¿Cómo puede un sistema de salud que alguna vez fue elogiado internacionalmente, desmoronarse hasta este punto? En Cuba, los ciudadanos ven desvanecerse el orgullo nacional en medio de hospitales desprovistos, farmacias vacías y un mercado negro que florece con la desesperación. Medicamentos, insumos e incluso cirugías se truecan en un macabro negocio que socava la salud y la dignidad. Los testimonios que llegan desde la isla son heridas abiertas, revelando una realidad donde la supervivencia pende de un hilo, del acceso a recursos ilícitos y tarifas ocultas. La promesa de atención médica universal se ha convertido en una cruel ironía.
El grito desde las provincias: Hospitales al borde del abismo
Ana Ibis Tristá, desde Victoria de las Tunas, pinta un cuadro sombrío del Hospital General Docente ´Ernesto Guevara de la Serna´. La escasez es una tenaza que aprieta: sin insumos, sin medicamentos. Los médicos, con las manos atadas, recetan tratamientos que los pacientes deben rastrear en el mercado negro, un laberinto de precios exorbitantes y promesas rotas.
“El médico, sencillamente, le dice a usted: ‘tiene neumonía, tiene que tomar antibiótico, no le puedo dar la receta porque para qué, si en la farmacia no hay el antibiótico que usted lleva, debe de tomar tal medicamento y consígalo como usted pueda’”
Esta realidad, como una sombra, se extiende por toda Cuba. La falta de recursos básicos no solo compromete la atención médica, sino que transforma a los pacientes en mendigos de su propia salud.
Miguel Ángel López Herrera describe las instalaciones hospitalarias, antes símbolos de la medicina cubana, ahora convertidas en reflejos de abandono y condiciones insalubres que repugnan. Durante su mes de internación en el hospital provincial Agostinho Neto en Guantánamo, para una operación prostática, la falta de medicamentos, apósitos y vendas lo obligó, junto a su familia, a sumergirse en el mercado negro. La salud gratuita se cobra un precio muy alto.
¿Mercado negro de la salud o buitres sobre la miseria?
La escasez, como tierra fértil, ha hecho florecer un mercado negro donde se trafica con la salud. Medicamentos, insumos y hasta cirugías se venden al mejor postor. Pacientes desesperados pagan fortunas por tratamientos que el Estado debería garantizar. Un profesor universitario, en el anonimato por temor, denuncia “tarifas” para operaciones de la vista y trasplantes de cadera. La corrupción es un cáncer que carcome la ética del sistema.
Miguel Ángel López Herrera, antes de su operación, tuvo que entregar 35 mil pesos en el mercado negro para conseguir lo necesario. Una suma que supera con creces el salario promedio de 4 mil pesos. ¿Cómo puede un cubano elegir entre la salud y el alimento?
La falta de transparencia es una cloaca donde se desvían los recursos. Inescrupulosos se enriquecen a costa de la salud de los cubanos. Corrupción, ineficiencia y falta de voluntad política son los verdugos de un sistema que se lucra con la desesperación.
Voces desde el infierno: Testimonios de dolor
Los testimonios son dagas que hieren. Moisés Leonardo Rodríguez, desde Cabañas, Artemisa, relata su lucha contra el cáncer. Sueros y tratamientos inadecuados lo han convertido en “un caso más entre tantos”. ¿Cuántos cubanos son solo números en una estadística macabra?
Emilio Almaguer, periodista de Baracoa, advierte: conseguir medicamentos es una odisea. El mercado negro es la única opción. Analgésicos, antibióticos… hasta lo más básico escasea en las farmacias estatales. La salud se ha convertido en un lujo inalcanzable.
El doctor Roberto Serrano, desde Santiago de Cuba, describe un “desastre”. Hospitales sucios, farmacias vacías. La frustración y la impotencia consumen a los profesionales de la salud, atados de manos ante la imposibilidad de brindar una atención digna. ¿Dónde quedó el juramento hipocrático?
El silencio oficial: Reconocimiento a medias de la crisis
El gobierno cubano, con la boca pequeña, reconoce la gravedad. Sin embargo, evade las causas profundas. José Angel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, habla de “desafíos sanitarios actuales que requieren nuevas estrategias”. ¿Son suficientes las palabras ante la agonía del sistema?
El ministro admite “la compleja situación de la cobertura de medicamentos e insumos médicos, el éxodo de profesionales y problemas organizativos”. Pero las declaraciones chocan con la falta de acciones concretas. ¿Cuándo dejarán de ser promesas vacías?
El envejecimiento poblacional, la baja natalidad, las enfermedades crónicas, los brotes de infecciones, el embarazo en la adolescencia… la lista de desafíos es larga. Pero la falta de inversión, la ineficiencia y la corrupción son la gangrena que lo pudre todo. ¿Cómo construir sobre cimientos podridos?
¿Esperanza o condena?: Un futuro incierto
- El colapso de la salud pública en Cuba es una herida que clama por justicia.
- La falta de acceso a lo esencial niega la dignidad de los cubanos.
- La corrupción y el mercado negro son la metástasis de un sistema enfermo.
Es imperativo que el gobierno cubano reconozca la magnitud de la tragedia y actúe. Inversión, transparencia, eficiencia y lucha contra la corrupción son las herramientas para revertir el desastre. La participación ciudadana es vital para evitar el desvío de recursos. La salud es un derecho, no un privilegio.
La comunidad internacional no puede ser indiferente. Apoyo técnico, financiero y denuncia de las violaciones de derechos humanos son imperativos. El derecho a la salud no conoce fronteras.
La recuperación del sistema de salud es una tarea titánica que exige un compromiso global. Gobierno, sociedad civil y comunidad internacional deben unirse para reconstruir lo que se ha perdido. Mientras tanto, la angustia seguirá siendo el sino de aquellos que ven su salud desvanecerse en la indiferencia. ¿Quién les devolverá la esperanza?
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