos.
El enigma del sacudón: ¿frío o presión?
Durante mucho tiempo, la comunidad científica debatió sobre el desencadenante de esta respuesta. ¿Era un mecanismo de termorregulación, una reacción para eliminar el agua fría que provocaba una pérdida de calor? ¿O se trataba de un reflejo sensorial más complejo en respuesta al contacto con el líquido y la sensación de mojado en la piel?
Para resolver este enigma, los investigadores realizaron experimentos utilizando ratones como modelo. Se aplicaron gotas de aceite de girasol en la piel de los animales, que aunque frío, no provocaba un cambio de temperatura lo suficientemente significativo para generar una respuesta al frío. El aceite permitía así aislar la variable de la presión o contacto del estímulo.
El rol de los receptores C-LTMR y el gen Piezo2
Los experimentos revelaron que la clave estaba en los receptores mecanosensoriales, células nerviosas de la piel que responden a estímulos mecánicos como la presión y el contacto. Entre los diferentes tipos de receptores estudiados, los investigadores identificaron a los C-LTMR como los principales responsables de iniciar la respuesta del sacudón.
Los C-LTMR, localizados en los folículos pilosos, envían señales nerviosas al sistema nervioso central en respuesta a la presión mecánica. El gen Piezo2, conocido por su función en la percepción táctil y la modulación de canales iónicos, también demostró ser fundamental en este proceso. Ratones modificados genéticamente para no expresar el gen Piezo2 perdieron la capacidad de sacudirse, reforzando la importancia de este gen en la respuesta mecánica.
Más allá del perro mojado: implicaciones para la salud humana
El descubrimiento del circuito neuronal que desencadena el “wet dog shake” tiene implicaciones significativas para la investigación médica. La picazón crónica, una condición que afecta a millones de personas, se caracteriza por una sensación incómoda e persistente en la piel. Algunos científicos creen que este padecimiento podría estar ligado a los mismos mecanismos neuronales involucrados en la sacudida.
Si se confirma esta relación, las terapias dirigidas a modular la actividad de los receptores C-LTMR o la vía neuronal que pasa por el núcleo parabranquial podrían ofrecer nuevas alternativas terapéuticas para tratar la picazón crónica, reduciendo o eliminando los efectos secundarios asociados con algunos de los tratamientos actuales. Se abre la posibilidad de desarrollar tratamientos que calmen la picazón sin afectar otras funciones sensoriales importantes.
La evolución de un comportamiento
La respuesta del “wet dog shake” no es simplemente un capricho de la naturaleza; es un mecanismo de supervivencia que tiene su origen en el instinto ancestral. El acto de sacudirse rápidamente ayuda a los animales a deshacerse de los parásitos, los restos de plantas o cualquier sustancia extraña que pudiera estar alojada en su pelaje.
La investigación sugiere que este sistema es más eficaz para deshacerse de estímulos potencialmente perjudiciales que se adhieren a la piel y el pelaje, a comparación de aquellos estímulos en otros lugares del cuerpo. Este comportamiento refuerza la adaptabilidad de los animales peludos a su entorno y su lucha por la supervivencia.
Un nuevo capítulo en la neurobiología
El descubrimiento de la vía neuronal detrás del “wet dog shake” representa un avance significativo en la comprensión de los circuitos neurales que regulan la percepción sensorial y la respuesta motora. La combinación de técnicas de manipulación genética, estudios electrofisiológicos y análisis conductual permitió a los investigadores de Harvard desentrañar esta compleja red.
Esta investigación ofrece una nueva plataforma para la investigación neurobiológica, abriendo nuevos caminos para estudiar el procesamiento sensorial en el sistema nervioso central y la relación entre las respuestas mecanosensoriales y el comportamiento. El estudio sienta las bases para una mejor comprensión de cómo el sistema nervioso integra la información sensorial para generar respuestas conductuales eficaces, relevantes y de supervivencia.