Córdoba se ha convertido en el escenario de una serie de incidentes violentos protagonizados por médicos, dejando al descubierto una preocupante escalada de agresividad y una falta de control de impulsos que está generando alarma social. Desde ataques con machetes tras incidentes de tránsito hasta la destrucción a pedradas de vehículos en estacionamientos de hospitales, la realidad cordobesa muestra una imagen de creciente barbarie que no puede pasar desapercibida.
Machetazos en Plaza España: ¿El comienzo del caos?
El domingo por la noche, en la zona de Plaza España, un roce entre un Chevrolet Onix y un Volkswagen Bora desencadenó una situación digna de una película de Quentin Tarantino. El cardiólogo de 36 años al volante del Onix se vio envuelto en una discusión con el conductor del Bora que escaló a niveles inimaginables. La pelea continuó en la calle Nores Martínez, donde el conductor del Bora sacó un machete y atacó salvajemente al médico, causándole heridas graves en la cabeza y el cuerpo. La imagen de un profesional de la salud, bañado en sangre, atacado con un machete en plena vía pública es un símbolo elocuente de la descomposición social que estamos viviendo.
La frialdad del agresor al huir, dejando el machete como prueba de su cobardía, evidencia una alarmante falta de respeto por la vida y la ley. Este incidente no es un caso aislado, es una muestra de la creciente violencia que inunda nuestras calles y amenaza con salirse de control. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que estas situaciones de brutalidad se repitan sin consecuencias?
Piedrazos en el Hospital Misericordia: la ira en el estacionamiento
Pero la violencia no se limita a las calles. En la madrugada del sábado, un médico del Hospital Misericordia protagonizó otro ataque brutal, esta vez contra una colega. Impulsado por su incapacidad para sacar su propio vehículo del estacionamiento del hospital, este supuesto profesional decidió tomar una piedra y destrozar a pedradas el auto de una enfermera. Un ataque gratuito, impulsivo y cobarde en un lugar que debería ser seguro para los trabajadores de la salud.
La excusa del mal estacionamiento y la falta de seguridad en la zona no justifican la acción violenta del médico. La responsabilidad de la situación recae en parte en la administración del hospital que, al parecer, no ha provisto las instalaciones adecuadas para que los profesionales puedan dejar sus vehículos. El comentario hecho por el delegado gremial de ATE apunta a esta problemática que se suma a los robos y hechos de inseguridad en la zona, lo que pone en duda la capacidad de gestión del Hospital Misericordia.
La enfermera, al llegar, se encontró con su auto destrozado y, ante la indignación del momento, intentó dialogar con el agresor. Pero, ¿de qué dialogo podía haber resultado? Las imágenes captadas del acontecimiento muestran la furia desenfrenada de este supuesto profesional que, en vez de asumir su responsabilidad, decidió insultar y culpar a la víctima. La reacción del médico nos deja una pregunta: ¿cómo es que personas con este tipo de actitudes tienen la responsabilidad de cuidar la vida de otros?
La falta de luces y la inseguridad de la zona se suma al caos, generando una atmósfera de zozobra y miedo entre el personal del hospital. En vez de buscar soluciones en conjunto para mejorar las condiciones de trabajo, algunos optan por la violencia.
La violencia médica: un problema que requiere atención urgente
Estos dos casos, entre otros más, no hacen sino poner de manifiesto la creciente problemática de la violencia urbana y, lo que es aún más preocupante, la violencia ejercida por profesionales de la salud contra otros profesionales. ¿Qué mensaje se les está dando a la ciudadanía? ¿Qué ejemplo estamos dando como sociedad?
Es fundamental que se investiguen a fondo estos casos, se apliquen las sanciones correspondientes y se tomen medidas para evitar que estas situaciones se repitan. No podemos tolerar que la violencia se convierta en una forma de resolver conflictos, especialmente por parte de quienes deberían ser modelos de comportamiento responsable. Los profesionales de la salud deben actuar como líderes de comunidad.
La falta de seguridad en las inmediaciones del hospital es otro aspecto que urge atender. Se requiere una mayor presencia policial, mejores sistemas de iluminación y estacionamientos seguros para proteger a los trabajadores de la salud que llegan y parten en horas nocturnas, no todos pueden permitirse taxis o remises. La administración del hospital debe responder por la precariedad que implica riesgos adicionales para quienes realizan sus tareas, incluso de violencia interpersonal.
Debemos exigir un cambio cultural que priorice el diálogo, el respeto y la resolución pacífica de conflictos. Debemos hacer de Córdoba una ciudad más segura para todos, donde los profesionales de la salud puedan desempeñar sus tareas sin temor a ser víctimas de la violencia.
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