¿El consumo con tarjeta de crédito en Argentina está en crisis? Aunque el consumo masivo muestra signos de estancamiento, y el sector de bienes durables se mantiene a flote, una reciente desaceleración en las operaciones con tarjeta de crédito genera preocupación y plantea serias interrogantes sobre el futuro del consumo en el país.
Según datos del informe de First Capital Group, las compras con tarjeta de crédito crecieron apenas un 1% nominal en febrero, en comparación con enero. Al contrastar este dato con la inflación estimada del 2% para el mismo período, se revela una caída real del 0,9%. Si bien esta contracción puede parecer mínima, es un claro indicador de los desafíos que enfrenta el consumo en el contexto económico actual.
¿Es esta desaceleración un mero tropiezo o una tendencia preocupante? Para comprender su magnitud, es crucial recordar el contexto del año anterior. El crecimiento interanual de las operaciones con tarjeta de crédito fue del 169,3%. Sin embargo, esta cifra se compara con febrero de 2024, un período marcado por una fuerte devaluación del peso (54%) que limitó el consumo debido al aumento de precios y la falta de actualización de los límites de las tarjetas.
Factores clave detrás de la desaceleración
El atractivo del efectivo y las nuevas alternativas de financiación
Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, señala dos factores principales que explican esta desaceleración. En primer lugar, el desarrollo de otras líneas de financiamiento ha restado protagonismo a las tarjetas de crédito. En segundo lugar, la proliferación de promociones en efectivo con descuento, especialmente en el llamado “gasto hormiga”, ha disminuido el atractivo de pagar con tarjeta.
Estas promociones en efectivo, que ofrecen descuentos directos al pagar en moneda física, resultan especialmente atractivas para los consumidores que buscan ahorrar en sus compras diarias. La incertidumbre económica y la búsqueda de control sobre los gastos también impulsan a muchos a optar por el efectivo como medio de pago.
El “gasto hormiga”, que incluye pequeñas compras cotidianas como café, transporte público y snacks, representa una parte importante del presupuesto familiar. Al ofrecer descuentos en efectivo para estos gastos, los comercios incentivan a los consumidores a evitar el uso de tarjetas y a controlar mejor sus finanzas.
Sin embargo, el uso del efectivo también presenta desafíos. En un contexto inflacionario, mantener grandes cantidades de dinero en efectivo puede resultar riesgoso, ya que el valor del dinero se deprecia con el tiempo. Además, el efectivo no ofrece la misma seguridad y trazabilidad que las tarjetas de crédito.
¿Cuánto cuesta financiarse con tarjeta de crédito?
¿Es conveniente financiarse con tarjeta de crédito? El financiamiento con tarjeta de crédito puede ser una herramienta útil para afrontar gastos inesperados o realizar compras importantes. Sin embargo, es fundamental comprender los costos asociados a este tipo de financiamiento para evitar sorpresas desagradables.
En 2024, el Banco Central (BCRA) eliminó la tasa de interés máxima para el financiamiento con tarjetas de crédito bancarias. No obstante, se mantiene un tope equivalente al 25% por encima del promedio de los préstamos personales de cada banco. En febrero de 2025, los préstamos personales tenían una Tasa Nominal Anual (TNA) promedio del 70%, lo que implica que las tasas del financiamiento con tarjeta de crédito no deberían superar el 88% nominal anual (TNA) para ese mes.
La realidad es que los bancos más grandes suelen cobrar un promedio de 80% TNA en el financiamiento de consumos con tarjeta de crédito. Esto se traduce en una tasa mensual de 6,67% y una Tasa Efectiva Anual (TEA) del 115,7%. Pero el costo no termina ahí. Al agregar el IVA y otros gastos, el Costo Financiero Total (CFT) con IVA puede llegar al 151,95%.
Es importante destacar que esta tasa se aplica cuando el usuario abona únicamente el pago mínimo de la tarjeta y financia el resto para el mes siguiente. Esta práctica, aunque pueda resultar tentadora, puede generar un endeudamiento significativo a largo plazo debido a los altos intereses.
Impacto y estrategias ante la desaceleración
El impacto en el consumo masivo y las estrategias de las PyMEs
La desaceleración en el uso de tarjetas de crédito, sumada a la caída en las ventas minoristas PyME (2,9% mensual desestacionalizada en febrero, según la CAME), refleja un panorama desafiante para el consumo masivo. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) ha enfatizado que la evolución del poder adquisitivo de los consumidores será un factor clave en los próximos períodos.
Ante esta situación, muchas PyMEs han optado por priorizar las ventas en efectivo, ofreciendo descuentos atractivos para incentivar este medio de pago. Esta estrategia, si bien puede generar liquidez inmediata, también implica renunciar a los beneficios que ofrecen las ventas con tarjeta, como la posibilidad de atraer a un público más amplio y aumentar el volumen de ventas.
El informe “Brújula Social” de consumo de Pulso Research revela que el 70% de los argentinos tuvo que resignar algún tipo de consumo en febrero. Entre los recortes más comunes se encuentran la reducción en la compra de alimentos, comida y bebidas (38,9%), la disminución en el consumo de carne (17%) y la limitación en salidas a restaurantes, teatros y cines (21,9%).
Estos datos reflejan una priorización de los gastos esenciales y una mayor cautela en el consumo discrecional. Los consumidores, ante la incertidumbre económica y la pérdida de poder adquisitivo, optan por recortar gastos no esenciales y buscar alternativas más económicas para satisfacer sus necesidades básicas.
¿Cambio de paradigma o ajuste temporal?
La desaceleración en el uso de tarjetas de crédito y la priorización del efectivo, ¿indican un cambio de paradigma en el comportamiento del consumidor argentino? La incertidumbre económica, la pérdida de poder adquisitivo y la búsqueda de control sobre las finanzas impulsan a los consumidores a ser más cautelosos y a optar por medios de pago que les permitan ahorrar y evitar el endeudamiento.
En este nuevo escenario, las empresas deberán adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores, ofreciendo promociones atractivas, facilitando el acceso a medios de pago alternativos y brindando opciones de financiamiento claras y transparentes. La clave para mantener el consumo activo será generar confianza en los consumidores y ofrecerles productos y servicios que se ajusten a sus necesidades y posibilidades económicas.
En conclusión, la desaceleración del consumo con tarjeta de crédito en Argentina es un síntoma de una economía en transición. Para los consumidores, esto significa ser más conscientes de sus gastos y buscar alternativas de pago que se ajusten a sus necesidades. Para las empresas, implica adaptarse a un nuevo panorama y ofrecer soluciones innovadoras que fomenten la confianza y el consumo responsable. El futuro del consumo en Argentina dependerá de la capacidad de adaptación y la búsqueda de soluciones creativas tanto de los consumidores como de las empresas.