¡Se prendió fuego la pradera! Pablo Echarri, el galán de telenovelas devenido en paladín de la justicia social (al menos en Twitter), se cruzó feo con Aníbal Pachano y Ramiro Marra. El tema de la discordia: la SAGAI, esos billetes que los actores cobran por repetir sus caras hasta el hartazgo en la tele. Pachano lo acusó de no pagar lo que corresponde, Marra lo trató de chanta, y Echarri… bueno, Echarri les dijo de todo.
Pachano vs. Echarri: ¿Quién baila mejor con la guita?
Todo empezó en un streaming berreta llamado “Oveja Negra” (¿en serio, Aníbal?). Pachano, con su lengua karateka afilada como siempre, tiró la bomba: Echarri, como tesorero de la SAGAI, no le paga lo que le corresponde por sus apariciones televisivas. ¡Chan! Pero ojo, que el coreógrafo no se quedó ahí, también lo trató de maleducado y ordinario. O sea, le hizo un combo mortal de uppercut verbal.
Echarri, que no es de quedarse callado (ni de esquivar un buen escándalo mediático), recogió el guante y le contestó con un tweet digno de un campeón de boxeo en redes sociales. “Imbécil”, arrancó con delicadeza. Y después le explicó, con una paciencia que ni la Madre Teresa, que la SAGAI no paga derechos de imagen, sino derechos de intérprete. O sea, que Pachano, por hacer de Pachano en lo de Tinelli, no cobra. ¡Doble chan!
Marra se mete en el barro: ¿Oportunismo político o defensa genuina?
Como si la pelea entre Echarri y Pachano no fuera suficiente, Ramiro Marra, el libertario que quiere privatizar hasta el aire que respiramos, metió la cuchara. Tratando de quedar bien con los artistas (y de paso pegarle al kirchnerismo, porque para eso se levanta a la mañana), acusó a Echarri de no defender los intereses de sus colegas.
Pero Echarri, que ya estaba con la sangre en el ojo, no se la dejó pasar. Le tiró con munición gruesa: “Sos peligroso porque junto con tus secuaces están llevando a la Argentina al nivel de pobreza más grande de la historia”. ¡Boom! Ahí lo noqueó. Ni Mike Tyson en sus mejores tiempos.
SAGAI: ¿La caja de Pandora del espectáculo argentino?
En el medio de este quilombo mediático, queda flotando la pregunta del millón: ¿cómo funciona realmente la SAGAI? ¿Es una entidad transparente que defiende los derechos de los artistas o una cueva oscura donde se manejan millones sin control? Echarri, para defenderse, mostró un certificado ISO 9001:2015. ¿Alcanza con eso para callar las críticas? Mmm… yo tengo mis dudas.
Lo que es seguro es que este escándalo recién empieza. Preparen los pochoclos, porque esto promete más rounds que una pelea de Mayweather. Y como diría Moria Casán: ¡Si querés llorar, llorá! Pero el show debe continuar.