El Gobierno argentino, bajo la presidencia de Javier Milei, se prepara para un 2024 con importantes decisiones en materia económica. Una de las más relevantes es la posible reducción del crawling peg, el ritmo de devaluación del peso frente al dólar administrado por el Banco Central. Esta medida, que busca controlar la inflación y estabilizar la economía, genera expectativas encontradas en el mercado financiero, especialmente considerando la reciente caída de las reservas netas del BCRA.
Inflación a la baja: ¿luz verde para un crawling peg reducido?
La inflación de noviembre, que se ubicó en un 2,4%, sorprendió positivamente al mercado, que esperaba un número más cercano al 2,7% de octubre. Este dato, clave para la política económica del gobierno, refuerza la idea de una desaceleración en el ritmo de aumento de precios y abre la puerta para una reducción del crawling peg. El ministro de Economía, Luis Caputo, afirmó que la posibilidad de bajar el ritmo de devaluación al 1% mensual está “cada vez más cerca”. Milei había anticipado esta medida en noviembre, condicionada a que la inflación mantuviera su tendencia a la baja durante dos meses consecutivos. Con el dato de noviembre, solo faltaría un mes más para cumplir con este requisito.
Esta estrategia, que busca anclar las expectativas inflacionarias, se complementa con otras medidas como la eliminación del Impuesto PAIS para las importaciones, que abarata el costo de los productos importados y contribuye a la baja de precios. Sin embargo, la decisión de reducir el crawling peg no está exenta de riesgos, especialmente en un contexto de reservas netas en baja. Analistas del mercado financiero, como el Grupo SBS, consideran que la medida permitiría “bajar otro escalón en materia de nominalidad”, pero advierten que los futuros del dólar aún no descuentan con certeza esta posibilidad.
El dilema de la apreciación cambiaria
Federico Furiase, director del BCRA y asesor de Caputo, aseguró que existe “margen para la apreciación” del peso, dado que “se hacen los deberes monetarios y fiscales”. Esta afirmación, que implica una apuesta por un dólar más barato, contrasta con la preocupación por la caída de las reservas netas. La devaluación de diciembre de 2023 y la posterior tablita del 2% mensual, sumada a la devaluación de socios comerciales como Brasil, erosionaron el efecto cambiario de la depreciación inicial. Como resultado, el tipo de cambio real multilateral actual es similar al de la asunción de Milei, uno de los más apreciados desde la salida de la convertibilidad.
Si bien un dólar barato ayuda a controlar la inflación, también tiene costos para la economía. Por un lado, abarata las importaciones, lo que perjudica a la industria nacional. Por otro, incentiva el turismo al exterior y otros gastos en dólares, presionando aún más sobre las reservas del BCRA. La consultora Epyca estima que los gastos con tarjeta en dólares durante el verano superarán los u$s3.000 millones, la mitad de los cuales provendrían del “colchón” o del mercado paralelo (MEP), y la otra mitad presionaría sobre las reservas.
La consultora Vectorial describe la política cambiaria del gobierno como una apuesta por utilizar “al dólar oficial y al dólar paralelo como ancla para la inflación, sin importar el costo en las reservas internacionales netas”. El resultado, según Vectorial, son reservas netas negativas que apenas superan los niveles de diciembre de 2023. Este escenario plantea un desafío para el Gobierno, que debe equilibrar la necesidad de controlar la inflación con la de preservar las reservas.
Carry Trade: ¿la apuesta para atraer dólares?
Para compensar la salida de dólares, el Gobierno apuesta por el “carry trade”, una estrategia que busca incentivar la inversión en pesos ofreciendo tasas de interés superiores a la devaluación. Esta medida, que generó importantes ganancias en moneda dura en los últimos meses, impulsa a los exportadores a adelantar liquidaciones, a los importadores a retrasar pagos y a las empresas a tomar financiamiento en moneda extranjera para luego liquidarlo en el mercado oficial.
Sin embargo, la sostenibilidad del carry trade depende de la credibilidad del Gobierno y de su capacidad para mantener las tasas en pesos por encima del ritmo de devaluación. La posible reducción del crawling peg podría afectar este equilibrio, ya que reduce el diferencial de tasas y disminuye el atractivo de la inversión en pesos. El Banco Provincia advierte sobre la necesidad de “calibrar con cuidado” la política monetaria para evitar que una postura “muy laxa” (con bajas de tasas) juegue en contra.
¿Un futuro sin cepo cambiario?
El Gobierno mantiene su objetivo de desarmar el cepo cambiario “en capas”. Sin embargo, Milei ha condicionado el levantamiento total del cepo a un acuerdo con el FMI que incluya nuevo endeudamiento o a la obtención de financiamiento de bancos privados. Mientras tanto, se espera que en los próximos meses se implementen medidas para flexibilizar el control de cambios, como el fomento de los pagos locales en dólares con tarjetas de débito y la posible eliminación del “dólar blend”.
La consultora 1816 plantea otros escenarios posibles, como la liberación del tipo de cambio financiero o nuevas bajas de tasas de interés. Sin embargo, todas estas medidas conllevan riesgos y requieren un manejo cuidadoso de la política económica para evitar desequilibrios. El año que viene estará cargado de vencimientos de deuda con el FMI, acreedores privados y otros compromisos que el Banco Provincia estima en unos u$s16.000 millones. Este panorama desafiante exigirá al Gobierno decisiones estratégicas para estabilizar la economía y generar confianza en el mercado. La pregunta clave es si el optimismo generado por la desaceleración de la inflación y la reducción de la brecha cambiaria será suficiente para sortear estos obstáculos y sentar las bases para un crecimiento sostenible.