Salta, Argentina. Un caso escalofriante sacude a la provincia: una adolescente de 17 años, víctima de la trata de personas, logró escapar de un infierno de tres meses de cautiverio y explotación sexual. Su captor, Roberto Altamiranda, un sujeto con un largo prontuario delictivo que ya había cumplido una condena por promoción de la prostitución, no solo la mantuvo cautiva en un asqueroso galpón utilizado como lavadero de autos, sino que además tuvo el descaro de volver para intentar acabar con su vida tras su huida. ¡Un detalle más que muestra la perversidad de este monstruo!
Tres meses de horror en un lavadero clandestino
La pesadilla comenzó en junio, cuando la joven, en situación de vulnerabilidad debido a problemas de salud mental y adicciones, fue abordada a la salida de un hogar terapéutico. Altamiranda, conocido como “Perro”, se ganó su confianza con cigarrillos y drogas, la clásica carnada para engañar a una joven inocente. Luego, la llevó a su guarida: un sórdido galpón en Villa San Antonio, conocido por ser un foco de prostitución.
Imaginen el horror. Tres meses de abuso, maltrato físico, privaciones de todo tipo y el suministro constante de drogas para mantenerla sometida. Este sujeto, un verdadero depredador sexual, la obligó a prostituirse con diversos hombres, principalmente choferes de remiserías locales, que la conocían como una “dama de compañía”. Le robaron hasta su identidad, reteniéndole su DNI para mantenerla en una situación de indefensión total.
Altamiranda, un delincuente reincidente, se cree invencible. Su largo historial delictivo, que incluye robo, amenazas, abuso sexual y tenencia de drogas, es una muestra clara de la falta de control y de la permisividad que existe en el sistema de justicia.
Un escape y un regreso macabro
Contra todo pronóstico, la adolescente logró escapar. Un momento de descuido de su captor fue suficiente para que ella pudiera huir y buscar refugio de nuevo en el hogar terapéutico. Pero la pesadilla no había terminado. El 7 de noviembre, Altamiranda regresó al hogar, cual animal rabioso, y amenazó de muerte a su víctima. Esta vez, la suerte lo abandonó.
La madre de otra residente del hogar vio la escena y, con la valentía de una leona defendiendo a su cría, confrontó al monstruo. Lo filmó con su celular mientras le gritaba que iba a ir presa por todo lo que le había hecho a la niña y pidió ayuda a los transeúntes. Con la ayuda de vecinos y la policía, Altamiranda fue atrapado in fraganti. ¡Un final merecido, por ahora!
La fiscal Nazarena Guzmán Alsina, una mujer valiente, rápidamente tomó cartas en el asunto. Aunque inicialmente el caso se abrió por amenazas, las evidencias indicaron que se trataba de trata de personas y el caso pasó al fuero federal. Gendarmería allanó el espantoso galpón y recopiló más pruebas que confirmaron la aberrante realidad.
Imputación y Prisión Preventiva: Un Paso en la Lucha contra la Trata
El 14 de noviembre, el juez federal de Garantías N°1 de Salta, Julio Bavio, formalizó la imputación contra Altamiranda por trata de personas agravada por engaño, amenaza, consumación del delito y la minoridad de la víctima, además de amenazas. Altamiranda, seguramente confiado en su impunidad por su historial, fue apresado y se le dictó prisión preventiva. Se le acabó la fiesta al maldito.
Aunque se logró un paso significativo, es imperativo que se investigue a fondo la red de complicidades que pudo haber protegido a este monstruo durante meses. ¿Quiénes son los choferes que participaron de este negocio de muerte? ¿Hay otros responsables que debieran estar tras las rejas? Esto recién comienza, y la sociedad debe exigir que no quede ningún hilo suelto en este horroroso caso. ¡Justicia para la víctima y un ejemplo para quienes se atrevan a cometer tan brutales crímenes!
Este caso nos recuerda la terrible realidad de la trata de personas, un flagelo que afecta a miles de mujeres y menores en el mundo, y la imperiosa necesidad de luchar sin descanso contra esta monstruosa práctica. La vulnerabilidad de estas jóvenes las convierten en blanco fácil de los depredadores sexuales, pero no podemos dejar que sus pesadillas se repitan. Todos podemos colaborar informando si conocemos a alguien que este sufriendo algún tipo de abuso.
Las autoridades competentes deben redoblar sus esfuerzos para proteger a las víctimas y llevar ante la justicia a todos los responsables. No podemos permitir que un sujeto con antecedentes como Altamiranda merodee libremente y continúe afectando la vida de jóvenes indefensas. La impunidad alimenta a los monstruos y la sociedad debe alzar la voz para que esto no ocurra de nuevo.
Reflexiones sobre la Justicia y la Protección de Menores
La condena a Altamiranda es solo el primer paso. El sistema de justicia debe mejorar la protección de las víctimas de la trata y la explotación sexual, fortalecer los programas de prevención y asistencia a personas vulnerables y garantizar que los culpables reciban las penas adecuadas. ¡Basta de impunidad para los monstruos!
Si sos testigo de alguna situación de abuso o explotación sexual, no te calles. Denuncia. Cada uno puede hacer su parte. Y nosotros debemos exigir un sistema de justicia eficaz que pueda proteger a los más indefensos.