Argentina, un país con una vasta extensión territorial y una rica historia de producción agrícola e industrial, se encuentra en una encrucijada exportadora. Tras años de políticas proteccionistas y un estancamiento productivo, el nuevo gobierno de Javier Milei promete un cambio radical, con la apertura comercial y la desregulación como banderas. ¿Es posible un despegue exportador argentino o se trata de una promesa vacía? Para responder a esta pregunta, es crucial analizar el pasado, comprender el presente y proyectar el futuro del comercio exterior argentino.
El Legado del Kirchnerismo: Un Freno a las Exportaciones
Durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015), Argentina experimentó un estancamiento en sus exportaciones, en contraste con el crecimiento observado en países vecinos como Brasil, Chile y Perú. La producción de soja, uno de los principales productos de exportación argentinos, aumentó solo un 23% entre 2003 y 2022, mientras que en Brasil se triplicó. Este bajo rendimiento no se limita al sector agrícola; la producción de petróleo, por ejemplo, disminuyó en Argentina, a pesar de contar con Vaca Muerta, el segundo reservorio de shale oil más importante del mundo.
Las políticas implementadas durante este período, como las retenciones a las exportaciones agrícolas, el cepo al dólar y un fuerte proteccionismo a la industria local, contribuyeron a este estancamiento. Las retenciones, que llegaron a superar el 40% en el caso de la soja, desincentivaron la inversión y la producción. El cepo cambiario, por su parte, generó un tipo de cambio artificialmente bajo, que favoreció las importaciones y perjudicó la competitividad de las exportaciones. Además, el proteccionismo a la industria local, aunque buscaba fomentar el empleo, tuvo el efecto contrario al desviar recursos de los sectores exportadores.
La Promesa de Milei: ¿Apertura y Desregulación?
El gobierno de Javier Milei ha propuesto un cambio de rumbo en la política económica, con la apertura comercial y la desregulación como ejes centrales. La eliminación de las retenciones, la unificación del tipo de cambio y la reducción de las restricciones a las importaciones son algunas de las medidas que se han anunciado. Estas políticas buscan generar un entorno más favorable para las exportaciones, incentivando la inversión y la producción.
Sin embargo, la implementación de estas medidas no está exenta de desafíos. La eliminación de las retenciones, por ejemplo, implicará una pérdida de recaudación fiscal que deberá ser compensada con otras medidas. La unificación del tipo de cambio podría generar una devaluación que, si bien mejoraría la competitividad de las exportaciones, también podría tener un impacto inflacionario. Además, la apertura comercial deberá ser gradual y acompañada de políticas que permitan a las empresas argentinas adaptarse a la competencia internacional.
Vaca Muerta: ¿El Motor del Despegue Exportador?
Vaca Muerta, la formación geológica con vastas reservas de petróleo y gas no convencional, se presenta como una oportunidad única para impulsar las exportaciones argentinas. Con la expansión del oleoducto de Oldelval y la construcción de nuevos ductos, la capacidad de exportación de petróleo se duplicará en los próximos años. Esto podría generar ingresos adicionales por más de US$15.000 millones anuales, a precios actuales.
Sin embargo, el desarrollo de Vaca Muerta requiere de importantes inversiones en infraestructura y tecnología. Además, es necesario generar un marco regulatorio estable y transparente que atraiga la inversión extranjera. Si se logran superar estos desafíos, Vaca Muerta podría convertirse en el motor del despegue exportador argentino.
El Potencial Exportador Argentino: ¿Realidad o Promesa?
Con estabilidad macroeconómica, apertura comercial, eliminación de retenciones y cepo cambiario, las exportaciones argentinas podrían crecer significativamente en los próximos años. Se estima que en 2024 las exportaciones alcanzarán los US$80.000 millones, representando el 13,2% del PBI. Con una década de políticas consistentes, este número podría llegar a US$200.000 millones, equivalente al 20% del PBI.
Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que este escenario optimista depende de la continuidad de las reformas y de la capacidad del gobierno para generar un clima de confianza que atraiga la inversión. El desafío para Argentina es no repetir los errores del pasado y construir un modelo económico sostenible que le permita integrarse plenamente al comercio internacional.