El Coloso Marcelo Bielsa, un templo del fútbol rosarino, se ha convertido en un campo de batalla. El pasado domingo, lo que prometía ser una fiesta entre Newell’s y Belgrano se transformó en una pesadilla, una función de terror orquestada por la policía. Hinchas, socios, familias enteras, todos convergieron al estadio con la esperanza de alentar a su equipo, pero la sombra de la violencia policial, como un espectro, se cernió sobre el Parque Independencia, dejando tras de sí una estela de indignación y furia.
Esto no fue un incidente aislado, sino la repetición grotesca de una violencia largamente anunciada, un atropello que se ha vuelto, por desgracia, moneda corriente en cada encuentro futbolístico en Rosario. La policía, en lugar de cumplir su deber de proteger a los asistentes, se ha metamorfoseado en una amenaza constante, generando más temor que la propia barra brava. ¿Hasta cuándo, Rosario? ¿Hasta cuándo los hinchas de Newell’s deberán soportar esta brutalidad? ¿Hasta cuándo las autoridades seguirán mirando hacia otro lado, permitiendo que la impunidad campee a sus anchas?
Coloso Blindado: Crónica de una Represión Anunciada
El domingo, el termómetro marcaba un clima de tensión que presagiaba lo peor. Un grupo de inadaptados, disfrazados de hinchas de Rosario Central, lanzaron fuegos artificiales en las inmediaciones del estadio, una burla barata que buscaba exacerbar los ánimos. ¿Dónde estaba la policía en ese momento? ¿Por qué no detuvieron ese acto vandálico que, a la postre, encendería la mecha de la violencia?
La respuesta de algunos hinchas de Newell’s, lamentablemente, no se hizo esperar. Un grupo salió del estadio con la intención de enfrentar a los provocadores, desatando incidentes en las afueras del Coloso. Piedras, corridas, destrozos. Un escenario dantesco que, sin embargo, no justifica la brutalidad con la que actuó la policía.
Testigos presenciales narran un infierno: uniformados disparando balas de goma indiscriminadamente contra hombres, mujeres y niños que intentaban huir del caos. Una lluvia de proyectiles que sembró el pánico y dejó a varios heridos. ¿Era necesario llegar a este extremo? ¿No existía otra forma de controlar la situación? La respuesta, amarga y recurrente, es que la policía prefiere la violencia a la disuasión, el garrote al diálogo.
“Vi cómo le disparaban a una nena de 10 años en la espalda. Corrí para protegerla y me comí yo la bala de goma. ¿Hasta cuándo vamos a vivir esto?”, relata un socio, con la voz quebrada por la impotencia.
Newell’s Alza la Voz: Un Comunicado que Exige Justicia
La dirigencia de Newell’s, harta de promesas vacías y reuniones estériles, decidió romper el silencio. A través de un comunicado oficial, el club repudió “enfáticamente el accionar de la Policía durante el partido”, denunciando la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad en cada partido de local.
“Desde el Club Atlético Newell’s Old Boys repudiamos enfáticamente el accionar de la Policía durante el partido disputado anoche, que puso en riesgo la seguridad de nuestros socios, socias e hinchas dentro del estadio”, reza el comunicado, un grito desesperado que exige un cambio radical.
“No vamos a tolerar ni avalar ningún hecho de violencia por parte de ninguna fuerza o autoridad…nuestra responsabilidad y compromiso es ante todo preservar la integridad de la familia rojinegra.”
Pero las palabras, por más enérgicas que sean, no son suficientes. Es necesario que la denuncia de Newell’s se traduzca en acciones concretas. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto, identificar y sancionar a los responsables de esta represión salvaje.
Radiografía de la Impunidad: ¿Quién Controla a la Policía?
¿Quién pone límites al accionar policial? La respuesta es desoladora: nadie. Los uniformados actúan con impunidad, amparados en un poder que parece absoluto. Los hechos se suceden, las denuncias se acumulan, pero las autoridades provinciales miran hacia otro lado, permitiendo que la violencia policial se convierta en una norma en los estadios.
