El crecimiento urbano descontrolado a menudo deja al descubierto las deficiencias en la planificación, y el Camino Intercountries, en Córdoba, se ha convertido en un ejemplo paradigmático de esta problemática. La falta de veredas y la priorización del automóvil han transformado esta vía en un territorio hostil para peatones y ciclistas, exponiéndolos a riesgos constantes. El reciente atropellamiento de tres adolescentes, que afortunadamente sobrevivieron, puso en evidencia la urgencia de una intervención integral que priorice la seguridad vial y la movilidad sostenible.
Un camino diseñado para la exclusión
El arquitecto y urbanista Jorge Taberna describe el Camino Intercountries como una “anticiudad”, donde la lógica de exclusión prevalece sobre la integración urbana. Los countries, con sus alambrados y controles de acceso, se erigen como islas de privilegio en medio de un entorno que carece de infraestructura básica para la movilidad peatonal. Esta concepción, centrada en la seguridad privada por sobre la seguridad pública, ha generado un espacio público fragmentado y hostil para quienes no se desplazan en automóvil.
La proliferación de comercios y clubes deportivos a lo largo del Camino Intercountries ha incrementado el flujo de personas, pero la infraestructura peatonal no ha acompañado este crecimiento. La ausencia de veredas o su uso como estacionamiento vehicular obliga a los peatones a transitar por senderos improvisados, exponiéndolos a accidentes. Esta situación se agrava en zonas como la rotonda de Villa Warcalde, donde la presencia de vendedores ambulantes reduce aún más el espacio disponible para la circulación, aumentando el riesgo de accidentes como el vuelco del camión ocurrido recientemente.
La necesidad de un cambio de paradigma
Paula Marchesini, coordinadora de infraestructura de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Global (BIGRS), aboga por una reconfiguración del Camino Intercountries que priorice la movilidad activa. Para Marchesini, es fundamental adoptar un modelo de “pirámide invertida”, donde caminar y andar en bicicleta sean las formas de desplazamiento prioritarias. Esto implica no solo construir veredas y ciclovías, sino también implementar medidas para reducir la velocidad del tráfico y promover una cultura vial que respete a los usuarios más vulnerables.
La propuesta de Marchesini coincide con la visión de Taberna, quien insiste en la necesidad de repensar la integración del Camino Intercountries con la ciudad. El crecimiento urbano exige un cambio en la forma en que concebimos el espacio público, priorizando la movilidad sostenible y la seguridad de todos los ciudadanos, no solo de aquellos que residen en barrios cerrados.
Una luz de esperanza: la obra de sistematización
El anuncio de una obra de sistematización del Camino Intercountries por parte del Ente Metropolitano, con fondos del Gobierno provincial, abre una ventana de esperanza para la resolución de esta problemática. El proyecto, que incluye la duplicación de la calzada, la construcción de veredas y una ciclovía, promete transformar el Camino Intercountries en una vía segura y accesible para todos.
La obra, dividida en dos etapas, se extenderá desde la avenida Ejército Argentino hasta la rotonda de Villa Warcalde. Si bien la polémica en torno a la propiedad de un lote en Lomas de la Carolina podría generar demoras, las autoridades aseguran que el proyecto se licitará en los próximos meses y se materializará en 2025. Además de mejorar la seguridad vial, la obra también contempla la solución de problemas de escurrimientos en la zona.
El desafío de construir una ciudad inclusiva
El caso del Camino Intercountries nos invita a reflexionar sobre el modelo de ciudad que queremos construir. ¿Una ciudad fragmentada, donde la seguridad privada se impone sobre el espacio público, o una ciudad inclusiva, donde la movilidad sostenible y la seguridad vial sean derechos para todos? La obra de sistematización es un paso importante, pero no suficiente. Es necesario un cambio cultural profundo que promueva la convivencia y el respeto entre todos los usuarios de la vía pública.
La participación ciudadana en el debate sobre la planificación urbana es fundamental para asegurar que las obras respondan a las necesidades reales de la comunidad. Es necesario que los vecinos, organizaciones sociales y expertos en urbanismo se involucren en el proceso de diseño e implementación de las políticas públicas, para garantizar que el Camino Intercountries se convierta en un espacio seguro, accesible y que promueva la integración urbana.