Jonatan Viale, el periodista que alguna vez le ganó una entrevista a una tortuga (y perdió contra un ascensor en otra), ha vuelto a protagonizar un episodio dignamente cinematográfico. Esta vez, sin embargo, no fue un debate encendido o una entrevista difícil lo que lo puso en el centro de la escena. No, esta vez fue mucho, mucho más loco. Recordemos que Joni, quien seguramente ya tiene la sección “incidentes extraños” en su currículum vitae, acababa de disfrutar de una noche triunfal en la entrega de los Martín Fierro Latino 2024, llevándose dos premios, entre ellos el ansiado Martín Fierro de Oro. ¡Como para irse de fiesta después de eso, eh!… O bueno, casi.
De Miami a la mira de la DEA
Pero entre la celebración y la llegada a su casa en Buenos Aires se interpuso un pequeño (y sospechoso) detalle. Nuestro galardonado Jonatan arribó al aeropuerto de Miami con una maleta, una sonrisa de oreja a oreja y… dos Martin Fierro brillantes y relucientes en su interior. ¿El problema? A simple vista, los premios parecían… algo más amenazante que un reconocimiento a la labor periodística. Tan amenazante, diría yo, como si el mismísimo Pablo Escobar hubiera vuelto de la tumba para entregar los premios a periodistas o algo parecido.
La escena es la siguiente: Viale coloca su maleta en el escáner. La agente de seguridad mira el monitor… Y ahí se queda parada, como si viera una imagen de alta definición de un alien de ciencia ficción. Obviamente que no era una criatura de otro planeta… Pero dos metales que se asemejan a armas en un escáner de aeropuerto generan paranoia nivel Dios, ¿verdad?
Según el propio relato de Viale (y créanme, si él dice que fue así, fue así), la agente le pregunta: ‘one moment’… Mientras nuestro héroe se preguntaba qué había hecho mal ahora (después de todo, recién venía de recibir un premio por sus excelentes trabajos periodísticos, así que tampoco es como que estuviera cometiendo crímenes) la mujer señala los dos Martín Fierro en la pantalla: “These… These look like weapons, Sir.” (Estos… Estos parecen armas, Señor.). Y a cualquiera lo pone nervioso que alguien diga eso mientras te miran como si fueras el nuevo Bin Laden, ¿no?
El interrogatorio
La situación se puso tensa. Viale, visiblemente afectado por su “detención”, abrió su maleta. Entonces empezaron a hacer sus preguntas, buscando que nuestro héroe revelara alguna parte de su secreto, alguna prueba que lo mostrara como el narcotraficante del siglo XXI.
Con su mejor inglés (y tal vez también con una pizca de español para ayudar a la causa), explicó lo que pasaba, indicando que eran dos premios prestigiosos (Los Martín Fierro), y que él estaba ahí porque había sido premiado. Pero el drama aún no había terminado… La agente se quedó en shock, sin entender mucho, ¿que qué carajo eran los Martín Fierro?. Al fin y al cabo, los gringos tienen su Emmy, nosotros tenemos nuestros propios premios argentinos.
La agente pasó el objeto de sospechoso a “analizador de metal”… algo que parece salido de una película de ciencia ficción (y que por cierto hace que la espera sea aún más tensa). Tras lo que pareció una eternidad de chequeos minuciosos, y después de pensar que iba a terminar en una cárcel estadounidense por diez años o más, finalmente lo dejaron pasar.
Así, nuestro héroe, tras el momento “terrorista” en Miami, por fin llegó a Buenos Aires.
De héroe a sospechoso
La historia de Viale nos da la oportunidad de reflexionar sobre el choque cultural. Por un lado, la alegría de un premio bien ganado, las expectativas, la familia y amigos esperando tu llegada a Buenos Aires, y por el otro, la cruda realidad de la seguridad aeroportuaria. Como dijo Viale, “Yo solo quería llevarme dos brillitos a casa.” Jaja.
Aunque no podemos decir que la experiencia sea agradable, no podemos negarle el humor a esta situación. Lo que parecía ser el comienzo de una pesadilla estilo Hollywood, culminó en un final feliz (gracias a Dios que nuestro héroe no tenía en su equipaje algo mas que dos Martin Fierro relucientes). Este tipo de anécdotas, que pasan una vez cada 100 años (o una cada vez que Jony se va del país), hace que la vida tenga una pizca más de adrenalina y una dosis gigante de momentos de humor.
(o sea, no, no hay conclusión):
Lo único seguro, por ahora, es que mientras más premios ganemos Jonatan y más viajes hagamos, la próxima vez habrá un ejército completo esperando en la sala de Migraciones de Miami.