Nélida Caballero, la ex cocinera del otrora poderoso ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, ha sido condenada a tres años de prisión en suspenso por lavado de activos. La sentencia, dictada por el Tribunal Oral Federal 7, cierra un capítulo en una historia que ha transitado por los pasillos de la corrupción kirchnerista y que ha dejado al descubierto una trama de enriquecimiento ilícito y una defensa, cuanto menos, peculiar.
Una fortuna inexplicable
La justicia argentina determinó que Caballero no pudo justificar el origen de una fortuna que incluía siete vehículos de alta gama, una propiedad rural en Formosa y una suma millonaria en efectivo. La cifra total de los bienes decomisados supera los 395 millones de pesos, un monto que contrasta fuertemente con los ingresos declarados por la ex cocinera durante los años en que trabajó para De Vido.
El juicio, que comenzó en septiembre, puso en evidencia las inconsistencias en la defensa de Caballero. La acusada intentó atribuir su patrimonio a supuestas ganancias obtenidas mediante el ejercicio de la prostitución, una estrategia que la fiscal Fabiana León comparó con la utilizada por la modelo Sofía Clérici en otra causa de lavado de activos. Esta línea argumental, conocida como la “defensa Clérici”, se basa en la alegación de que los bienes fueron obtenidos a través de regalos de clientes adinerados. Sin embargo, la fiscalía desestimó esta versión debido a la falta de pruebas que la sustentaran.
La fiscal León argumentó que la “defensa Clérici” era una estrategia para encubrir el verdadero origen del dinero, presumiblemente proveniente de actividades ilícitas vinculadas a la corrupción durante la gestión de De Vido en el Ministerio de Planificación. La falta de documentación que respaldara la versión de Caballero, sumado al fallecimiento de los supuestos clientes que le habrían otorgado los bienes, debilitó aún más su defensa.
Condena y decomiso: el veredicto de la justicia
El Tribunal Oral Federal 7, integrado por los jueces Enrique Mendez Signori, Fernando Canero y Germán Castelli, condenó a Caballero a tres años de prisión en suspenso y al pago de una multa equivalente al doble del monto de la operación de lavado, cerca de 800 millones de pesos. Además, se ordenó el decomiso de todos los bienes mencionados, incluyendo la chacra en Formosa y los vehículos de alta gama, que quedarán a disposición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Si bien Caballero no irá a prisión debido a que la condena es en suspenso, la sentencia sienta un precedente importante en la lucha contra la corrupción. La decisión del tribunal de decomisar los bienes, incluso ante la falta de una condena a prisión efectiva, envía un mensaje claro sobre la importancia de perseguir el lavado de activos y recuperar los fondos obtenidos ilegalmente.
El fallo también destaca la necesidad de investigar a fondo los casos de corrupción y de no dejarse engañar por defensas que carecen de sustento probatorio. La “defensa Clérici”, aunque mediática, no logró convencer a los jueces, quienes basaron su decisión en las evidencias presentadas por la fiscalía.
El fantasma de De Vido
La condena a Caballero inevitablemente trae a la memoria la figura de Julio De Vido, el ex ministro de Planificación durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. De Vido, quien ya ha sido condenado en otras causas por corrupción, se encuentra actualmente en prisión. Si bien no fue juzgado en este caso, la sombra de su influencia se cierne sobre la figura de Caballero.
La investigación que llevó a la condena de Caballero se originó a partir de un informe del programa Periodismo Para Todos, conducido por Jorge Lanata, que reveló el ostentoso patrimonio de la ex cocinera. Este caso se suma a la larga lista de escándalos de corrupción que han salpicado a la administración kirchnerista y que han generado un profundo debate sobre la transparencia y la rendición de cuentas en la política argentina.
La condena a Nélida Caballero es un paso más en el largo camino hacia la justicia en Argentina. Sin embargo, también es un recordatorio de la necesidad de fortalecer las instituciones, de promover la transparencia y de combatir la corrupción en todos sus niveles. Solo así se podrá construir una sociedad más justa e igualitaria.