¿Cuántas vidas valen un micro en mal estado? La tragedia de la Ruta 51 no solo dejó cinco familias destrozadas, sino que también expuso una red de negligencias e irregularidades en el servicio de transporte público. Un colectivo de la empresa Vía Tac, con destino a Buenos Aires, se convirtió en una trampa mortal al volcar cerca de General La Madrid, dejando al descubierto denuncias escalofriantes sobre el estado de los vehículos y el desprecio por la seguridad de los pasajeros.
El infierno en la Ruta: El relato de un sobreviviente
Diego, de Las Grutas, aún tiembla al recordar el horror que vivió en el colectivo de Vía Tac. Su testimonio es un grito desesperado por justicia y un llamado a la reflexión sobre la seguridad en el transporte público. ‘El cole era de un piso y en mal estado, no estaba en condiciones de hacer un viaje tan largo’, relata con indignación, describiendo un panorama de hacinamiento y falta de medidas de seguridad.
Pero el calvario de Diego no se limitó al mal estado del vehículo. ‘La empresa vendió pasajes con servicio cama, cuando en realidad el colectivo solo ofrecía asientos semicama’, denuncia. Al abordar, se encontró con que no le entregaron ticket por la valija y le indicaron que se sentara donde encontrara lugar. ‘Me dijeron que en Bahía Blanca haríamos transbordo’, añade, pero ese cambio nunca se concretó, sumiendo a los pasajeros en la incertidumbre y la desprotección.
«Empecé a escuchar gritos y cuando el conductor pegó el volantazo ya estábamos por volcar. Me paré y me agarré fuerte. Quedé golpeado en la espalda y la nuca, pero logré mantenerme de pie»
El relato de Diego se vuelve aún más angustiante al recordar los momentos previos al vuelco. ‘Uno de los choferes subió con mala actitud, diciendo que no se iba a cambiar de micro, que íbamos a parar solo cinco minutos o no llegábamos más. Hablaba mal y muy enojado, eso me sorprendió’, describe, evidenciando la negligencia y la falta de profesionalismo de quienes debían velar por la seguridad de los pasajeros.
El horror se desató cuando el colectivo comenzó a zigzaguear de manera incontrolable. ‘Empecé a escuchar gritos, me senté rápido, y cuando el conductor pegó el volantazo ya estábamos por volcar. Me paré y me agarré fuerte. Quedé golpeado en la espalda y la nuca, pero logré mantenerme de pie’, narra Diego con la voz entrecortada. Su valentía y su instinto de supervivencia le permitieron mantenerse a salvo en medio del caos.
Solidaridad en medio del caos: Un acto de heroísmo
Tras el impacto, el colectivo quedó volcado en una zanja llena de agua helada. ‘Empezaron los llantos, los gritos… de todo’, recuerda Diego con tristeza. A pesar de sus propios dolores y heridas, no dudó en socorrer a una anciana que tenía problemas para respirar. ‘Le hablé, la tapé. Tenía dolor de cintura y de un brazo. Me pidió su mochila, porque ahí tenía su puff —el aparatito para respirar— y su celular. Le dije que no me iba a mover de su lado hasta que llegara la ambulancia’, cuenta con humildad.
Su testimonio es un ejemplo de solidaridad y humanidad en medio de la tragedia. Diego se mantuvo firme al lado de la anciana hasta que llegaron los bomberos, a quienes les explicó la situación y les solicitó que le entregaran su mochila con urgencia. Luego, ambos fueron trasladados al hospital de General La Madrid, donde recibieron atención médica.
‘Casi todos fuimos ahí, salvo cuatro personas que fueron a otro lado. La atención fue muy buena. Cerca de las 11 llegó gente de la municipalidad, y nos llevaron a los que ya teníamos el alta a un polideportivo. Nos atendieron excelente, nos dieron algo calentito para tomar y después nos sirvieron comida’, relata Diego con gratitud hacia quienes les brindaron ayuda y contención en esos momentos difíciles.
A pesar del dolor y el trauma, Diego se aferra a la vida. ‘Me duele todo, pero estoy vivo’, afirma con una mezcla de alivio y resignación. Su testimonio es un llamado a la reflexión sobre la importancia de exigir un transporte público seguro y de calidad, donde las empresas cumplan con las normas y los pasajeros sean tratados con respeto y dignidad.
Voces que exigen justicia: Más allá de la tragedia
Diego no está solo en su clamor por justicia. Tatiana, otra sobreviviente del accidente, coincide en que ‘el colectivo iba muy rápido’ y asegura que la compañía no cumplió con las condiciones prometidas al momento de la compra del pasaje. ‘A mí la empresa me mintió. Yo compré un pasaje para ir en el piso superior, en el doble piso, pero salimos con un micro de un piso único. El micro venía desde Caleta Olivia y yo lo tomé en Viedma’, expresa con indignación.
Al igual que Diego, Tatiana denuncia que les dijeron que en Bahía Blanca iban a cambiar por un micro por el que habían pagado, pero esa promesa nunca se cumplió. ‘Nos mintieron. No hubo cambio de micro y encima nos trataron muy mal. No nos dieron tiempo siquiera para ir al baño. Los choferes nos dijeron que estaban retrasados’, relata con frustración.
Estos testimonios, sumados a las pericias que se están llevando a cabo, complican aún más la situación de la empresa Vía Tac y del conductor del ómnibus, Daniel Alejandro Pereyra, quien quedó detenido e imputado por ‘homicidio culposo agravado por la pluralidad de víctimas fatales’.
Ruta 51: Las víctimas que no volverán a casa
El accidente en la Ruta 51 se cobró la vida de cinco personas, cuyas identidades fueron confirmadas en las últimas horas: Nora Anagua López, de nacionalidad boliviana y residente en Buenos Aires; Felipa Susana Conti, oriunda de Rawson; María Kateryne Delgado Oropeza, de nacionalidad venezolana y radicada en Las Grutas; Yolanda Mabel Schulz, de Caleta Olivia; y Lucas Kevin Sosa, de San Justo. Sus nombres y sus historias quedarán grabados en la memoria de quienes los conocieron y amaron.
Entre las víctimas se encuentra María Kateryne Delgado Oropeza, una joven venezolana de 25 años que había encontrado en Las Grutas su hogar. Su partida deja un vacío irremplazable en su familia y en la comunidad que la acogió con cariño.
Investigación en curso: ¿Quiénes son los responsables?
La causa está a cargo del fiscal Christian Urlezaga, de la UFI Nº 7 del Departamento Judicial Azul, con sede en Olavarría, junto a la fiscal Belén Colantonio, de la Ayudantía Fiscal de General La Madrid. Las autoridades judiciales están trabajando para determinar las causas del accidente y establecer las responsabilidades correspondientes.
Mientras tanto, la Municipalidad de General La Madrid ha confirmado que el chofer permanece aprehendido y alojado en los calabozos de la comisaría local, a disposición de la Justicia. Se espera que en los próximos días se realicen nuevas pericias y se tomen declaraciones a testigos y sobrevivientes para esclarecer lo sucedido.
La tragedia en la Ruta 51 ha dejado una profunda herida en la sociedad y ha puesto de manifiesto la necesidad de controles más estrictos y sanciones más severas para las empresas de transporte que no cumplan con las normas de seguridad. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y garanticen que este tipo de hechos no se repitan.