Damasco, una ciudad milenaria que ha sido testigo del auge y caída de imperios, ahora observa con una mezcla de asombro y escarnio el ocaso de la dinastía Assad. Las calles, aún marcadas por las cicatrices de la guerra, vibran con un nuevo tipo de murmullo, uno que se propaga a través de fotos y videos compartidos en redes sociales: la vida privada de Bashar al Assad, expuesta en toda su grotesca banalidad tras su huida de Siria.
El álbum familiar de un tirano
Las imágenes encontradas en las residencias abandonadas de Assad, en las opulentas colinas de Damasco y Alepo, no son las que uno esperaría de un líder que durante décadas cultivó una imagen de severidad y control. En lugar de retratos oficiales o discursos grandilocuentes, los álbumes familiares revelan un hombre obsesionado con su propia imagen, posando semidesnudo en escenarios absurdos: en un Speedo a bordo de un yate, flexionando sus bíceps en una motocicleta amarilla en calzoncillos, o con una mirada perdida en una cocina, vestido solo con ropa interior blanca y una camiseta sin mangas.
Estas fotos, que rápidamente se volvieron virales, contrastan brutalmente con la realidad que vivía el pueblo sirio bajo su régimen. Mientras Assad se pavoneaba en ropa interior, miles de sirios eran encarcelados, torturados y asesinados por disentir. Mientras él disfrutaba de lujosas mansiones con jacuzzis y decoraciones extravagantes, la población sufría las consecuencias de una guerra civil devastadora, con escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos.
La burla como catarsis
Para muchos sirios, la difusión de estas fotos ha sido un acto de catarsis colectiva. La burla, el escarnio y los memes que inundan las redes sociales son una forma de exorcizar el miedo y la opresión que sufrieron durante décadas. El periodista Hussam Hammoud, en un tuit que resume el sentir general, se pregunta: “¿Qué tienen los Assad con ser fotografiados en ropa interior? Muy interesado en conocer la fantasía detrás de esto”.
Las fotos no solo revelan la vanidad de Assad, sino también su profunda desconexión con la realidad del país que gobernaba. En una imagen particularmente perturbadora, aparece junto a su primo Ihab Makhlouf, quien luce una camiseta con la imagen de Hitler. Este detalle, que podría pasar desapercibido en otras circunstancias, cobra un significado siniestro en el contexto del régimen sirio, acusado de crímenes de lesa humanidad.
El saqueo de las mansiones: un acto de justicia poética
Tras la caída del régimen, las mansiones de Assad fueron saqueadas por la población. No se trató de un simple robo, sino de un acto simbólico de despojo. Los sirios, hartos de la opulencia y la impunidad de la familia Assad, se apropiaron de todo lo que pudieron: muebles, obras de arte, autos de lujo y, por supuesto, las fotos que ahora dan la vuelta al mundo. Estos objetos, que antes representaban el poder intocable de la dinastía, se convirtieron en trofeos de una rebelión popular.
En un video que circula en redes sociales, se ve a un hombre hojeando cientos de fotos en un álbum familiar. La cámara se detiene en una imagen de un joven Bashar en traje y su esposa Asma en un vestido blanco, supuestamente de su ceremonia de compromiso. La ironía es palpable: la felicidad impostada de la pareja contrasta con el sufrimiento que infligirían a su propio pueblo años después.
Más allá de la burla: la búsqueda de la justicia
Si bien las fotos de Assad semidesnudo generan burlas y escarnio, no deben eclipsar la gravedad de los crímenes cometidos por su régimen. La caída de Assad no es solo el fin de una dictadura, sino también una oportunidad para que Siria se reconstruya sobre la base de la justicia y la verdad. La búsqueda de los responsables de las atrocidades cometidas durante la guerra civil debe ser una prioridad para el nuevo gobierno.
Las fotos íntimas de Assad son un recordatorio de la fragilidad del poder y de la hipocresía de los tiranos. Pero más allá de la anécdota, son una prueba más de la necesidad de que se haga justicia en Siria. El pueblo sirio, que ha sufrido demasiado, merece conocer la verdad y ver a los responsables rendir cuentas ante la ley.