En Argentina, la propuesta de imponer penas por denuncias falsas, especialmente en casos de violencia de género, desató un feroz debate. El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, defendió la iniciativa argumentando que la mentira destruye vidas y que existe una ‘concepción hipócrita’ de que las mujeres jamás mienten. Pero, ¿es realmente un problema tan grave como se plantea? ¿O estamos ante una peligrosa amenaza a la justicia y a la lucha contra la violencia machista?
El grito de Cúneo Libarona: ¿Justicia o represalia?
Cúneo Libarona, con su estilo directo y sin tapujos, asegura que muchas denuncias falsas causan daños irreversibles: prisión injusta, destrucción familiar, pérdida de empleo… Él mismo lo vivió como abogado. La idea es clara: ¡castigar a quienes abusan del sistema judicial!
Su propuesta va más allá de la violencia de género. Habla de denuncias falsas para obtener beneficios sociales, seguros fraudulentos, o simplemente para perjudicar a alguien. Para él, es una cuestión de ‘restauración moral’ ¡La mentira no puede impune!
Pero la frase ‘las mujeres no mienten’ ha generado una ola de indignación. Muchas organizaciones feministas lo ven como un retroceso que criminaliza a las víctimas. ¿Cómo denunciar la violencia si se teme un castigo por una mala interpretación o un error?
Las cifras que hablan…o callan
Aquí está el quid de la cuestión: ¡faltan datos! No hay cifras concretas sobre las denuncias falsas. Algunos citan estudios extranjeros, pero sus resultados no son aplicables directamente a la realidad argentina. ¿Estamos actuando con información fiable o creando una ley a partir de sospechas?
Algunos expertos cuestionan que hablar de ‘denuncia falsa’ es demasiado simple. Existe un margen gris: ¿una denuncia con errores o imprecisiones es una ‘falsa’ denuncia? ¿Un relato incompleto o traumático que no concuerda con las pruebas? ¿Cómo medimos las ‘mentiras’ dentro de un sistema judicial fallido?
Por otro lado, algunos apuntan que la lentitud del sistema judicial es un problema real. Una denuncia mal investigada, y que se tarda años en resolverse, puede desmoralizar a las víctimas y desgastar a los acusados. ¡La injusticia puede venir de la burocracia y la falta de eficiencia!
El riesgo latente: el silencio de las víctimas
El mayor temor de muchas personas es claro: la propuesta podría silenciar a las víctimas reales de violencia. Si existe un temor real a ser castigada por una denuncia mal formulada o poco clara, ¡muchas mujeres optarían por no hablar! ¡Es abrir las puertas a la impunidad de los agresores!
Quienes promueven la ley dicen que hay mecanismos para discernir entre mentiras conscientes y errores, pero ¿quién puede garantizar que tales mecanismos sean justos y eficientes? ¿Será un juez con pocos recursos y demasiadas denuncias quien decidirá sobre el destino de una mujer?
La falta de protocolos claros y la lentitud en el procesamiento de las denuncias ya causan un sufrimiento monumental para las víctimas. Aumentar las barreras con penas adicionales solo profundiza este problema. La ley debería ayudar a que las mujeres se atrevan a hablar, no a callarlas!
El dilema: ¿qué tipo de justicia queremos?
Esta discusión no es solo sobre penas, es sobre qué clase de sistema judicial queremos construir. Una institución que castiga la mentira, ¡pero que también protege a las víctimas! La discusión debe centrarse en cómo mejorar la investigación, la eficiencia y la sensibilidad de los juzgados. Necesitamos un sistema que haga justicia, no que siembre miedo
El camino no está en la imposición de castigos que pudieran provocar un ‘efecto chilling’ en las denunciantes, que evitarían denunciar por miedo a ser acusadas de mentir. La solución debe ser la capacitación y especialización en la atención de estos casos tan complejos
Si la intención de la ley es proteger a los inocentes acusados falsamente, la mejor herramienta no son los castigos directos sino un sistema jurídico más justo y eficiente, que garantice una investigación profunda y pronta, evitando la impunidad.
“¡No se trata de castigar a la verdad, sino de asegurar justicia para todos!” – Amarillo “Polémica” Pérez
En resumen, la propuesta de Cúneo Libarona abre un debate de vital importancia sobre cómo balancear la lucha contra las denuncias falsas y la necesidad crucial de proteger a las víctimas reales. Un debate donde las estadísticas son escaces y el resultado podría determinar un cambio profundo en el sistema de justicia de nuestro país.