La cosecha de trigo en Córdoba avanza con un ritmo constante, pero los resultados preliminares revelan un panorama de contrastes. Mientras que las zonas bajo riego se encaminan hacia un rendimiento récord, las áreas de secano enfrentan una merma significativa en la producción. Esta disparidad, impulsada por las fluctuaciones climáticas y las particularidades de cada región, plantea interrogantes sobre la estabilidad del sector agrícola y la necesidad de estrategias adaptativas para afrontar los desafíos climáticos.
Secano vs. Riego: Dos Caras de la Misma Moneda
El último informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA) revela una diferencia abismal en los rendimientos del trigo entre las zonas de secano y bajo riego. Con un 30% de la cosecha completada, el rinde promedio en secano se ubica en 22,5 quintales por hectárea (qq/ha), un 12% por debajo del promedio histórico provincial. En contraste, los cultivos bajo riego proyectan un rendimiento promedio de 54,5 qq/ha, una cifra que no solo supera ampliamente al secano, sino que también se perfila como un nuevo récord histórico para la provincia.
Esta brecha productiva se explica, en gran medida, por las condiciones climáticas que prevalecieron durante el ciclo del cultivo. Las lluvias de octubre, cruciales para el desarrollo del trigo en secano, llegaron de forma tardía, cuando las plantas ya se encontraban en su período crítico. Este retraso, sumado a las altas temperaturas que generaron estrés hídrico, afectó negativamente el llenado de los granos, resultando en una merma considerable en la producción.
En las zonas bajo riego, la situación fue radicalmente diferente. La disponibilidad constante de agua permitió a los cultivos sortear las inclemencias del clima y alcanzar su máximo potencial productivo, impulsando los rendimientos a niveles históricos. El departamento de Marcos Juárez, por ejemplo, registra rindes en secano de hasta 31,8 qq/ha, mientras que en la región central, la falta de lluvias oportunas limitó la producción a tan solo 10 qq/ha.
El Impacto de las Condiciones Climáticas
Más allá de la disparidad entre secano y riego, el estado general del cultivo en Córdoba refleja las dificultades impuestas por el clima. Solo el 5% de la superficie sembrada con trigo se encuentra en estado excelente, concentrada principalmente en lotes bajo riego. A pesar de que las lluvias de noviembre brindaron cierto alivio, no fueron suficientes para revertir el impacto de la sequía y las altas temperaturas previas. El informe de la BCCBA señala un aumento en la proporción de superficie en estado regular y malo, una señal preocupante para la producción total.
Las adversidades climáticas no solo afectaron el rendimiento, sino también la sanidad del cultivo. La presencia de arañuela negra (Petrobia latens) y roya amarilla del trigo (Puccinia striiformis f. sp. tritici) fue reportada con incidencia media en diversas zonas, lo que podría impactar aún más en la calidad y cantidad de la cosecha final. La humedad ambiental generada por las lluvias tardías favoreció el desarrollo de estas enfermedades, agregando otra capa de complejidad al panorama agrícola.
Proyecciones y Perspectivas Futuras
A pesar de las dificultades en el secano, la producción total de trigo en Córdoba se proyecta en 2 millones de toneladas, un aumento del 35% en comparación con la campaña anterior. Este incremento se debe, en gran parte, al excelente rendimiento esperado en las zonas bajo riego, que compensaría en cierta medida las pérdidas en el secano.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas proyecciones son preliminares y podrían variar en función del desarrollo de la cosecha y las condiciones climáticas futuras. La BCCBA advierte que los valores actuales son provisorios y se basan en datos proporcionados por colaboradores. La incertidumbre climática, una constante en el sector agrícola, invita a la cautela y a la necesidad de monitorear de cerca la evolución de la cosecha.
Más allá de los números, la situación actual del trigo en Córdoba nos invita a reflexionar sobre la importancia de la adaptación al cambio climático en el sector agrícola. La inversión en tecnologías de riego, el desarrollo de variedades más resistentes a la sequía y la implementación de prácticas agrícolas sustentables son cruciales para asegurar la estabilidad y la rentabilidad de la producción a largo plazo. El contraste entre el secano y el riego en esta campaña sirve como un claro ejemplo de cómo la innovación y la planificación pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso frente a los desafíos climáticos.
El futuro del trigo en Córdoba, y en Argentina en general, dependerá de la capacidad del sector para adaptarse a un clima cada vez más impredecible. La innovación tecnológica, la diversificación de cultivos y la implementación de estrategias de gestión del riesgo serán claves para asegurar la sostenibilidad de la producción y la seguridad alimentaria en los años venideros.