El fin de la moratoria previsional ha sumido a miles de argentinos en una situación desesperada, condenándolos a una vejez en la pobreza. Tras una vida de esfuerzo, muchos se ven privados de una jubilación digna. Esta medida, que golpea especialmente a mujeres y trabajadores informales, revela la cruel realidad de un sistema previsional que falla a quienes más lo necesitan.
¿A quiénes se les cierra la puerta de la jubilación?
La finalización de la moratoria previsional afecta a aquellos que no han podido completar los 30 años de aportes requeridos. Entre ellos, trabajadores no registrados, empleados con aportes impagos por sus empleadores y cuentapropistas que no pudieron contribuir de manera constante. Son personas que lucharon contra la precariedad y la informalidad, y que ahora ven cómo se les niega una jubilación plena.
Según datos de la Subsecretaría de Seguridad Social, muchos acceden a la jubilación por moratoria con menos de 10 años de aportes, y solo una minoría alcanza entre 25 y 30 años. Esta cruda realidad expone la magnitud de la informalidad laboral y la urgencia de medidas que permitan regularizar la situación de los trabajadores y garantizar su acceso a la seguridad social.
¿Quiénes son estos rostros detrás de las estadísticas? María, que dedicó su vida al cuidado de sus hijos y nunca tuvo un empleo formal. Juan, que trabajó en changas sin derechos ni protección social. Marta, que tras años de esfuerzo, ve cómo se desvanece la posibilidad de un retiro digno.
Andrea Falcone, abogada especialista en personas mayores, resume la situación con crudeza: “A partir de hoy va a ser mucho más difícil jubilarse”.
“A partir de hoy va a ser mucho más difícil jubilarse”, advierte Andrea Falcone, abogada especialista en personas mayores.
PUAM: ¿Un consuelo insuficiente?
Ante el cierre de la moratoria, la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) emerge como la única alternativa para quienes no cumplen con los requisitos. Sin embargo, esta prestación, equivalente al 80% del haber mínimo, es apenas un salvavidas que no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una persona mayor. Además, la PUAM impide trabajar y elimina el derecho a la pensión por fallecimiento del cónyuge.
Para las mujeres, la situación se agrava, ya que se extiende la edad de acceso al sistema a los 65 años, igualando la de los hombres. Esto implica cinco años más de espera para cobrar un haber menor y sin la posibilidad de acceder a una pensión por viudez, profundizando su vulnerabilidad económica.
La PUAM, lejos de ser una solución, es un parche que no resuelve el problema de fondo y que condena a miles de personas a vivir en la pobreza y la exclusión social en la vejez. Es una muestra más de cómo el sistema previsional argentino no está diseñado para proteger a los más vulnerables, sino para perpetuar la desigualdad.
Informalidad laboral: La raíz del problema
El fin de la moratoria previsional expone la alarmante realidad de la informalidad laboral en Argentina. La falta de registración, el empleo en negro y la evasión de aportes son prácticas que perjudican a los trabajadores y comprometen la sustentabilidad del sistema previsional. La moratoria, en este contexto, funcionaba como un paliativo que permitía a muchos acceder a una jubilación, aunque fuera mínima.
La solución no pasa por eliminar las moratorias, sino por combatir la informalidad laboral y garantizar que todos los trabajadores tengan acceso a empleos formales, con derechos y protección social. Esto requiere de políticas públicas integrales que promuevan la creación de empleo de calidad, fortalezcan la fiscalización laboral e incentiven a las empresas a cumplir con sus obligaciones.
La falta de aportes previsionales no es solo un problema individual, sino un problema social que nos afecta a todos. Un sistema previsional que no garantiza la cobertura universal y que deja a miles de personas sin acceso a una jubilación digna es un sistema injusto que no cumple con su función social.
¿Qué futuro les espera?
Ante este panorama sombrío, ¿qué alternativas les quedan a quienes no pueden acceder a la jubilación? Intentar comprar años de aportes es una opción costosa e inaccesible para muchos. Seguir trabajando hasta alcanzar la edad jubilatoria se torna imposible debido a problemas de salud o falta de oportunidades laborales.
La realidad es que, para muchos, el futuro se presenta incierto y lleno de obstáculos. La falta de una jubilación digna puede conducir a la pobreza, la exclusión social y la dependencia económica de familiares y amigos. Esta situación es aún más preocupante en un contexto de crisis económica y ajuste fiscal, donde los recursos para la asistencia social escasean.
Es urgente que el Estado tome medidas para proteger a los más vulnerables y garantizar que todos tengan acceso a una vejez digna. Esto implica revisar el sistema previsional, combatir la informalidad laboral y fortalecer las políticas de asistencia social. No podemos permitir que miles de argentinos sean condenados a vivir en la miseria y la desesperación en la etapa final de sus vidas.
Construir un sistema previsional justo: Un desafío urgente
La finalización de la moratoria previsional nos exige reflexionar sobre el futuro del sistema previsional argentino. ¿Cómo construimos un sistema justo, sostenible y con cobertura universal? La respuesta no es sencilla y requiere un debate profundo y honesto sobre los desafíos y las oportunidades que enfrenta nuestro país.
Es necesario revisar la estructura del sistema previsional, caracterizada por múltiples regímenes especiales y una distribución desigual de los recursos. También es fundamental combatir la evasión fiscal y garantizar que todos los empleadores cumplan con sus obligaciones previsionales. Además, es importante promover la creación de empleo de calidad y fortalecer las políticas de inclusión social, para que todos los trabajadores tengan la oportunidad de acceder a una jubilación digna.
La construcción de un sistema previsional justo y sostenible es un desafío que nos compete a todos. Requiere el compromiso y la responsabilidad de los gobiernos, los empresarios, los sindicatos y la sociedad en su conjunto. No podemos permitir que la falta de visión y la mezquindad política nos impidan construir un futuro mejor para nuestros mayores.
Es hora de levantar la voz y exigir medidas urgentes para proteger a los más vulnerables y garantizar que todos tengan acceso a una vejez digna. No podemos permanecer indiferentes ante la injusticia y la desigualdad. Debemos luchar por un sistema previsional que sea justo, sostenible y que cumpla con su función social: proteger a nuestros mayores y garantizar su bienestar en la etapa final de sus vidas. ¡No permitamos que se condene a nuestros abuelos a la pobreza!