Diez años. Diez años de lucha, de dolor, de una batalla interminable contra las secuelas de un accidente que jamás debió ocurrir. Diez años después del brutal choque provocado por el ex corredor de TC, Eduardo “Lalo” Ramos, Thiago Joel Franco, el niño que sobrevivió al impacto, sigue peleando por su vida. Y ahora, un nuevo accidente lo pone de nuevo entre la vida y la muerte. ¡Una pesadilla que se repite!
El nuevo accidente: un golpe al alma
El domingo pasado, la tragedia volvió a golpear a la familia Franco. Un nuevo accidente de tránsito, con un conductor alcoholizado al volante, involucró al pequeño Thiago. Esta vez, el escenario fue la Ruta 88 y Génova. Un Volkswagen Gol, conducido por un irresponsable de 43 años con casi dos gramos de alcohol en sangre, embistió a tres vehículos antes de impactar contra la Chevrolet Meriva en la que viajaba Thiago. El resultado: un brutal impacto que dejó al niño con sus piernas atrapadas entre los hierros retorcidos. Bomberos, ambulancias… una escena de terror que ya nos era demasiado familiar.
Increíblemente, y por el milagro que se necesita en este tipo de tragedias, Thiago sobrevivió al impacto, aunque sufrió lesiones y fue trasladado al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). Es inconcebible que un niño que ya sufrió tanto, una vez más esté lidiando con un infierno que solo la irresponsabilidad al volante puede causar.
La condena de Lalo Ramos y la impunidad
El primer impacto, hace una década, estuvo marcado por la irresponsabilidad de Lalo Ramos. El expiloto, borracho y a alta velocidad, chocó por atrás el auto en que viajaba el pequeño Thiago, causándole gravísimas heridas que dejaron secuelas para toda su vida. Recuerdo todavía las imagenes de ese momento… el recuerdo de esa imprudencia que cambio la vida de toda una familia para siempre. La justicia falló en esa ocasión… una condena irrisoria que se rió de la tragedia: dos años y seis meses en suspenso e inhabilitación para conducir durante cuatro años. Nada que se compare a la destrucción y sufrimiento causado a una familia y un pequeño.
Si Ramos es hoy un hombre libre, la madre de Thiago se mueve entre la agonía y la lucha continua. ¡La bronca es incontenible! Esta familia ya ha vivido tanto sufrimiento innecesario… una cicatriz imposible de curar, una tragedia que debería servir para que los conductores tomes conciencia pero que, lamentablemente, sirve sólo para seguir recordandonos el poder destructivo de las imprudencias.
La lucha por la vida y el posible trasplante de médula
Las consecuencias del primer accidente han dejado a Thiago con graves problemas de salud. Además de su condición neurológica, en los últimos meses le diagnosticaron leucopenia, una enfermedad de la sangre que podría obligarlo a someterse a un trasplante de médula ósea. El riesgo es grande, el panorama desalentador. Es un pequeño que se mantiene entre la vida y la muerte y enfrenta estas terribles dificultades con un valor superhumano, pero se debe remarcar que esta lucha es diaria y una tarea agotadora, no solo para Thiago, sino también para sus padres y seres queridos.
Rocío, su madre, narra en medio del llanto la terrible realidad que les toca vivir día a día. “Cuando está consciente, me dice que no quiere vivir así…”, cuenta con la voz rota por la angustia. La lucha diaria, los estudios, las terapias… la esperanza se sostiene por un hilo y la impotencia se mezcla con la desesperación, por una injusticia que se siente insoportable.
Las crisis epilépticas, las secuelas neurológicas… cada día supone un nuevo obstáculo en su camino, un dolor que la familia carga sobre sus espaldas con una valentía digna de admiración. Esta familia solo lucha por mejorar la calidad de vida del pequeño Thiago.
Un llamado a la reflexión
El caso de Thiago debe conmover conciencias. Su sufrimiento es una condena perpetua provocada por la irresponsabilidad al volante, por la falta de controles y por una justicia que, en muchos casos, falla en brindar una solución real. No debemos permitir que esta pesadilla se repita.
Necesitamos tomar conciencia. Las campañas de prevención vial deberían ser mucho más impactantes, los controles más rigurosos. Y la justicia, más justa. ¿Hasta cuando tendremos que seguir escuchando historias de tragedias evitables? El valor de una vida es insustituible. Este es el momento de actuar antes de que otra familia sufra lo que está sufriendo la familia Franco.
Este pequeño luchador merece vivir con dignidad, sin dolor y sin el peso constante del recuerdo. Si bien necesitamos un cambio de justicia en el país, por el momento, las cadenas de oración y el apoyo económico son los únicos consuelos para su familia en estos momentos de extrema vulnerabilidad. No perdamos la fe en la vida y ayudemos a Thiago a ganar esta lucha.
Para colaborar con Thiago y su familia se abrió una cuenta bancaria: Banco Nación, Sucursal 1185, Número 1481427685, CBU: 01101481-30014814276851, a nombre de Rocío Dusek.