¿Podía River levantarse tras el mazazo de la Supercopa? El aire en el Monumental cortaba como un cuchillo, la tensión palpable. Pero Facundo Colidio, incansable, devoró cada centímetro de la cancha para marcar el gol que valió una victoria: River vence a Atlético Tucumán 1-0 tras una noche de 38 remates.
El gol de la redención
El reloj marcaba el minuto [X] cuando Colidio, con un zurdazo esquinado desde fuera del área, envió el balón al fondo de la red. Un grito de liberación, un desahogo para él y para todo el equipo. ¿Cómo describir la emoción de Colidio en ese instante? Alivio, alegría, y la satisfacción del deber cumplido.
“Salimos a jugarlo como se debía jugar, con actitud y muchas ganas, siempre tratando de ir para adelante, terminar la jugada y el gol. Generamos muchas chances, costó, pero al fin pudo entrar y ganar el partido” – Facundo Colidio.
Un Monumental entre la exigencia y el apoyo
El Monumental, un templo del fútbol que ha sido testigo de innumerables batallas, no fue indulgente al principio. Los silbidos resonaron como truenos, especialmente dirigidos a Colidio, aún con el recuerdo fresco del penal fallado en la Supercopa. Sin embargo, la pasión riverplatense es un torbellino de emociones, y el aliento no tardó en llegar. El Monumental, un espejo de las contradicciones de River: exigencia y apoyo, crítica y fe.
El asedio constante y la reacción del equipo
El partido fue un monólogo de River, un asedio constante al arco de Atlético Tucumán. El equipo de Gallardo generó una y otra vez situaciones de gol, pero la definición se mostró esquiva. La insistencia, sin embargo, tuvo su premio. Gallardo, consciente del impacto psicológico de la derrota en la Supercopa, transmitió un mensaje claro: River no te permite estar mal, hay que levantarse y seguir adelante.
“Gallardo nos pidió que salgamos a jugarlo así, con actitud y demostrando que queríamos ganar el partido en todo momento. Este es el camino, tenemos que levantar cabeza y seguir”
Y el equipo reaccionó. Presión alta, recuperación rápida de la pelota y búsqueda constante del arco rival. Un despliegue físico y una intensidad que hacía tiempo no se veía. Gallardo confió en los mismos hombres que habían sufrido la derrota en la Supercopa, y ellos le respondieron con una actuación convincente.
- Intensidad renovada
- Presión constante
- Recuperación rápida
Borja y Armani: luces y sombras
La noche tuvo dos caras: la frustración de Miguel Borja y la seguridad de Franco Armani. Borja, desafortunado, desperdició innumerables oportunidades, chocando una y otra vez contra el arquero Durso. Una noche aciaga que contrastó con la efectividad de Colidio. Armani, en cambio, se erigió como un faro de seguridad, transmitiendo confianza a sus compañeros y manteniendo la valla invicta.
Armani, el único jugador que parece inmune a las críticas, demostró una vez más por qué es un ídolo de River. Su experiencia, su jerarquía y su amor por el club son valores incalculables.
El futuro: ¿hay motivos para ilusionarse?
La victoria ante Atlético Tucumán no borra la derrota en la Supercopa, pero sirve como un punto de partida para recuperar la confianza. ¿Qué lecciones deja este partido? River demostró que tiene carácter, que sabe reponerse a los golpes y que cuenta con jugadores capaces de marcar la diferencia. El camino es largo y sinuoso, pero este triunfo permite a River ilusionarse con un futuro mejor. El Monumental, que vibró y sufrió, espera más noches como esta.