Amigos, amantes del buen comer, ¡atención! ¡La Argentina está de fiesta! Y no, no es por un gol de Messi (aunque siempre es motivo de celebración). Esta vez, el motivo de alegría es gastronómico, ¡y de qué manera! Don Julio, esa parrillacita encantadora de Palermo, se ha coronado como el Mejor Restaurante de Latinoamérica en los prestigiosos Latin America’s 50 Best Restaurants 2024. ¡Tremendo, eh? ¡Se impuso entre los gigantes de la región!
La ceremonia, que se realizó en el Museo Histórico Nacional de Río de Janeiro (un lugar con historia, la verdad, digno de una celebración así), fue una verdadera pasarela de chefs, críticos y gourmets de primera línea. Se veían caras conocidas, pero al menos yo solo reconocí a Danniella Camilo, la encargada de anunciar el ranking. ¡Impecable, la presentación!
Pablo Rivero, el dueño de Don Julio, al recibir el premio, dijo algo así como: ‘No lo esperábamos, trabajamos mucho y estamos felices’. Simple, pero eficaz. Nada de discursos rimbombantes, justo lo que esperás de un tipo que conoce el sabor del éxito (y de un buen asado).
Claro, el secreto de Don Julio no está solo en la simpatía del dueño. Hablamos de un lugar que redefine la parrilla tradicional, con técnicas de maduración de carnes que hacen agua la boca, una selección cuidadísima de razas Hereford y Angus (¡les juro que parecen modelos, las vaquitas!), y un enfoque en la sostenibilidad y la ganadería regenerativa. En pocas palabras: ¡asado gourmet con conciencia!
Y la Argentina, ¡presente!
Pero no crean que Don Julio fue el único argentino que brilló en la noche. Nuestros compatriotas arrasaron. Para empezar, Gran Dabbang, con su propuesta asiática llena de sabor, quedó en el puesto 18, mostrando que en Argentina, ¡sabemos de todo!
Luego, tenemos a Mishiguene (puesto 29), con su sabrosa cocina judeo-argentina, que para algunos es la mejor manera de mezclar la historia y la modernidad en un plato. ¡Como para ir de viaje al pasado y regresar con el estómago feliz!
El Preferido de Palermo, un neo-bodegón recuperado por la dupla Rivero-Tassi, se posicionó en el 31, ofreciendo comida tradicional elevada a su máxima expresión. ¡Si hasta las milanesas se ven elegantes!
Niño Gordo (puesto 34), con ese globo gigante de bebé en la entrada, nos recordó que la alta gastronomía puede ser también divertida. ¡Además, ese nombre, una joya!
Trescha (puesto 33), premiado como el mejor nuevo ingreso y que parece ser una experiencia gourmet casi espiritual, no se quedó atrás y ¡Julia, en el 37! ¡Un total de ocho restaurantes argentinos en los primeros cincuenta puestos! ¡Un batallón de sabor!
Para el final, dejamos a Aramburu (puesto 46), con sus dos estrellas Michelin, mostrándole a América Latina lo que es la alta cocina argentina con una elegancia incomparable. Es el rey de las dos estrellas, señores, ¡hay que cuidarlo!
Más allá de Don Julio: El jurado, una cuestión de expertos
Pero, ¿quiénes son los que eligen a los mejores? No es solo un grupo de amigos que se juntaron a comer y opinar (aunque, sinceramente, me anotaría en ese club). Se trata de la “Latin America’s 50 Best Restaurants Academy”, un panel de 300 expertos en gastronomía de toda la región, divididos por zonas. Cada uno vota a diez restaurantes, con una regla un tanto divertida: por lo menos cuatro tienen que ser de fuera de su país. ¡Así, todos tienen la posibilidad de brillar!
Según me contaron, la votación es revisada por auditores independientes para que no haya favoritismos. ¡La transparencia total! Y el jurado se renueva cada año en un 25%, así hay nuevos paladares que evalúan los restaurantes, asegurándose de que la experiencia sea siempre fresca.
En resumen, amigos, Don Julio llegó a la cima, pero también la gastronomía argentina. Con esta victoria, se celebra no solo la exquisitez de la carne, sino la creatividad y dedicación que se encuentra en nuestras cocinas, y la creatividad y técnica de todos nuestros cocineros. ¡Salud por el asado, por los chefs y por todos aquellos que hacen grande a nuestra cocina! ¡Bravo por Don Julio, bravo por la Argentina!
PD: Si van a Don Julio, no olviden probar el postre. ¡No puedo contarles más porque es un secreto, pero créanme, se van a chupar los dedos!