Es hora de que la Justicia actúe con celeridad y transparencia, investigando a fondo los hechos ocurridos en el Coloso y castigando a los culpables. El poder político debe dejar de lado la complicidad y asumir su responsabilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos. La policía debe entender que su función es proteger, no reprimir.
La paciencia de los hinchas de Newell’s se agota. La bronca crece, la indignación se multiplica. Si las autoridades no actúan, el Coloso Marcelo Bielsa corre el riesgo de convertirse en un polvorín, donde cualquier chispa puede desatar una explosión de violencia.
El Nuevo Enemigo del Hincha: Más Temor a la Policía que a la Barra
La situación ha llegado a un punto absurdo: hoy, para el hincha de Newell’s, es más peligroso cruzarse con un policía que con un miembro de la barra brava. La violencia policial, desmedida e injustificada, ha generado un clima de terror en los estadios, alejando a las familias y a los verdaderos amantes del fútbol.
Socios relatan historias escalofriantes: balas de goma a quemarropa, golpes, insultos, detenciones arbitrarias. Un calvario que nadie debería sufrir por el simple hecho de alentar a su equipo.
“Me pegaron con un bastón en la cabeza sin motivo alguno. Solo por llevar la camiseta de Newell’s”, denuncia un socio, con la marca del horror grabada en el rostro.
Es hora de poner fin a esta barbarie. La policía debe entender que el hincha no es un enemigo, sino un ciudadano que merece respeto y protección. Las autoridades deben tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad en los estadios y erradicar la violencia policial de una vez por todas.
El Fatídico Minuto 20: Un Clásico Marcado por la Represión
El minuto 20 del partido entre Newell’s y Belgrano quedará grabado a fuego en la memoria de los hinchas leprosos. No por una jugada brillante, ni por un gol épico, sino por la represión policial que se desató en las tribunas y en las afueras del estadio.
La provocación de los hinchas de Central, si bien reprobable, no justifica la respuesta desproporcionada de la policía. Los uniformados, en lugar de actuar con inteligencia y disuadir la violencia, prefirieron recurrir a la fuerza bruta, desatando una batalla campal que dejó a varios heridos y detenidos.
Lo que debía ser una fiesta del fútbol se convirtió en un clásico que se juega con balas de goma, con gases lacrimógenos, con violencia institucional. Una vergüenza que mancha la historia de Newell’s y que exige una respuesta contundente de las autoridades.
¡Basta! Exigimos Justicia para la Familia Leprosa
Los hinchas de Newell’s no se resignan. No están dispuestos a seguir soportando la violencia policial en silencio. Exigen respuestas, exigen justicia, exigen que los responsables de la represión sean castigados con todo el peso de la ley.
Es hora de que las autoridades dejen de lado la indiferencia y asuman su responsabilidad. La policía debe entender que su función es proteger a los ciudadanos, no reprimirlos. El Coloso Marcelo Bielsa debe volver a ser un lugar de encuentro, de alegría, de pasión futbolera. Un lugar donde la violencia no tenga cabida.
La lucha por un fútbol sin violencia policial es una lucha de todos. Una lucha por la dignidad, por el respeto, por el derecho a vivir la pasión futbolera en paz. Una lucha que, como hinchas de Newell’s, no estamos dispuestos a abandonar.
- Firma nuestra petición para exigir una investigación independiente sobre la violencia policial en el Coloso Marcelo Bielsa.
- Contacta a tus representantes políticos y exige que tomen medidas para prevenir la violencia policial en eventos deportivos.
- Únete a nuestra manifestación pacífica en el Parque Independencia para exigir justicia para las víctimas de la represión policial.
- Utiliza el hashtag #NewellsSinViolencia en tus redes sociales para difundir nuestro mensaje.
No permitiremos que el miedo nos silencie. ¡La pasión leprosa no se reprime!