A unos 1.360 años luz de distancia, en la constelación de Orión, se encuentra una estrella joven llamada FU Orionis que ha intrigado a los astrónomos durante décadas. Descubierta en 1936, FU Orionis experimentó un aumento repentino de brillo, volviéndose cien veces más luminosa en cuestión de meses. Este fenómeno, conocido como outburst de FU Orionis, es un evento raro y dramático en la vida de una estrella joven, y su estudio nos proporciona información valiosa sobre los procesos de formación estelar y planetaria.
Un horno estelar demasiado caliente para la vida
Recientemente, un equipo de astrónomos liderado por Adolfo Carvalho del Instituto de Tecnología de California (Caltech) ha utilizado el telescopio espacial Hubble para estudiar FU Orionis con mayor detalle. Sus hallazgos, publicados en The Astrophysical Journal Letters, revelan que esta estrella es mucho más caliente de lo que se pensaba. La región donde el disco de gas y polvo que rodea a la estrella, conocido como disco protoplanetario, entra en contacto con su superficie alcanza temperaturas de hasta 16.000 Kelvin, tres veces más caliente que la superficie del Sol.
Este calor extremo tiene implicaciones significativas para la formación de planetas alrededor de FU Orionis. Los planetas rocosos, como la Tierra, se forman a partir de la acumulación gradual de polvo y rocas en el disco protoplanetario. Sin embargo, en un ambiente tan caliente, estos materiales se evaporarían antes de tener la oportunidad de unirse. “Podrían perderse, o al menos freírse por completo, los planetas rocosos que se formen cerca de una estrella así”, afirma Carvalho.
Ondas de choque y explosiones estelares
El estudio de Carvalho y su equipo sugiere que la energía liberada por FU Orionis se debe a una onda expansiva que choca contra la superficie de la estrella. Esta onda expansiva se genera por la interacción violenta entre la estrella y el disco protoplanetario, que está en constante movimiento y acreción de material hacia la estrella. La colisión de esta onda expansiva con la superficie estelar libera enormes cantidades de energía en forma de calor y radiación, lo que explica las altas temperaturas observadas.
Este fenómeno no solo calienta el disco protoplanetario, sino que también lo vuelve extremadamente turbulento. Las explosiones estelares y las ondas de choque generadas por la interacción estrella-disco podrían ser lo suficientemente fuertes como para destruir cualquier planeta rocoso en formación o expulsarlos del sistema. Imaginen un disco de polvo y rocas sometido a constantes bombardeos y explosiones; es un ambiente hostil para la formación de planetas.
¿Una esperanza para los planetas lejanos?
A pesar del panorama desolador para los planetas rocosos cercanos a FU Orionis, el estudio ofrece un rayo de esperanza para los mundos que se forman en las regiones más externas del disco protoplanetario. “Si el planeta está lejos en el disco mientras se está formando, las explosiones de un objeto FU Ori deberían influir en el tipo de sustancias químicas que finalmente heredará el planeta”, explica Carvalho.
A grandes distancias de la estrella, la intensidad de la radiación y las ondas de choque disminuye, lo que permitiría que los planetas se formen sin ser destruidos. Además, las explosiones estelares podrían enriquecer químicamente el disco protoplanetario, proporcionando a los planetas en formación una mayor diversidad de elementos. Esto podría tener implicaciones interesantes para la composición y la posible habitabilidad de estos planetas.
Es importante destacar que FU Orionis es una estrella joven, y su comportamiento actual no es representativo de todas las estrellas. Sin embargo, su estudio nos permite comprender mejor los procesos violentos que pueden ocurrir durante las primeras etapas de la formación estelar y cómo estos procesos pueden influir en la formación y evolución de los sistemas planetarios.
La investigación de Carvalho y su equipo nos recuerda que la formación de planetas es un proceso complejo y delicado, y que las condiciones necesarias para la aparición de la vida tal como la conocemos son extremadamente raras. El universo está lleno de maravillas y misterios, y cada nuevo descubrimiento nos acerca un poco más a la comprensión de nuestro lugar en el cosmos.
En el futuro, los astrónomos continuarán estudiando FU Orionis y otras estrellas jóvenes similares para desentrañar los secretos de la formación planetaria. Con la ayuda de telescopios cada vez más potentes, como el telescopio espacial James Webb, podremos observar con mayor precisión los discos protoplanetarios y buscar evidencia de la formación de planetas en estos ambientes extremos. La búsqueda de vida extraterrestre y la comprensión de los orígenes de nuestro propio sistema solar dependen en gran medida de estos estudios.