El próximo fin de año trae consigo un dilema económico clave para el gobierno argentino: el futuro del dólar tarjeta. La inminente eliminación del Impuesto PAIS genera un intenso debate en el Ministerio de Economía, un debate que impacta directamente en las reservas del Banco Central, en el bolsillo de los argentinos y en la estabilidad financiera del país.
El escenario: Impuesto PAIS y dólar tarjeta
Actualmente, el dólar tarjeta se ubica por encima de los $1600, un valor inflado por los recargos del 30% a cuenta de Ganancias o Bienes Personales y el 30% del impuesto PAIS. Con la temporada alta de viajes a la vuelta de la esquina, la incertidumbre sobre su futuro es palpable.
La reciente eliminación del impuesto PAIS para compras online en el exterior, con un aumento en el límite de compra de US$1000 a US$3000, agrega más complejidad al panorama. Esta medida, según el vocero presidencial, busca facilitar la importación de productos a mejores precios para los consumidores argentinos. Sin embargo, la decisión sobre el dólar tarjeta sigue sin resolverse, generando expectativas y especulaciones.
Dos propuestas, dos consecuencias
Dentro del Ministerio de Economía coexisten dos posturas principales. Por un lado, hay quienes proponen no reemplazar el impuesto PAIS y, en cambio, reducir el valor del dólar tarjeta a aproximadamente $1300. La idea subyacente es incentivar el gasto en el exterior, generando una mayor circulación de capital en el sector turístico, aunque esto implique una mayor salida de divisas.
Este enfoque considera que una reducción en el precio estimulará el consumo, compensando la pérdida de ingresos fiscales con un aumento en la actividad económica. Sin embargo, la viabilidad de esta estrategia es debatida en base a la presión actual sobre las reservas.
En el otro extremo, existe una postura más cautelosa que aboga por mantener un dólar tarjeta elevado, incluso con la eliminación del PAIS. Los defensores de esta posición argumentan que el dólar turista ya genera una salida mensual de entre 600 y 700 millones de dólares, una cifra que podría duplicarse en los meses de alta demanda de divisas, como diciembre, enero y febrero. La idea principal aquí es evitar una fuga masiva de reservas del Banco Central.
Se argumenta que al controlar el tipo de cambio, el Banco Central podría regular de forma más eficiente el gasto en divisas. De esta manera, se prioriza la estabilidad financiera a expensas de la posible reducción del turismo.
El dilema: reservas vs. turismo
El debate refleja una tensión central en la gestión económica: el equilibrio entre la necesidad de impulsar el turismo como motor económico y la urgencia de proteger las reservas internacionales. Una baja en el dólar tarjeta podría tener consecuencias positivas para el sector turístico, atrayendo más argentinos al exterior, mientras que una disminución de las reservas generaría más inestabilidad financiera.
De hecho, existen economistas que han realizado análisis detallados. Estudios indican que los salarios argentinos expresados en dólares han crecido significativamente en el último año, impulsados por una dinámica cambiante en el tipo de cambio. Mientras el poder adquisitivo en pesos no se recupera por completo, el crecimiento salarial en dólares podría disparar el turismo si las barreras cambiarias se abren.
El gobierno se enfrenta a una decisión compleja que requerirá un análisis exhaustivo de las implicaciones a corto y largo plazo de cada una de las opciones. Se deben considerar las consecuencias para el Banco Central, la estabilidad macroeconómica, y el impacto en el comportamiento del consumidor.
El rol del Banco Central y las reservas
El Banco Central (BCRA) juega un papel crucial en este escenario. Su visión de este asunto se basa en la distinción entre reservas brutas y reservas netas. Mientras que la salida de dólares a través del MEP no impacta directamente las reservas netas, sí lo hace en las brutas, que actualmente se encuentran en positivo. Si el gobierno opta por bajar el impuesto o el precio del dólar tarjeta se podría ver un mayor impacto en este rubro.
El BCRA argumenta que el uso de reservas brutas es menos controlable, mientras que el uso de las reservas netas es más sensible a las políticas cambiarias. Esta distinción resulta crucial a la hora de evaluar la sostenibilidad de cada estrategia, en relación a su potencial para provocar un drenaje de las reservas.
Posibles consecuencias
La decisión que tome el gobierno tendrá un impacto significativo en diversos aspectos de la economía. Un dólar tarjeta bajo podría impulsar el gasto en el exterior, pero incrementará la presión sobre las reservas. Un dólar tarjeta alto protegerá las reservas, pero podría reducir el turismo y la demanda de productos importados.
Es fundamental que la decisión se base en un análisis integral de todas las variables involucradas, y que se diseñen estrategias de mitigación para los riesgos asociados a cualquier escenario elegido. La transparencia y una comunicación clara al público serán claves para evitar conmociones en el mercado cambiario.
un debate abierto
El dilema del dólar tarjeta es un debate abierto que refleja las tensiones de la política económica actual. La decisión final tendrá un impacto directo en las arcas fiscales, en el turismo y en la estabilidad del Banco Central. El gobierno deberá sopesar cuidadosamente los beneficios y riesgos asociados a cada opción, considerando las implicaciones para todos los sectores de la sociedad argentina.
En las próximas semanas, se espera que el gobierno dé a conocer su resolución, la cual tendrá importantes consecuencias en la vida cotidiana de los argentinos y en la economía del país.