Córdoba se sumó este lunes a la marcha Ni Una Menos, una manifestación que recorre el país en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La convocatoria, que reunió a diversas organizaciones y activistas, partió desde la esquina de Colón y Cañada para marchar hacia los patios Olmos y la explanada de la plaza Vélez Sarsfield. La imagen de miles de personas reclamando justicia y un fin a la violencia de género en las calles cordobesas reflejó la fuerza del movimiento y la necesidad imperiosa de abordar este grave problema que aqueja a la sociedad argentina.
El alarmante dato que expuso Mumalá
Betiana Cabrera-Fasolis, titular de Mumalá Córdoba, destacó la importancia de la marcha como un espacio para visibilizar una problemática que, lejos de disminuir, presenta nuevas aristas preocupantes. Desde el Observatorio Nacional Mumalá se reveló una estadística escalofriante: en el último año, sólo el 12% de las víctimas de femicidio habían realizado una denuncia previa contra su agresor. Este dato pone en evidencia la fragilidad del sistema de protección a las mujeres y la necesidad urgente de repensar las estrategias de prevención y asistencia.
Cabrera-Fasolis explicó que la violencia de género es un proceso que se desarrolla a lo largo del tiempo, comenzando muchas veces con agresiones verbales, psicológicas, simbólicas y económicas, antes de escalar a la violencia física. La falta de denuncias, según la referente de Mumalá, podría reflejar una falta de confianza en las instituciones o desconocimiento de los recursos disponibles para las víctimas. “O las víctimas no conocen que existen dispositivos institucionales, que existe la justicia para recurrir, o visibilizan que directamente la justicia no puede hacer nada”, afirmó Cabrera-Fasolis.
El contexto de la marcha y las cifras que preocupan
La marcha, que comenzó pasadas las 18:30 horas, se desarrolló en un clima de conmoción y preocupación. En lo que va del año, Córdoba registra 11 femicidios, una cifra que se suma a la alarmante estadística nacional, que supera los 200 casos. Esta problemática exige una respuesta contundente por parte de las autoridades y de la sociedad en su conjunto. Es necesario fortalecer los mecanismos de prevención, asistencia y justicia para garantizar la seguridad y los derechos de las mujeres.
La marcha Ni Una Menos no sólo busca concientizar sobre la violencia de género sino también exigir acciones concretas por parte del Estado. Se reclaman políticas públicas efectivas que protejan a las mujeres y niñas de la violencia, como la implementación de programas de prevención, la capacitación de personal policial y judicial en la perspectiva de género, y la garantía de acceso a la justicia para las víctimas.
Asimismo, se exige una mayor inversión en refugios para mujeres víctimas de violencia y la implementación de políticas que aborden las causas estructurales de la desigualdad de género que se encuentra en la raíz de la violencia machista. Es necesario un cambio cultural profundo que destierre la violencia contra las mujeres y promueva una sociedad más justa e igualitaria.
Más allá de las cifras: la urgencia de una respuesta integral
Las cifras de femicidios son aterradoras, pero es crucial entender que cada una de ellas representa una vida truncada, una familia destrozada, y un vacío irreparable en la sociedad. La marcha Ni Una Menos no es solo un reclamo por justicia, sino una manifestación de la indignación y el dolor colectivo frente a una violencia sistemática que necesita ser enfrentada con una estrategia integral. Este problema trasciende los datos estadísticos y requiere un compromiso de toda la sociedad para erradicarlo.
La falta de denuncias, como se ha señalado, es un indicador de la falta de confianza en las instituciones. Muchas víctimas no denuncian por temor a represalias, por desconfianza en la justicia, o por creer que no habrá consecuencias para sus agresores. Es imperativo trabajar en la construcción de confianza, educando a la población sobre los derechos de las mujeres y los recursos disponibles para las víctimas. Es preciso que haya mayor compromiso de las autoridades para mejorar la atención que las instituciones judiciales y policiales brindan a este tema.
Se necesita una respuesta integral y coordinada entre los diferentes organismos del Estado, las organizaciones sociales y la comunidad en su conjunto para atacar el problema de la violencia de género. Esto incluye políticas de prevención, asistencia a víctimas, sanciones severas para los agresores, y cambios culturales que promuevan la igualdad y el respeto entre géneros. Es fundamental crear una red de apoyo y contención para las víctimas, para que sepan que no están solas y que pueden acceder a la ayuda necesaria.
En definitiva, la marcha Ni Una Menos en Córdoba, como en cada rincón del país, sirve como un recordatorio contundente de la necesidad de una respuesta urgente y efectiva contra la violencia de género. Es hora de dejar de lamentarnos por las cifras y empezar a actuar con decisión y compromiso para que la violencia contra las mujeres se convierta en una dolorosa anécdota del pasado, y no en la macabra realidad del presente.
La lucha continúa
La marcha del lunes en Córdoba, una muestra más de la persistencia de la lucha contra la violencia de género, refleja la necesidad de un compromiso social continuo. No se trata sólo de conmemoraciones anuales, sino de un cambio estructural profundo que requiere la colaboración entre instituciones, sociedad civil y personas. En Argentina, el trabajo por la erradicación de la violencia contra la mujer es una lucha diaria, que demanda una atención integral y constante.