La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. sepultó a Pompeya bajo toneladas de ceniza, dejando tras de sí una cápsula del tiempo que, durante siglos, ha fascinado y desafiado a historiadores y arqueólogos. Las icónicas figuras de yeso, moldeadas a partir de los huecos dejados por los cuerpos descompuestos, han ofrecido una visión, hasta ahora considerada fidedigna, de los últimos momentos de los habitantes de la ciudad. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology ha revolucionado nuestra comprensión de Pompeya, utilizando análisis genéticos para reinterpretar la historia que estas figuras nos han contado hasta ahora.
El ADN como herramienta de la historia
Investigadores de la Universidad de Harvard y la Universidad de Florencia han analizado el ADN extraído de los restos óseos contenidos en 14 moldes de yeso. Este análisis exhaustivo ha revelado datos sorprendentes, desafiando narrativas construidas durante décadas basándose en la posición de los cuerpos y conjeturas. Los relatos tradicionales sobre las familias y relaciones entre las víctimas han sido puestos en entredicho.
Alisa Mittnik, genetista del laboratorio de Harvard que lideró el análisis genético, explicó que las suposiciones anteriores sobre las relaciones familiares resultaron incorrectas en muchos casos, incluyendo el famoso grupo conocido como “la familia de la Casa del brazalete de oro”, donde un adulto y un niño previamente interpretados como madre e hijo resultaron ser un varón adulto y un niño no emparentados. Esto plantea una visión completamente diferente de las dinámicas sociales en Pompeya. Se podría especular que podría tratarse de esclavos o sirvientes de la casa.
Desmintiendo los mitos de Pompeya
El estudio no solo reescribe las relaciones familiares de Pompeya, sino que también cuestiona otras interpretaciones arraigadas, especialmente las relacionadas con el género. El análisis genético de “las dos doncellas”, dos figuras abrazadas que siempre se ha descrito como hermanas o madre e hija, demostró que uno de los individuos era en realidad un hombre, invalidando aún más las suposiciones anteriores.
Mittnik reconoce que esto abre un abanico de posibilidades para reconstruir las relaciones entre estos individuos: amantes, personas adoptadas (una práctica común en el Imperio Romano), o incluso hermanos. Este hallazgo pone de manifiesto la importancia de utilizar métodos científicos modernos para reinterpretar el pasado, alejándose de las especulaciones y preconceptos.
La diversidad genética de Pompeya
Una de las revelaciones más significativas de este estudio es la evidencia de una notable diversidad genética entre los habitantes de Pompeya. El análisis del ADN ha mostrado una mezcla genética de poblaciones del Mediterráneo oriental, incluyendo regiones del Egeo y del Levante, según Mittnik. Esta diversidad genética se atribuye a la migración, el comercio, la conquista y la esclavitud, componentes intrínsecos de la dinámica del Imperio Romano.
Este descubrimiento subraya el carácter cosmopolita de Pompeya, una ciudad portuaria que atraía a personas de distintas procedencias y culturas. Se ha considerado un contrapunto a la imagen unitaria de la población, demostrando la complejidad y el carácter heterogéneo de la sociedad romana. Esta diversidad cuestiona la idea previa de una Pompeya homogénea y nos presenta una realidad mucho más rica y compleja.
Un pasado reescrito
El estudio del ADN de Pompeya, y los resultados sorprendentes obtenidos, enfatizan la necesidad de reexaminar nuestro pasado a la luz de la evidencia científica actual. Las herramientas genéticas han proporcionado una comprensión más precisa y matizada que simplemente basarse en el aspecto físico de las víctimas y las interpretaciones previas que muchas veces estaban teñidas de perspectivas culturales y prejuicios de la época. Esto también genera una importante lección de cautela sobre cómo se interpretan y reconstruyen los datos históricos, lo que ha planteado serios cuestionamientos sobre otras interpretaciones realizadas en los últimos 150 años.
El futuro de la investigación en Pompeya promete nuevas revelaciones a medida que se continúan las excavaciones y los análisis genéticos. La ciudad sepultada por el Vesubio continúa desvelando sus secretos, ofreciéndonos una perspectiva siempre más profunda sobre la vida en el Imperio Romano. Más allá de los cambios dramáticos en nuestras percepciones sobre las familias de Pompeya y la riqueza cultural del Imperio Romano, queda la lección sobre la importancia de combinar las nuevas tecnologías, las técnicas avanzadas y el pensamiento crítico para comprender mejor nuestro pasado.