La comunidad científica argentina se encuentra en estado de alerta ante la drástica reducción de la inversión en ciencia y tecnología durante el primer año de gobierno de Javier Milei. Recortes presupuestarios, subejecución de fondos y la paralización de programas clave han llevado a investigadores a denunciar un “cientificidio” que amenaza con desmantelar el sistema científico nacional y provocar una nueva fuga de cerebros.
Un panorama desolador para la ciencia argentina
La prestigiosa revista Nature ha puesto el foco sobre la crisis que atraviesa la ciencia en Argentina, con un artículo que alerta sobre el temor a un colapso total de la investigación en el país. El informe del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti) confirma este panorama desolador: una caída del 30,5% en el presupuesto, salarios que se han reducido hasta un 30% en términos reales y una disminución del 61,2% en los subsidios para investigación. Estos recortes han resultado en la pérdida de 2.696 puestos de trabajo en el sector de ciencia y tecnología, incluyendo investigadores, becarios y personal de apoyo.
Daniel Filmus, exministro de Ciencia, Tecnología e Educación e investigador del Conicet, señala una preocupante novedad en la política científica del actual gobierno: “Directamente se plantea que el Estado no tiene que financiar la ciencia. Nunca pasó lo que ahora, cuando se considera que la ciencia solo debe ser financiada por el mercado”. Esta postura, inédita en las últimas décadas, contrasta con la inversión estatal en ciencia y tecnología que realizan países como Estados Unidos, Israel, Corea, Alemania e Irlanda, donde la inversión en investigación duplica o supera ampliamente el 1% del PBI.
La subejecución presupuestaria también agrava la situación. Roberto Salvarezza, exfuncionario del sector e investigador del Conicet, denuncia que la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación registra una subejecución cercana al 98% en comparación con el año anterior, lo que implica que la gran mayoría de los fondos asignados no se están utilizando para impulsar la investigación.
Consecuencias devastadoras: fuga de cerebros y paralización de proyectos
El “cientificidio” denunciado por la comunidad científica tiene consecuencias devastadoras. La falta de financiamiento, la precariedad laboral y la incertidumbre sobre el futuro de la ciencia en el país están provocando una nueva ola de “fuga de cerebros”, con científicos altamente capacitados buscando oportunidades en el extranjero. “Hay otra vez gente muy capacitada, profesionales de altísimo nivel que están yéndose a buscar opciones en otros países”, lamenta Filmus.
Además de la emigración de talento, la falta de inversión ha paralizado programas esenciales para el desarrollo científico. Programas como Equipar Ciencia y Construir Ciencia, que permitían la adquisición de equipamiento e infraestructura, se encuentran inactivos. La interrupción del premio Investigador de la Nación, un evento simbólico de reconocimiento a la labor científica, también refleja el desinterés del gobierno por el sector. “Muchos de los programas que tenía el exministerio de CyT hoy están parados: no se puede firmar convenios, no podemos hacer concursos de precios”, denuncia Rolando González-José, investigador principal del Conicet.
Un llamado a la acción: la ciencia como motor de desarrollo
Ante este panorama crítico, la comunidad científica exige un cambio de rumbo en la política de ciencia y tecnología. Se necesita una inversión acorde a la importancia estratégica del sector para el desarrollo del país, que garantice salarios dignos, financiamiento para proyectos de investigación y la continuidad de programas que promuevan la formación de nuevos científicos. Filmus propone que desde el Parlamento se presione para que se cumplan cuatro leyes de financiamiento para la ciencia, aprobadas en años anteriores con amplias mayorías, pero que actualmente no se están aplicando. Estas leyes asegurarían “fondos frescos a la investigación científica” para el presupuesto 2025.
La denuncia pública realizada por Valeria Edelsztein, reconocida investigadora del Conicet, al recibir el premio Científicas que Cuentan en la Embajada de Francia, visibiliza la precariedad y el abandono que sufre el sistema científico. Su testimonio se suma a los reclamos de otros investigadores que han expresado su preocupación directamente a funcionarios del gobierno, como el doctor Daniel Salamone, actual presidente del Conicet, sin obtener respuestas satisfactorias. La falta de 400 vacantes prometidas para el ingreso a la carrera de investigador en el Conicet es solo un ejemplo de las promesas incumplidas.
La ciencia y la tecnología son motores fundamentales para el desarrollo económico, social y cultural de un país. Invertir en ciencia es invertir en el futuro. El “cientificidio” que se está llevando a cabo en Argentina no solo afecta a la comunidad científica, sino a toda la sociedad. Es crucial que el gobierno revierta esta situación y priorice la inversión en ciencia y tecnología como una política de Estado que trascienda las coyunturas políticas.
La situación actual demanda un debate urgente sobre el rol del Estado en el financiamiento de la ciencia y la tecnología. Es necesario generar conciencia en la sociedad sobre la importancia de la investigación científica para el desarrollo del país y la necesidad de defenderla ante políticas que la pongan en riesgo. El futuro de Argentina depende, en gran medida, de su capacidad para generar conocimiento, innovar y desarrollar tecnologías propias.