La reciente cumbre de la APEC en Lima, Perú, sirvió como escenario para un encuentro crucial entre el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo estadounidense, Joe Biden. Más allá de la complejidad del contexto político interno peruano, la reunión se centró en la tensión geopolítica entre ambas potencias, dejando en claro las líneas rojas de China y las estrategias de Estados Unidos para navegar esta compleja relación.
Las “cuatro líneas rojas” de Xi Jinping
Durante la cumbre, Xi Jinping estableció cuatro “líneas rojas” inamovibles para Estados Unidos, advirtiendo que cualquier transgresión podría tener consecuencias impredecibles. Estas líneas rojas se centran en temas considerados vitales para la seguridad nacional y la soberanía de China: Taiwán, los derechos democráticos y humanos, la preservación del sistema comunista chino y el derecho al desarrollo económico.
La insistencia en la no injerencia en asuntos internos se evidencia en su advertencia contra cualquier intento de contener el desarrollo chino, considerando tales intentos como un camino hacia el fracaso. Si bien Xi no especificó qué represalias tomarían, la advertencia fue clara: el respeto a estas líneas rojas es crucial para mantener la estabilidad.
La postura de Biden: diálogo y gestión de la tensión
En contraposición a las directas advertencias de Xi, la Casa Blanca describió la reunión como “franca y constructiva”. La declaración oficial de Biden no abordó explícitamente las “líneas rojas” chinas, pero sí reafirmó que Estados Unidos no busca cambiar el sistema político chino ni iniciar una nueva Guerra Fría. Sin embargo, esta afirmación no disipa las tensiones existentes en temas como Taiwán, el comercio bilateral y la seguridad tecnológica.
Biden enfatizó la necesidad de mantener canales de comunicación abiertos y de gestionar las diferencias geopolíticas para evitar confrontaciones directas. Este enfoque de diálogo y estabilidad se contrapone al tono más agresivo adoptado por la administración Trump hacia China. La promesa de mantener una relación estable, a pesar de los conflictos y desconfianzas, evidencia la necesidad de moderación en el escenario internacional.
El contexto peruano: una crisis política como telón de fondo
La cumbre APEC tuvo lugar en medio de una profunda crisis política en Perú, caracterizada por protestas masivas contra la presidenta Dina Boluarte, lo que contrastaba con el intento de mostrar una imagen de estabilidad nacional e internacional. Los altos niveles de descontento social y político pusieron a prueba la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad de los líderes mundiales asistentes.
Este contexto interno generó un clima de tensión que se superpuso a la ya compleja relación entre China y Estados Unidos, reflejando la dificultad para mantener la neutralidad en un espacio de alta confrontación geopolítica y política. La incertidumbre social peruana subraya la complejidad de celebrar un evento internacional de alta envergadura, con altas medidas de seguridad para garantizar la participación de líderes mundiales.
Implicaciones y perspectivas de futuro
El encuentro entre Xi y Biden deja en claro la complejidad y fragilidad de la relación entre Estados Unidos y China. Las “líneas rojas” chinas reflejan la creciente asertividad del país en el escenario internacional y su resistencia a lo que percibe como intentos de Occidente por contener su ascenso económico y político.
La insistencia en el control humano sobre el armamento nuclear, aunque un punto de acuerdo, no elimina la inquietud por la carrera armamentística, especialmente en el contexto de la inteligencia artificial. La falta de mecanismos concretos para verificar este acuerdo plantea interrogantes sobre su eficacia práctica.
En un mundo multipolar, la relación entre las dos mayores potencias económicas y militares definirá en gran medida la dirección de la geopolítica global. La forma en que Estados Unidos y China gestionan sus diferencias en los próximos años determinará la estabilidad y el rumbo de la economía internacional, las relaciones internacionales, y el balance de poder global. La crisis política en Perú, con la incertidumbre política e institucional como telón de fondo, también influirá en los movimientos futuros en la región
Un equilibrio precario
La cumbre APEC 2023 no solo reflejó la tensión entre China y Estados Unidos, sino también la inestabilidad de la relación internacional, dejando en evidencia las complejidades de la cooperación y la competencia entre grandes potencias, y el desafio para equilibrar las prioridades nacionales y las exigencias del escenario global. El futuro de esta relación, y su impacto en el orden mundial, se encuentra sujeto a las acciones y decisiones de ambas potencias en los próximos meses y años.