El gobierno actual está llevando adelante un plan sistemático de desmantelamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), una institución clave para el desarrollo del sector agropecuario argentino. Bajo el pretexto de reducir el déficit fiscal, se está procediendo a una privatización encubierta que implica la venta de tierras, despidos masivos y la entrega del conocimiento generado durante décadas a empresas privadas, muchas de ellas multinacionales.
La venta de tierras: un saqueo encubierto
La joya de la corona de esta operación de desmantelamiento es la venta de más de 27.000 hectáreas de campos experimentales del INTA. Estas tierras, estratégicamente ubicadas en todo el país, no son terrenos baldíos, sino que son el corazón de la investigación agropecuaria argentina. En ellas se desarrollan investigaciones cruciales para la mejora de cultivos, la creación de nuevas variedades resistentes a las sequías y plagas, la optimización de recursos hídricos y la innovación tecnológica en el sector. Su venta representa un golpe durísimo al desarrollo tecnológico y la soberanía alimentaria del país.
El gobierno sostiene que estas tierras generan un déficit. Sin embargo, esta justificación se cae por su propio peso cuando se consideran los innumerables beneficios que genera la investigación realizada en estas tierras, beneficios que se traducen en millones de pesos en aumento de la productividad y mejoras en la calidad de los productos argentinos.
Detrás de esta operación hay un negocio millonario que deja en evidencia la verdadera intención: favorecer a empresas multinacionales y grupos económicos ligados al gobierno.
Despidos masivos: un golpe a la experiencia y el conocimiento
Para completar el desguace del INTA, se está procediendo a la eliminación de miles de puestos de trabajo. Técnicos, ingenieros, investigadores, especialistas en genética, fitopatología, y toda una generación de profesionales dedicados a la investigación agropecuaria se ven obligados a dejar sus trabajos, llevándose consigo un invaluable conocimiento y experiencia acumulada durante años.
Este éxodo de profesionales, que han dedicado su vida al INTA, representará un daño irreparable para la capacidad de innovación del sector agropecuario. Las jóvenes promesas, los becarios, aquellos que representan el futuro de la investigación, son víctimas colaterales de este desmantelamiento. Es una traición a la educación y a los que invirtieron su esfuerzo en la formación de profesionales con altas competencias técnicas
Se habla de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas y no renovación de contratos, pero lo que se esconde detrás de estas maniobras es una política deliberada de achicamiento del Estado y la entrega del patrimonio nacional a intereses privados. ¿Casualidad? Para nada.
AAPRESID: el caballo de Troya en el INTA
La nueva conducción del INTA, encabezada por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), tiene un conflicto de intereses obvio y se ha prestado para jugar un rol ominoso en este proceso de desmantelamiento. Mientras AAPRESID se posiciona como una organización que representa a los productores agropecuarios, sus acciones demuestran una orientación hacia la defensa de los intereses de las grandes empresas agroexportadoras. Esto se refleja en la reducción del apoyo a la agricultura familiar, la desatención a las economías regionales y la promoción de modelos productivos intensivos que priorizan las ganancias sobre la sostenibilidad ambiental y social.
La instalación de AAPRESID en el INTA no ha sido una casualidad. Desde el inicio de la gestión actual, ha existido una sintonía evidente con esta asociación, sus presidentes y vicepresidentes han ocupado y actualmente ocupan cargos importantes dentro del INTA.
La asociación AAPRESID está integrada por empresas gigantes de la industria agroalimentaria, lo cual expone un conflicto de interés enorme y demuestra que se trata de una estrategia perfectamente orquestada para beneficio de esas multinacionales.
El impacto en las economías regionales: un futuro incierto
El desmantelamiento del INTA no solo afectará a la investigación agropecuaria a nivel nacional, sino que tendrá consecuencias devastadoras para las economías regionales. Muchos pequeños y medianos productores dependen de la asistencia técnica y la investigación del INTA para mejorar sus producciones y acceder a mercados más competitivos. Con la reducción del apoyo a estas economías, se pone en riesgo la supervivencia de miles de familias y comunidades que viven del trabajo en el campo.
La apuesta del gobierno actual a la exportación indiscriminada de materias primas, dejando de lado la producción para el mercado interno y la industrialización, deja a estos productores completamente desprotegidos, agrava la situación y potencia el impacto negativo.
La eliminación de las Estaciones Experimentales en distintas regiones del país impacta directamente en el conocimiento generado por los INTA locales que tienen un profundo conocimiento del suelo, clima y particularidades del lugar. Se pierde el saber de años, de investigaciones específicas a las necesidades regionales. Esto potencia la centralización y el control de la información en manos de grandes empresas del campo y las multinacionales.
Un llamado a la acción: salvar al INTA
El desmantelamiento del INTA es una decisión grave, irresponsable, con un tinte claramente anti-nacional. Representa un grave ataque a la soberanía alimentaria, al desarrollo tecnológico y al futuro del sector agropecuario argentino. Es necesario un movimiento social amplio que se oponga a esta política de privatización y exija la defensa de una institución clave para el desarrollo del país.
Si dejamos que esto suceda, estamos condenando al sector agropecuario argentino a la dependencia tecnológica y económica de las grandes empresas internacionales, poniendo en riesgo nuestro futuro alimentario y la soberanía sobre nuestro territorio.
Debemos defender al INTA, defender la investigación y el conocimiento agropecuario que sustenta la alimentación y el desarrollo de nuestro país.