La gestión de residuos en la ciudad de Córdoba presenta una historia compleja, marcada por la improvisación, la falta de planificación a largo plazo y proyectos que, lejos de solucionar el problema, lo agravaron. Desde los basurales a cielo abierto hasta los complejos enterramientos y proyectos de gasificación fallidos, el recorrido refleja una problemática que aún perdura.
De los basurales a los hornos incineradores: un pasado contaminante
Durante décadas, la solución al problema de la basura en Córdoba fue sencillamente trasladarla de lugar. El cauce del río La Cañada y las márgenes del río Suquía fueron testigos mudos de montañas de residuos, una práctica que contaminó gravemente el medio ambiente y causó daños irreversibles a los ecosistemas locales.
A mediados de la década de 1910, se construyó un incinerador en el barrio Observatorio. Si bien representaba un avance para la época, la tecnología empleada era rudimentaria y generaba una gran cantidad de emisiones contaminantes. En 1960 se inauguró otro horno más grande en barrio Villa Belgrano, con similares problemas ambientales. Las cenizas resultantes de la incineración, en ambos casos, fueron comercializadas para la fabricación de productos de limpieza. Estos hornos, sin embargo, no fueron la solución ideal para el problema.
En los años 70 se abandonó la incineración, volviendo a la práctica de enterramientos en terrenos diversos, algunos de los cuales ahora forman parte de barrios residenciales como Nuestro Hogar III. Esta falta de planificación a largo plazo dejó un legado ambiental grave, afectando tanto al suelo como a las aguas subterráneas.
El enterramiento de Bouwer y el inicio de una nueva etapa (con sus fallas)
En 1982 se inauguró el enterramiento sanitario de Bouwer, que representó un avance sustancial en la gestión de residuos. El método de enterramiento en fosas, aunque mejor que los basurales a cielo abierto, también presenta sus inconvenientes y una vida útil limitada. Hoy, las nueve fosas del complejo albergan más de 10 millones de toneladas de basura, algunas de estas fosas elevadas a 20 metros sobre la superficie.
Sin embargo, la clausura del enterramiento de Bouwer, debido a la presión vecinal, precipitó una crisis en la gestión de residuos en la ciudad. Fue este evento el que condujo a la apertura de Piedra Blanca.
Piedra Blanca: El proyecto fallido y una solución temporal a largo plazo
Piedra Blanca se inauguró en 2010 como una solución temporal, con la promesa de que la empresa Innviron implementaría una tecnología de gasificación de residuos para generar energía. Esta promesa, sin embargo, se demostró irreal, puesto que Innviron no tenía los antecedentes que aseguraba, como se demostró en una investigación de La Voz del Interior.
La empresa prometió la instalación de una planta en Bajo Grande (rechazada por la Comunidad Regional de Santa María) y posteriormente en La Carbonada (con similar oposición vecinal). La otra alternativa, Toledo, también recibió rechazo vecinal. La falta de alternativas llevó a la persistencia de Piedra Blanca, que inicialmente debía durar apenas un año.
Los planes para convertir a Piedra Blanca en un relleno sanitario definitivo también fracasaron. La situación es aún más problemática considerando la extensa polémica judicial (aún no resuelta por el Tribunal Superior de Justicia) sobre la radicación de un complejo ambiental en Villa Parque Santa Ana, en la que se invirtieron millones en proyectos sin obtener resultado alguno.
Actualmente, Piedra Blanca, previsto inicialmente como solución temporal para 2011, continúa operativo y se espera que lo sea al menos hasta 2034. Esta prolongación refleja el fracaso de la planificación urbana y las consecuencias de la falta de implementación de soluciones innovadoras y sostenibles.
El presente y el futuro de la gestión de residuos en Córdoba
A pesar de las dificultades del pasado, se vislumbra un cambio positivo. La reciente habilitación de una nueva celda en Piedra Blanca, con mejoras en las medidas de seguridad e impermeabilización, representa un avance, buscando mejorar la gestión de residuos y mitigar su impacto en el medio ambiente.
La nueva celda, con sus 180 metros de largo y ancho y 17 de profundidad, es la primera de seis planificadas, con sistemas para captar los gases de descomposición que se pueden utilizar para producir energía. Sin embargo, esto no debe distraer de la necesidad de una planificación urbana integral que considere estrategias a largo plazo para el manejo de residuos.
Es necesario implementar políticas más ambiciosas de reducción, reutilización y reciclaje de los residuos, reducir la dependencia de los enterramientos, impulsar la investigación y la adopción de nuevas tecnologías de tratamiento de residuos y promover la economía circular.
La gestión de residuos no es un problema aislado del ámbito ecológico, sino que se relaciona directamente con la planificación urbana, la salud pública y la calidad de vida de los ciudadanos. La historia de Córdoba en este aspecto demuestra que la improvisación tiene un costo ambiental y social muy alto, por lo que el futuro necesita una política de gestión mucho más eficiente.
hacia un futuro más sostenible
Córdoba ha recorrido un largo camino en la gestión de sus residuos, desde métodos rudimentarios y contaminantes hasta sistemas de enterramiento más modernos. Sin embargo, la historia muestra que la falta de planificación, la ineficiencia de los proyectos y la falta de compromiso político han generado consecuencias negativas, que incluyen la contaminación del suelo y las aguas subterráneas, la generación de emisiones de gases de efecto invernadero, y un despilfarro de recursos económicos.
Si bien los nuevos avances tecnológicos en la gestión de residuos ofrecen posibilidades para el futuro, es crucial que estos esfuerzos vayan acompañados de un cambio de mentalidad que priorice la reducción, la reutilización y el reciclaje de los residuos. De no ser así, la historia de fracasos y promesas incumplidas seguirá repitiéndose.