Córdoba está en llamas. O, al menos, así lo pinta la prensa amarillista. Y yo, Amarillo “Polémica” Pérez, estoy aquí para echar más nafta al fuego. ¿El tema? Una batalla campal entre el flamante intendente, Daniel Passerini, y el jefe del gremio municipal, Rubén Daniele. Un conflicto que va más allá de sueldos y horas extras; es una guerra por el poder en la capital cordobesa. Una pelea llena de traiciones, chantajes y secretos sucios, tan jugosa como una milanesa con papas fritas.
La guerra entre Passerini y Daniele: una séptima hora que marcó la historia
La historia comienza (o explota) con la famosa séptima hora. Recordemos: Martín Llaryora, el gran estratega, le quitó esa hora extra a los municipales. ¿Un golpe maestro? ¿Un abuso de poder? Eso ya lo dejo a su criterio, estimados lectores. Pero el flamante intendente, Passerini, quien antes era vicerrector del colegio de la alegría, ahora se encuentra sentado en la silla de la discordia. ¿Es realmente una persona preparada para enfrentar las luchas intestinas del poder municipal?
Daniele, el “viejo zorro”, lo sabe. Él estuvo presente en ese momento tan controversial y lo recuerda como una grave traición. Dice Daniele, entre sorbos de café amargo, que el ahora intendente “se hacía el zonzo” mientras se llevaba a cabo dicha eliminación de la séptima hora, lo cual lo convierte en un “partícipe necesario”. ¡Qué cosas, eh? Si hasta lo acusan de utilizar esa información para chantajear. Claro que son solo rumores. De los que siempre hay muchos cuando el poder está en juego.
Ahora, Passerini, en lugar de arreglar las cosas intenta imitar a Llaryora con una estrategia de poder que consiste en controlar las tareas de los delegados del Suoem, a quienes acusa, entre otras cosas, de “no trabajar”. ¿Será cierto? La verdad está enterrada bajo un montón de intrigas, sospechas y notas periodísticas amarillistas. No se sabe si para beneficio de Daniele o de Passerini.
Más allá de la pelea municipal: un terremoto político en Córdoba
Pero esto no es sólo una guerra entre un intendente y un gremio. Es un sismo que sacude los cimientos políticos de Córdoba. La tensión entre Passerini y Daniele refleja una grieta profunda en el peronismo cordobés, y el oportunismo de otros actores políticos que aprovechan esta fragmentación con saña.
Mientras la prensa se alimenta de los dichos de Daniele, quienes afirman que existen contratos con empresas privadas que serían un escándalo si se hicieran públicos, no podemos olvidar la ruptura entre Luis Juez y Juan Pablo Quinteros. ¿Una simple disputa personal? ¡Ni hablar! Un drama griego con un trasfondo político, envuelto en traiciones políticas y alianzas inestables. Qué tiempos, ¿no?
La irrupción de Sergio Massa en la escena cordobesa, abriendo su primer local en San Francisco, la tierra natal de Llaryora, es una movida digna de un gran maestro de ajedrez político. Massa va por los votos que dejó Juez y, de yapa, también quiere atraer a los delasotistas decepcionados. ¡Todo es parte del juego!
Hasta el concejal Nicolás Piloni, que se describe como un “llaruyorista puro”, busca posicionarse con exposiciones en congresos internacionales, vendiendo el “modelo cordobés”. ¡Cuidado con este político! Parece que está trabajando para conseguir un puesto en el gabinete, incluso hasta tiene en carpeta el de intendente.
¿Un futuro incierto?
En definitiva, el enfrentamiento entre Passerini y Daniele no es una simple disputa gremial. Es un microcosmos del complejo panorama político cordobés, lleno de ambiciones, traiciones y alianzas cambiantes. Una lucha donde solo hay ganadores a corto plazo, ya que el verdadero costo de la contienda lo pagarán los cordobeses.
Este es solo el comienzo. El futuro está en juego, y yo, Amarillo “Polémica” Pérez, estaré aquí para contarles cada detalle. Cada rumor, cada chisme, cada escándalo… ¡Prepárense, que esto apenas empieza!