El conurbano bonaerense, un territorio donde la vida a menudo se desenvuelve entre sombras, ha sido testigo de dos crímenes que sacuden los cimientos de la seguridad. Liliana Cháves, quien intentó reinventarse como Sofía, fue asesinada con 17 disparos en una vivienda precaria. A pocos kilómetros, Dylan Cortez fue acribillado en plena calle. Dos vidas truncadas por la violencia, dos historias que reflejan la dura realidad de una zona donde la justicia parece esquiva.
Liliana: una vida a tiros en Virrey del Pino
El domingo pasado, la calle Newton al 900 se convirtió en un escenario de terror. Los vecinos, aterrados, recuerdan haber escuchado una ráfaga de disparos y haber visto a un hombre huir a toda velocidad. Adentro, en una de las precarias viviendas de alquiler, yacía el cuerpo de Liliana, baleada sin piedad. Su intento de dejar atrás su pasado, su anhelo de una nueva identidad, se estrellaron contra la crudeza de una muerte violenta. Su cuerpo fue encontrado boca arriba, rodeado de casquillos de bala.
“Parecía que no querían dejarla vivir, que querían borrarla del mapa”, comentó un vecino, aún consternado por lo sucedido. Las fuentes de la investigación señalan que los disparos fueron efectuados desde el frente de la vivienda. Se sospecha de J.R., un hombre de nacionalidad paraguaya, presuntamente su pareja. ¿Crimen pasional? ¿Ajuste de cuentas? La respuesta se diluye en medio de la confusión.
El pasado de Liliana: entre delitos y una búsqueda de escape
Liliana Cháves arrastraba un prontuario cargado: tenencia de estupefacientes, tenencia ilegal de arma y homicidio, delitos por los que ya había pagado condena. Sin embargo, su pasado no justifica su final. Su historia plantea interrogantes sobre la eficacia del sistema para brindar segundas oportunidades y la urgencia de abordar las raíces de la violencia que carcome nuestros barrios.
Buscando refugio, Liliana se había mudado desde la villa Zavaleta a Virrey del Pino, adoptando el nombre de Sofía. Sus vecinos la recuerdan como una mujer reservada, pero asediada por visitas masculinas. Su huida no fue suficiente. La violencia la encontró, la atrapó y la silenció para siempre.
La escena del crimen: un millón de pesos y un mar de dudas
La policía encontró cinco vainas de bala en el exterior de la vivienda y doce en el interior, además de un millón de pesos en efectivo. La hipótesis que cobra más fuerza es que el asesino irrumpió en la casa y vació el cargador de su arma sobre Liliana. ¿De dónde provenía ese dinero? ¿Qué secretos ocultaba Liliana tras su nueva identidad? Las respuestas son cruciales para esclarecer este brutal crimen.
Dylan: acribillado en una esquina de Ingeniero Budge
La muerte acecha en cada esquina del conurbano. Apenas unos días después del crimen de Liliana, Dylan Cortez, de 26 años, fue asesinado a balazos en la esquina de Lavardén y Ayolas, en Ingeniero Budge. Un auto pasó y disparó sin piedad, dejándolo sin vida en el asfalto. Otra víctima de la violencia, otro joven que engrosa la lista de muertos en una guerra silenciosa que se libra en nuestros barrios.
Las cámaras de seguridad y los testimonios recabados apuntan a un menor de edad como uno de los autores del crimen. Jóvenes convertidos en verdugos, vidas destruidas por la droga y la marginalidad. La imagen es desoladora.
La policía allanó la vivienda de Dylan en el marco de una causa por abuso de armas, lo que refuerza la teoría de un ajuste de cuentas vinculado a la venta de drogas. Un mundo oscuro donde la vida vale poco y la muerte acecha a cada instante. Testimonios de vecinos aseguran que Dylan estaba relacionado con el mundo de la droga y que su asesinato fue una venganza entre bandas.
¿Crímenes aislados o eslabones de una misma cadena?
Aunque las investigaciones apuntan a móviles distintos en ambos crímenes, es imposible ignorar la similitud en el modus operandi y el contexto en el que se produjeron. ¿Existe una conexión entre estos dos asesinatos? ¿Son parte de una misma guerra por el control del territorio? La justicia debe investigar a fondo para desentrañar la verdad y llevar a los culpables ante la ley.
El conurbano grita: basta de impunidad
Las muertes de Liliana Cháves y Dylan Cortez son un llamado de atención urgente. No podemos seguir tolerando la violencia, la impunidad y la falta de oportunidades en el conurbano. Es hora de exigir a nuestros gobernantes políticas públicas integrales que aborden las causas profundas de la inseguridad, que garanticen la presencia del Estado en los barrios más vulnerables, que les brinden a nuestros jóvenes un futuro lejos de la droga y el delito.
La sociedad civil también tiene un rol fundamental que cumplir. Debemos involucrarnos, denunciar, participar en iniciativas que promuevan la seguridad y la justicia en nuestros barrios. No podemos permitir que el miedo nos paralice, que la indiferencia nos gane la batalla. Es hora de unirnos y construir un conurbano más justo, más seguro y más digno para todos.