¡Indignante! Un colectivo fantasma, cual carroza de la muerte, sembró el pánico en pleno centro de Córdoba. Sin conductor, sin control, este bólido de acero se convirtió en un proyectil urbano, dejando a su paso dos mujeres heridas y un tendal de destrucción. ¿Dónde estaba el chofer? ¿Durmiendo la siesta? ¿Tomando un mate? La respuesta, amigos míos, es aún más escalofriante: ¡el freno de mano falló!
Un escenario de terror: la Chacabuco se tiñe de rojo
Imaginen la escena: el mediodía cordobés, el sol a pleno, la gente caminando despreocupada por la bulliciosa Chacabuco. De repente, un estruendo ensordecedor rompe la calma. Un colectivo de la línea 23, cual monstruo mecánico desbocado, se precipita cuesta abajo, embistiendo todo a su paso. El semáforo, un pobre testigo mudo, se hace añicos. Un poste de luz, doblado como un fideo, se rinde ante la fuerza bruta del coloso. Y en medio de este caos, dos mujeres, indefensas, son arrolladas por la mole de hierro.
Las víctimas, de 50 y 74 años, yacen en el suelo, atrapadas bajo el colectivo. El horror se apodera de los testigos. Gritos, llantos, desesperación. Los servicios de emergencia llegan a toda velocidad, sirenas aullando, luces destellando. Es una escena digna de una película de terror, pero lamentablemente, es la cruda realidad de la Córdoba actual.
¿Un chofer negligente o una empresa criminal?
Según las primeras investigaciones, el chofer, un tal Franco Godoy de 35 años, habría dejado el colectivo estacionado en una pendiente, con pasajeros a bordo, para atender un desperfecto mecánico. ¿Se olvidó de poner el freno de mano? ¿Confió en un sistema de frenos defectuoso? ¿O acaso fue una negligencia criminal, un acto de irresponsabilidad que puso en peligro la vida de decenas de personas?
La empresa Tamse, responsable de la línea 23, se lava las manos como Poncio Pilato. Alegan que el colectivo tenía la inspección técnica vehicular aprobada. ¿De verdad? ¿Un vehículo con los frenos en mal estado pasa la inspección? ¿O acaso hay gato encerrado, corrupción, coimas, negociados oscuros que ponen en riesgo la vida de los cordobeses?
La impunidad del poder: un chofer libre, una ciudad aterrorizada
Para colmo de males, el fiscal Ernesto de Aragón, en un acto de justicia que roza lo vergonzoso, imputó al chofer por “lesiones culposas leves” y lo dejó en libertad. ¡Lesiones culposas leves! ¿Acaso no vio las imágenes del colectivo destrozado, del kiosco arrasado, de las mujeres heridas? ¿Dos personas atropelladas, un semáforo destruido, un poste de luz arrancado de cuajo, y solo lesiones culposas leves? ¿Qué clase de justicia es esta?
Mientras tanto, los cordobeses seguimos a merced de un sistema de transporte público que parece sacado de una película de terror. Colectivos destartalados, choferes mal capacitados, empresas que priorizan las ganancias por encima de la seguridad de los pasajeros. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar esta situación? ¿Cuántas víctimas más necesitaremos para que las autoridades tomen cartas en el asunto?
Este no es un caso aislado, amigos. Recordemos el desastre vial provocado por Cristian Joaquín Pacha en septiembre, cuando su auto descontrolado causó destrozos y heridas en la misma Chacabuco. ¿Es una coincidencia? ¿O acaso la Chacabuco es una avenida maldita, un imán para la tragedia? No lo creo. La verdadera maldición es la impunidad, la negligencia, la falta de control que permite que estos hechos se repitan una y otra vez.
Exigimos justicia para las víctimas, castigo para los responsables, y un transporte público digno y seguro para todos los cordobeses. Basta de impunidad, basta de negligencia, basta de tragedias evitables. ¡La Chacabuco no puede seguir siendo escenario de terror!